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Un interrogante sin resolver

Thriller en Palencia: ¿Dónde está la osa que dio la vuelta al mundo al salvar a su cachorro de un macho?

Ha pasado un mes desde que un aficionado grabase una espectacular batalla entre plantígrados y nada se sabe de la hembra y su osezno que sobrevivieron

¿Dónde está la osa que dio la vuelta al mundo al salvar a su cachorro de un macho?

El pasado 5 de junio, domingo, en la peña de Santa Lucía, en los montes de Palencia, un aficionado grabó una lucha entre dos osos pardo como no se había visto nunca. Un macho trató de matar a un osezno para que su madre recuperase el celo, pero esta se interpuso y ambos se enzarzaron en una épica batalla que acabó con los dos ejemplares adultos cayendo por un precipicio de 30 metros de altura. El oso, que pesaba más de 200 kilos, murió. Pero no la hembra. Pudo verse cómo volvía a erguirse con dificultad.

El vídeo saltó de un lado a otro del planeta. La televisión estatal china, el ‘Miami Herald’… hubo un momento en el que resultaba muy difícil escaparse de las imágenes del oso y la osa, luchando y cayendo. La historia mantuvo su interés durante varios días, porque una jauría de perros localizó el rastro del osezno y su madre, que conducía hasta una cueva. Los técnicos dejaron allí agua y 40 kilos de manzanas. Hubo señales esperanzadoras. Las cámaras de vigilancia registraron primero los sonidos de ella. Después, imágenes del cachorro, aún lactante. 

Y entonces todo quedó en silencio. No hubo una sola pista más. No la ha habido desde entonces. ¿Dónde están un mes después la osa y el osezno que dieron la vuelta al mundo?

“Puede que en agosto, que es cuando los osos suelen recoger bayas, aparezcan de nuevo. Pero no pinta bien. No hay el más mínimo indicio. Es mucho tiempo. Si no se han ido de allí por otra salida, las opciones no son muy elevadas”, reconoce Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, una oenegé que participó en el dispositivo junto a la Junta de Castilla y León. En el gobierno autonómico transmiten una impresión similar. “Puede que hayan abandonado la cueva por alguna otra cavidad. Es difícil, pero no podemos descartar ninguna hipótesis”, explica David Cubero, jefe del Servicio de Espacios Naturales, Fauna y Flora de la Consejería de Medio Ambiente. 

Matar para copular

El infanticidio es una práctica corriente entre los osos pardo. Tanto, que es la principal causa de muerte de los oseznos de la Cordillera Cantábrica. Los machos intentan acabar con la vida de los cachorros de la zona que no son sus hijos para que la madre recupere el celo, cosa que suele ocurrir dos días después de la matanza, y así copular con ella y reproducirse. 

La ausencia de señales, admiten los expertos, no invita al optimismo sobre el desenlace

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La hembra que protagoniza este thriller, sin ir más lejos, tenía también otro osezno, pero ya no estaba cuando la madre se enfrentó con el macho. Lo más probable, explican los expertos, es que este lo hubiese sacrificado poco antes de ir a por su hermano. A finales del pasado junio, poco después del famoso enfrentamiento, apareció no muy lejos de allí el cadáver de otro oso. Tenía un fuerte traumatismo, la mandíbula inferior rota. Aún falta por realizar la necropsia, pero todo indica que aquello se debió a otra pelea con una madre que defendió a sus cachorros. 

“Lo excepcional aquí no es lo que ha ocurrido. Los ataques a los oseznos son normales y tienen fines reproductivos. Lo excepcional son las imágenes”, señala Palomero. “Fue impactante. Habíamos capturado otros enfrentamientos, pero no como este. Son imágenes duras, pero muy importantes para conocer la biología del oso pardo. Esto es frecuente y cada día lo será más, porque cada vez hay más ejemplares”, añade Cubero.

La tensa espera

El oso pardo nunca desapareció de la Cordillera Cantábrica, a diferencia de lo ocurrido en el Pirineo. Los ejemplares son autóctonos, no traídos desde Eslovenia, y ya hay más de 300. Dos de ellos, otra osa y su osezno, compartían la peña de Santa Lucía con la hembra y el cachorro desaparecidos. Su cueva se encuentra a poco más de 100 metros la una de la otra. Y ahí continúa esa pequeña familia. 

Por eso los expertos prefieren no entrar en la osera donde se refugió la osa malherida. “Queremos evitar las afecciones –señala Cubero-. Hasta que la otra osa no abandone el entorno, algo que en principio hará en cuestión de días o semanas, porque su osezno habrá crecido y se empezará a mover, no haremos una nueva exploración”. Primero se instalará un sistema de videoscopios, poco invasivo. Si no registran ninguna señal, activarán un dron. 

La cueva donde se refugió la madre con su osezno es profunda, de unos 15 metros, y estas montañas se encuentran conectadas por túneles. Podrían haber salido por otro lugar, pero parece poco probable que lo hicieran sin ser vistos por los vigilantes. De momento, el interrogante continúa. “Ojalá en las próximas semanas consigamos resolver el misterio”, concluye el técnico de la Junta de Castilla y León. Dice que todo esto le ha dejado un “sabor de boca agridulce”. Como los mejores thrillers.

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