El verano se presenta muy movido para Gabriel Lucas Dimmock. Trabaja en Martins Brands, una importadora de vinos que vende al por mayor en toda España. Su día a día consiste en muchas horas de oficina, comprobar stocks… con el problema añadido que este año falta mucho vino: «No hay vino en Borgoña, ni en Sancerre... y también he tenido mucho trabajo visitando clientes en Marbella, Madrid, Mallorca, donde hay un boom de trabajo, ya que se hay muchas nuevas aperturas, desde cadenas hoteleras hasta restaurantes».
Gabriel Lucas combina esta rutina preparando el reto más importante de su vida y que tendrá lugar dentro de dos años: representar España en el Campeonato de Europa de Sumillería, que se celebrará en Serbia. En plena temporada, no parará de formarse: «Si bien es cierto que la experiencia es un grado y haber competido dos años en el Campeonato de España y tres en el de Baleares y en distintas competiciones como el Ruinart te ayuda a estar más tranquilo, tienes que formarte continuamente y repasar apuntes casi todos los días. También es importante tener un equipo para hacer catas». Tiene muy claro que no hay un don natural para ser un gran sumiller: «Es un esfuerzo diario ya que llegas a casa cansado y en vez de mirar una película o serie, abres el ordenador y visitas dos o tres páginas de vino y con ese conocimiento te vas a dormir. Al final el éxito es constancia y pasión por tu trabajo».
Que un mallorquín se encuentre entre los ‘top’ de sumillería es para sentirse orgullosos: «Baleares tiene un altísimo nivel, buen ejemplo de ello es otro mallorquín, Roberto Duran. Ser agradecido es una de las virtudes de Gabriel Lucas. Lo demostró el año pasado al proclamarse como mejor sumiller de España y recordar a Jaume Tauler, que le guió en su profesión; «fue ese ángel de la guarda que aparece y te pone en tu camino y luego desaparece», porque desgraciadamente tres semanas después de que sus vidas se cruzaran falleció.
¿Camarero o sumiller?
Cuando se le pregunta sobre su oficio responde que un sumiller es un camarero, «pero también es gestor, sobre todo de su propio ego». Comenta que el sumiller es una de las personas que están pura y únicamente para hacer disfrutar al cliente final de un restaurante. «Que la gente confunda sumiller y camarero, creo que a pocos sumilleres les puede molestar. Y quien se sienta ofendido porque le llamen camarero creo que tiene que redirigir su profesión porque para mi el sumiller es un camarero experimentado en el departamento de vino y con un conocimiento mucho mayor de la materia y que tenemos que poder hacer todo el trabajo de un camarero corriente». También critica que aquí no se aprecie la profesión de sumiller como pasa en Francia, en Inglaterra o en Italia, donde están muy bien considerados; pero cree que aquí se está empezando y que «vamos por buen camino». De hecho, es una profesión en auge y no hay suficientes profesionales para cubrir toda la demanda.
