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Incendios forestales

Los incendios en Aragón arrasan en siete días más hectáreas que en seis años

La pandemia ayudó a reducir los focos por todas las restricciones y, al flexibilizarlas, subieron un 40%

Los incendios arrasan en siete días más hectáreas que en seis años. JAIME GALINDO

El cambio climático ya hace tiempo que ha dejado de ser algo del futuro, es presente y se deja notar, por ejemplo, en los incendios forestales. Las olas de calor como la vivida hace pocos días, hasta alcanzar temperaturas extremas por encima de los 40 grados en casi toda la comunidad en pleno mes de junio han dado buena cuenta del riesgo, muy alto, de que surjan focos en los lugares más imprevistos. Que estos focos sean muy agresivos y, si además se suma el viento procedente del sur devore metros cuadrados a velocidad de vértigo. Y que el resultado final, cuando se dan por extinguidos, arroje unas cifras que preocupen para lo que resta del verano. Así podría enmarcarse la situación que dejan en Aragón los 47 incendios vividos en solo una semana que han arrasado más de 4.000 hectáreas, un registro que curiosamente supone haber perdido más superficie en siete días que en los últimos seis años.

Bien es verdad que la estadística, en frío, no hace más que arrojar datos que son solo eso, estadística. Y que si la comunidad se remonta a 2015, solo el fuego originado el 4 de julio de ese año en la localidad cincovillesa de Luna, supondrían más hectáreas que en más de una década, pero esos episodios puntuales se miran hoy con otra perspectiva, la de un cambio climático que augura muchos más días de temperaturas extremas y, lo que es peor, cada vez antes de los temidos meses de julio y agosto de toda la vida.

Los focos más importantes

El incendio de Nonaspe, originado el 16 de junio, calcinó oficialmente, según los datos que maneja la Dirección General del Medio Natural y Gestión Forestal de la DGA, un total de 1.850 hectáreas de superficie. El de Castejón de Tornos, en Teruel, devoró otros 1.960 tras su inicio el día 20; en Valderrobres el día 15, otras 22 y en Barbastro el día 18, otras 54; en Pradilla de Ebro, el día 18, fueron 90; ese mismo día en Castelserás, otras 43; en Mainar, el día 19, se quemaron 40; en Sigüés, el 20, otras 50, y en Bubierca, 22,5 más; o los 88 de Sierra de Luna el día 14.

Son solo los más importantes de los 47 contabilizados, que representan más de 4.285 hectáreas calcinadas por esos fuegos, pero la cifra en solo una semana supone unas cien más que las 4.197,95 que se quemaron entre 2016 y 2021.

Evolución histórica de los incendios forestales en Aragón entre 2001 y 2021.

En la estadística de los últimos años influye de forma decisiva la pandemia del coronavirus, que ha alterado la normalidad en muchos ámbitos del día a día y que también lo ha hecho en los incendios forestales que se han sufrido. Sobre todo por las restricciones a la movilidad tan importantes que se impusieron a los ciudadanos en 2020 y 2021, los confinamientos perimetrales y el encierro de más de dos meses en los hogares en el inicio de la pandemia.

2018, el mejor año

Por eso las cifra de hace dos años, en 2020, con solo 336,18 hectáreas calcinadas es el segundo registro más bajos de, como mínimo, las últimas dos décadas en la comunidad aragonesa. Aunque solo habría que remontarse a 2018 para ver el dato más bajo, 212,62 hectáreas en 228 focos. Y a 2013 para ver una cifra similar, cuando arrasaron 347,72.

No ocurre así con el número de incendios contabilizados, ya que ese año fueron un total de 276, un 79% de ellos solo conatos, pero en ese 2013 antes mencionados se dieron casi 60 menos, 217 –y con un 83% de conatos–, y solo dos años antes, en 2018, habían sido 228, 48 menos que en el peor año del coronavirus.

Aún así, la pandemia supuso un importante descenso de los focos pero que han ido a más conforme se han flexibilizado las restricciones y los ciudadanos han tenido más capacidad de movilidad y de volver a la normalidad en las tareas diarias, sobre todo en lo que respecta al campo, ya que las cosechadoras o la maquinaria agrícola están detrás de algunos de los fuegos que se producen cada año.

En 2021, el salto en el número de incendios fue de un 42% de incremento en el número de incendios, con 392 fuegos declarados en la comunidad y con ellos 236 hectáreas calcinadas más que en el anterior, un total de 573,7.

Aún así, las cifras de los últimos seis años casi invitaban a la calma. Ningún incendio del calibre del alcanzado en Luna en 2015, con muchos miles de hectáreas quemadas en un solo día y un cómputo global por debajo de las mil en todas las anualidades menos en 2019, cuando hubo 1.361,9 arrasadas por las llamas en la comunidad aragonesa, incluso habiéndose contabilizado 377 focos, menos, por ejemplo, que en 2021, cuando ardieron 573,7 hectáreas habiendo registrado 392 incendios.

No obstante, la inversión en prevención de los últimos diez años a la fuerza se tenía que notar. Atrás quedan años nefastos en el balance de incendios como el 2009, con 19.648,41 hectáreas arrasadas por las llamas y el periodo entre 2001 y 2010 en el que, de forma sistemática, se superaban las mil hectáreas quemadas en el territorio.

O quizá no sea solo mérito del cuidado de la masa forestal y signifique más el demérito de no estar sabiendo actuar contra ese cambio climático que lleva a más episodios de calor extremo y dispara el riesgo de que en cualquier momento y lugar salte la chispa y sea más difícil de controlar y extinguir.

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