Más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Es la factura que ha pasado la pandemia del coronavirus a los niños y adolescentes españoles. Pediatras y psiquiatras infantiles han constatado un aumento de hasta el 47% en los trastornos de salud mental de los menores. Las cifras son terribles: los casos de ansiedad y depresión y los diagnósticos de trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se han multiplicado por tres o cuatro desde 2019, y los comportamientos suicidas han aumentado hasta un 59%. Una realidad crudísima: en 2020, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior y, entre los jóvenes de 15 a 29 años, el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por los tumores malignos. Que a lo largo de los últimos años y, en especial, desde el inicio de la crisis sanitaria, en 2020, la salud mental de los niños y adolescentes en España se ha deteriorado notablemente, es algo de lo que vienen advirtiendo los especialistas. Antes de la pandemia ya se estimaba que en torno al 10% de los niños y al 20% de los adolescentes sufría trastornos mentales, con consecuencias que se pueden prolongar a lo largo de toda su vida. Son datos que pone sobre la mesa -con motivo del Día Mundial de la Salud que se celebra este jueves-, el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, del que forman parte la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), dependiente de la Asociación Española de Pediatría; la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). El trabajo de este grupo también cuenta con el aval de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) y de la Sociedad de Pediatría Social (SPS).

Urgencias pediátricas

Los especialistas alertan: en la actualidad los adolescentes presentan más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Piden a las autoridades un aumento de recursos para atender la salud mental de niños y jóvenes, tanto a nivel hospitalario como en Atención Primaria. Y explican la necesidad inaplazable de contar con más medios: los servicios de urgencias pediátricas (SUP) y los centros de salud observaron, en los primeros meses de la pandemia, una disminución importante (entre el 30 y el 40%) del volumen asistencial global. Pero, a esta primera fase, le siguió un incremento de hasta un 47% en los trastornos de salud mental de los niños, y hasta un 59% en los comportamientos suicidas, comparando con los datos de 2019. Durante el año 2020, indican, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior, y entre los jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por los tumores malignos.

Además, abundan, estudios realizados por diversas ONG (UNICEF, Fundación ANAR o Save the Children) han avisado del impacto de la pandemia en los menores: los trastornos de ansiedad o depresivos casi se han cuadruplicado (de 1,1% al 4%), así como el diagnóstico de trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y otros trastornos de conducta (de 2,5% a 7%). Además, se ha observado un incremento de la sintomatología psicosomática en los pacientes pediátricos, muchos en relación con la preocupación acerca de la infección por el SARS-COV-2. También, los trastornos de la conducta alimentaria son más frecuentes y graves que antes del estallido de la crisis sanitaria.

Crisis de agresividad

La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de los diagnósticos de salud mental en los SUP españoles desde marzo de 2019 a marzo de 2021, con la participación de quince centros. A nivel global, los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas aumentaron un 10%. En un análisis desglosado, los diagnósticos que más se incrementaron fueron: intoxicación no accidental por fármacos (122%), suicidio/intento de suicidio/ideación autolítica (56%), trastorno de conducta alimentaria (40%), depresión (19%) y crisis de agresividad (10%).Otro aspecto muy preocupante, alertan los especialistas, además del aumento de la demanda asistencial de menores por causas de salud mental, es se ha detectado que los jóvenes acuden a los centros sanitarios "presentando mayor gravedad". A modo de ejemplo, la pérdida de peso en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria es, tras el inicio de la pandemia, hasta un 50% superior, en comparación con las cifras previas, del 20%. En relación con la intoxicación con fin suicida, a lo largo de la última década se ha evidenciado el aumento de casos, su gravedad y la necesidad de ingreso en unidades de cuidados intensivos. También se ha detectado un claro descenso en la media de edad de inicio de los síntomas, tanto en los trastornos de conducta alimentaria como en las conductas autolesivas. Estos trastornos se han dado con más frecuencia en la etapa adolescente, en pacientes de sexo femenino y con de trastornos previos del neurodesarrollo o necesidades especiales.

Los desencadenantes

El Grupo de Trabajo Multidisciplinar apunta a varios factores precipitantes: el confinamiento domiciliario de 2020 y las posteriores medidas de restricción. Han afectado, aseguran, a una población "muy vulnerable" en la que la interrupción de las rutinas y las restricciones sociales se han asociado "al uso excesivo de tecnologías y limitación de la actividad física". Además, algunos niños y adolescentes ya estaban expuestos a situaciones de pobreza, abuso o violencia que empeoraron con la pandemia, señala la doctora Azucena Díez, presidenta de la SPI y portavoz del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia. Ante esta situación tan crítica, las sociedades científicas implicadas en el cuidado de la salud mental de los menores proponen una serie de estrategias de mejora. Entre otras, aumentar los recursos de atención a la salud mental, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio: ajustar el número de plazas hospitalarias y seguir desarrollando programas de hospitalización de día y domiciliaria para casos seleccionados. Además, reclaman formación específica en psiquiatría infantil y adolescente para los pediatras, en especial de atención primaria y urgencias. También, detección precoz: la Academia Americana de Pediatría recomienda realizar un screening a los 12 años, a todos los adolescentes para poder identificar aquellos que están en riesgo de depresión y/o ideación suicida e intervenir de forma precoz. Piden, también, la incorporación de especialistas en salud mental (psicólogos clínicos) en los centros de Atención Primaria. Fundamental si se tiene en cuenta que la realidad actual es que España necesita el doble de psicólogos en la sanidad pública para poder atender a toda la población. Actualmente, hay en torno a 3.000 y las listas de espera son interminables, con datos de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR).Finalmente, el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia considera "crucial" establecer una coordinación adecuada y efectiva entre colegios, asociaciones, servicios sociales y atención a la salud mental. Las consejerías de Sanidad y Educación deben priorizar esta medida. Piden que se respeten en las agendas de los pediatras "huecos específicos para estas actividades". Reclaman, asimismo, formación en salud mental en colegios e institutos, dirigida tanto a profesores como a padres en relación con identificación y regulación de emociones, respeto a la diversidad, etc.