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La paradoja subsahariana

El gran enigma de la pandemia: por qué el covid mata menos en África

El continente ha combatido mejor el coronavirus que los países más ricos y preparados, un fenómeno que continúa dividiendo a los expertos

Un mural exhibe una mascarilla en el barrio de Soweto en Suráfrica.

En marzo de 2020, mientras Europa se confinaba para luchar contra la primera ola del covid, Anna Roca, como el resto de la comunidad científica y sanitaria, pensó que en el África subsahariana todo iba a ser mucho peor. Los elevados niveles de malnutrición, tuberculosis, malaria y VIH prefiguraban una catástrofe cuando llegase de verdad el nuevo virus. Y la tasa de médicos es allí muy baja. En Gambia, por ejemplo, donde Roca trabaja como epidemióloga, es de 11 por cada 100.000 habitantes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras que en España supera los 400. “Los modelos matemáticos y el propio sentido común predecían que el impacto aquí iba a ser muchísimo más grave que en Europa. Pero no ha sido así”, explica esta doctora.

Lo llaman la paradoja africana y constituye uno de los grandes enigmas de la pandemia. A pesar de sus precarios sistemas de salud, casi cualquier ciudad del continente, dejando a un lado las de los países del norte, ha combatido mejor el virus que Barcelona o Madrid. Desde el comienzo de la emergencia sanitaria, los índices oficiales de contagios, hospitalizaciones y muertes han sido mucho menores que en Europa, un fenómeno que divide a los especialistas. Más de dos años después, continúan debatiendo y ofreciendo distintos motivos, sin ponerse de acuerdo: la juventud de los africanos, el clima, el hecho de que gran parte de la vida transcurra al aire libre, las bajas densidades de población o la falta de estadísticas fiables.

Pero ninguno de estos factores termina de explicar por completo el fenómeno, sobre todo a la luz de las dramáticas experiencias en países como la India, donde la variante delta provocó más de dos millones de muertes. Allí la población también es joven y las temperaturas altas, al igual que la extensión de enfermedades como la malaria.

Por el camino, al menos, una duda ha quedado despejada: frente a lo que reflejan los parcos datos oficiales, los contagios han sido en África tan numerosos como en otras partes del planeta. Varios estudios recientes han mostrado que cerca de dos tercios de la población subsahariana tiene anticuerpos contra el coronavirus, y como solo el 14% de los habitantes del subcontinente ha recibido la vacunalos anticuerpos, en su inmensa mayoría, tienen que provenir de una infección previa. Y sin embargo, las muertes por covid continúan siendo bajas: menos del 5% del total de decesos notificados han tenido lugar en África, según la web Our World in Data.

“Sin ninguna duda, el factor más importante es la edad –explica Roca, epidemióloga en la Unidad de Gambia de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres-. En el África subsahariana la mitad de la población tiene menos de 18 años y solo un 3% más de 65. En España, en cambio, más del 20% de sus habitantes supera esa edad, y en ese colectivo se concentran tres de cada cuatro muertes por covid”.

Los datos de la morgue

También hay otra teoría: los fallecimientos por covid han sido en el subcontinente tan numerosos como en el resto del mundo, solo que no se han notificado, provocando la falsa impresión de que la pandemia ha pasado por encima, sin apenas aterrizar. La hipótesis viene reforzada por un reciente estudio en un depósito de cadáveres en Lusaka, la capital de Zambia, donde un tercio de los 1.000 cuerpos analizados durante varios meses de 2020 y 2021 dieron positivo de covid. El porcentaje se elevó hasta cerca del 90% durante los picos de las olas de las variantes beta y delta, y del total solo el 10% había dado positivo cuando estaba con vida. “No hay ninguna diferencia respecto a otras zonas. La única diferencia es que aquí no ha habido datos”, señalaron los responsables del trabajo. 

Pero numerosos especialistas sobre el terreno discrepan. Por mucho que las estadísticas oficiales solo reflejen en África una pequeña parte de la realidad, que falten pruebas y resulte común fallecer en casa y no en el hospital, un exceso de mortalidad como el experimentado en Europa o en Norteamérica desde 2020 no puede pasar desapercibido. 

“La transmisión del coronavirus en África ha sido muy elevada, pero ha habido menos muertos –explica Roca-. Los fallecimientos en muchos países africanos no se registran, y por lo tanto es difícil evaluar si ha habido un incremento de la mortalidad, al faltar datos temporales para valorar la tendencia. Algunos estudios han evaluado si la actividad de los cementerios se ha visto incrementada, concluyendo que sí, pero muy poco. Nosotros, que estamos trabajando ahora con encuestas en las zonas de vigilancia epidemiológica, vemos que aunque haya habido probablemente un aumento de la mortalidad, este ha sido pequeño”. 

Aun así, pese a que sus malos augurios de hace algo más de dos años no se han terminado cumpliendo, Roca insiste en que el impacto en la zona podría haber sido menor. “Debería haber habido más acceso a las vacunas y más trabajo de sensibilización, porque en muchos países africanos la población no ha aceptado las vacunas”. La paradoja africana, en todo caso, continúa sin resolverse del todo. 

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