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Guerra en Ucrania

Así se logró traer a Asturias a la niña ucraniana atrapada en Moldavia: "La emoción fue tremenda"

La pequeña llega a Gijón acompañada de su madre de acogida tras desbloquear sus papeles con la ayuda clave del eurodiputado asturiano Jonás Fernández

Paula Parrondo con Nikol en el vuelo a España.

Ni la burocracia, ni las fronteras, ni el horror de la guerra pueden tumbar el amor de una madre. Nikol Makarova, la niña ucraniana de 12 años que acabó atrapada sin papeles en Moldavia escapando del Kiev sitiado por Putin, ya está a salvo. La del jueves fue la primera noche que durmió en su cama asturiana, en Gijón, al abrigo de Paula Parrondo, su madre de acogida. Ella ha sido la mujer que ha removido Roma con Santiago y se ha cruzado media Europa hasta Chisináu, la capital moldava, en una viaje de ida y vuelta que, quizás, haya salvado la vida de la pequeña. “La emoción al verla fue tremenda. No me lo podía creer”, relata Paula Parrondo a La Nueva España.

Parrondo tuvo dos aliados fundamentales para que esta historia tuviera un final feliz. La intervención de dos eurodiputados fue crucial para superar los impedimentos burocráticos para que Nikol pudiera llegar legalmente a España. Estos dos parlamentarios fueron el socialista asturiano Jonás Fernández y el exministro de Exteriores y también eurodiputado del PP, José Manuel García-Margallo. Fernández, junto a la trabajadora de su oficina Ana Martínez, acompañó a Parrondo y a su marido, Jorge Suárez, en un viaje de cuatro días más allá de los confines de la Unión Europea, a Moldavia. “Se la han jugado por ella. Les estaremos siempre agradecidos”, aseguró Parrondo.

El arraigo de Nikol con Asturias es incontestable. Ella fue una de las muchas niñas que llegó a Gijón de intercambio gracias a Expoacción. Esta ONG traía a Asturias niños ucranianos por el verano. “Es alegre, simpática, juguetona, es dinámica y le encantan los pueblos, las rutas de montaña y los perros”, relató hace varios días Parrondo, recordando las estancias de la pequeña en el Principado.

La vida de Nikol dio un giro de 180 grados cuando hace justo un mes Rusia puso en jaque al mundo. Nikol vivía en el centro de Kiev con su madre y otros familiares. Era una preadolescente más hasta que le pilló la guerra. Con la invasión, su familia la sacó de la capital rumbo al pueblo de su abuela. Marchó sin tiempo de coger la documentación. Cuando se recrudeció la ofensiva la familia de la cría decidió mandarla sola a cruzar la frontera moldava. Y allí se quedó varada, sin papeles, y acogida por una familia autóctona con vínculos con Asturias.

Parrondo trató por todos los medios de sacar a la niña de Moldavia por cauces legales, pero sin éxito. El caso cambió hace varios días. Gracias al trabajo de Jonás Fernández, se arreglaron los papeles para que pudiera volver a casa. El domingo pasado Paula Parrondo, su marido, Jorge Suárez, y el eurodiputado pusieron rumbo hacia Iasi, una ciudad rumana al pie de la frontera con Moldavia. Ese mismo día hicieron ya noche en Chisináu, la capital, tras haber cruzado en coche la frontera. Fue al día siguiente, el lunes, cuando por fin pudieron ver a Nikol. “La vi con la mantina que le había dado la abuela y una mochila... Tenía una carina la pobre...”, cuenta Parrondo, aún con la emoción en el cuerpo.

Con la niña ya junto a ellos pusieron rumbo en coche a Bucarest. Cruzar la frontera de salida de Moldavia y la de entrada a Rumania no fue cosa fácil. “Es una experiencia que nunca olvidaré. Había mucha caravana, gente que quiere escapar, muchas mujeres y niños solos. Se me van a quedar esas imágenes para siempre”, cuenta la asturiana. Ya en Bucarest y tras unas gestiones con la embajada española, el asunto se solucionó. Por fin, tras una larga espera, podían volver a España. Salieron ayer de madrugada y aterrizaron en la terminal uno de Barajas sobre las 12.00 horas. Tras unas breves gestiones en el control aeroportuario se comprobó que, efectivamente, todo estaba en orden.

Fue ya pasadas las cinco de la tarde cuando pusieron dirección a Gijón. La pequeña Nikol hizo buena parte del viaje dormida, completamente agotada. Como agotada estaba Paula Parrondo, que confesó hace semanas que había tenido que tomar medicamentos para poder sobrellevar la situación. “Estoy cansada pero feliz. Lo importante es que ella está bien y ahora toca ayudarla en todo lo que se pueda”, añadió la mujer, que hoy tenía que reincorporarse a su puesto de trabajo. En ese “todo lo que se pueda” se cuenta el encontrarle un colegio y también darle todo el amor del mundo para tratar de superar una experiencia que ninguna niña debería vivir. La de ver a tu país sitiado, la de vivir una guerra que te separa de tu familia. Ahora toca volver a empezar, ya a salvo, en Gijón.

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