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Guerra en Ucrania

Llegan a Barcelona los primeros refugiados ucranianos: "Ya no podemos volver a casa"

La familia Kolesnykov escapó de los bombardeos de Vinnytsia (Ucrania) el pasado jueves y tras un viaje de cuatro días en coche pide refugio en Barcelona

Maksym y Mykyta Kolesnykov, dos hermanos ucranianos, en el coche con el cual han logrado huir de la guerra junto a sus padres, este lunes en Barcelona.

Eran las cinco de la mañana del jueves 24 de febrero. El estruendo de los bombardeos en la ciudad de Vinnytsia (Ucrania), propulsados por los militares rusos, despertó a los Kolesnykov. "Fue horrible oír los misiles, saber que la guerra había empezado... No nos podíamos quedar allí", cuenta el hijo mayor de la familia, Maksym, el único que habla inglés. Este lunes, a primera hora, han llegado con su coche en Barcelona tras una ruta de más de 2.000 kilómetros que han tardado cuatro días en recorrer. Frente al Servei d'Atenció a Inmigrants, Emigrants i Refugiats (SAIER) de Barcelona pedían refugio en la ciudad y poder tener, además. un sitio donde descansar por primera vez. "Aquí es donde nos sentimos más seguros", afirma el joven. Por el momento, son prácticamente los primeros refugiados que han conseguido llegar hasta Cataluña tras el inicio de la invasión rusa. En los próximos días está previsto que lleguen centenares.

"Aquí no tenemos nada, no conocemos a nadie: esperemos que nos puedan dar algún sitio donde comer, donde dormir", cuenta Kolesnykov, de 27 años, que ha viajado junto a su novia, sus padres y su hermano de 19 años. Ha recorrido siete países distintos durante cuatro días huyendo de la guerra. La familia decidió escapar la misma mañana del pasado jueves, en cuanto vieron los primeros bombardeos sobre su ciudad. "Tardamos tres horas en hacer las maletas, coger nuestra ropa y meterla en el coche. Llenamos el depósito y decidimos salir hacia Europa sin saber hasta dónde llegaríamos", explica el joven, abatido.

La primera huida en 2014

Pero esta no es la primera vez que la familia Kolesnykov debe huír de su casa. En 2014 ya escaparon de Shajtarsk, la ciudad donde habían nacido y crecido. Está ubicada en el este del país, la región de Donbass, donde las fuerzas militares rusas empezaron los combates para adherirse esta región hace más de ocho años. Allí vieron los primeros bombardeos, combates y misiles que hoy están presentes en todo el país. "En 2014 mis padres no querían irse de Ucrania, pero no podíamos seguir en la guerra, así que nos trasladamos a otra ciudad en el oeste del país donde nos sentíamos más seguros", cuenta el chico. Era la localidad de Vinnytsia. Allí la familia pudo volver a rehacerse de nuevo. La madre trabajó de esteticista en una tienda donde hacía la manicura y el padre como carpintero fabricando muebles. Los padres asienten con una sonrisa cuando su hijo traduce la vida que hace menos de una semana les han vuelto a arrebatar.

Este jueves pasado, los padres volvieron a ver el mismo panorama de nuevo, había vuelto la guerra de la que creían haber escapado y no dudaron en hacer las maletas. "No nos ha costado tanto dar el paso de irnos como al resto de la gente, a diferencia de ellos, nosotros ya hace tiempo que no tenemos casa, que no tenemos nada. Nuestra vida ya la dejamos en el Donbass hace ocho años, no traemos nada tras nuestro", sigue el hijo. A las ocho de la mañana dejaban su país y, pero también muchos familiares. Por ejemplo, los abuelos, que siguen viviendo en el Donbass. A la madre se le enturbian los ojos con lágrimas. "No pueden aguantar una travesía como esta, intentamos hablar con ellos a diario, de momento están bien", tranquiliza el hijo menor, Mykyta, de 19 años. Tampoco están los padres de la novia de Maksym, que decidió añadirse al viaje. "Ellos no han podido venir con nosotros porque se tienen que hacer cargo de mis abuelos: no pueden andar y les necesitan para que les cuiden. Ojalá esto termine y todo vuelva a la normalidad", cuenta la chica a través del traductor del teléfono móvil. "Ahora nosotros somos su familia", dice la madre.

Atrás dejan una ruta de cuatro días, que empezaron en Vinnytsia. "Creo que fuimos de los primeros en salir porque, a las ocho de la mañana, la carretera estaba muy despejada. Luego ya empezaron las colas y las retenciones, pero como nosotros hay muchísimos", asegura Maksym. Primero cruzaron por Moldavia, luego travesaron Rumanía. De allí recorrieron Hungría, Austria, Suiza y Francia. "Hemos ido haciendo paradas para comer e ir al baño, pero dormimos en el coche", cuenta Maksym claramente cansado. Los trabajadores del SAIER les han orientado para que pidan un alojamiento a través del Consulado, que les deberá llevar hasta los albergues que ha habilitado la Generalitat. También tienen previsto pedir una entrevista con la policía para que acepten su solicitud de asilo. ¿Y por qué Barcelona? "España es el lugar de Europa que está más lejos de Rusia y de la guerra. Sufrimos por nuestra vida y este es el sitio más seguro para nosotros".

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