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"No le preguntes a tu hijo qué tal le ha salido el examen"

El profesor y divulgador Juan Fernández nos invita en el ensayo 'Educar en la complejidad' a huir de modas y eslóganes para analizar en profundidad el complejo proceso que conlleva enseñar y aprender

El profesor y divulgador Juan Fernández, autor de ’Educar en la complejidad’.

Inteligencia emocional, pensamiento crítico, ciudadanos digitales, competencias, evaluación continua… ¿De qué hablamos cuando hablamos de educación? ¿De un proceso para aprender o de modas? Juan Fernández, profesor, divulgador y responsable del blog investigaciondocente.com, nos invita en el ensayo 'Educar en la complejidad' (Plataforma Editorial) a reflexionar sobre la educación huyendo de explicaciones simples y claras. Enseñar y aprender es un proceso muy complejo donde no caben las soluciones únicas y fáciles.

En educación no caben soluciones simples ni elaborar una lista de “cosas”, que usted llama modas. Por ejemplo, inteligencia emocional, pensamiento crítico o ciudadanía digital. Dice que todo esto puede ser necesario, pero que es más importante el cómo que el qué.

Si comparas colegios, recibes una lista de cosas que hay. Por ejemplo, aprendizaje cooperativo. Sin embargo, en cada centro el aprendizaje cooperativo es una cosa diferente. Nos estamos esforzando mucho en comunicar lo que hacemos pero usamos etiquetas distintas o contradictorias. Antes de nada, vamos a decidir qué queremos decir cuando hablamos de evaluación competencial.

Afirma que hay métodos que son eslóganes publicitarios. ¿Lo es el aprendizaje por competencias?

Sí, si no hay una definición concreta de lo que quiere decir. Hay términos que son tendencias y la educación nunca debería funcionar con tendencias, que son palabras o métodos que resultan atractivos a priori pero que no podemos definir muy bien. Por ejemplo, la evaluación continua. ¿Qué quiere decir exactamente? Se da por hecho que todos comprendemos un mismo modo de evaluación continua. Y por ese motivo no se está implantando bien. ¿Qué es? ¿Hacer exámenes cada mes? ¿Revisar el cuaderno una vez a la semana? Por eso digo que es un eslogan. Evaluación continua es un término que nos parece más justo que evaluación trimestral. Inclusión se ha puesto también de moda. Todos estamos de acuerdo en que la escuela tiene que ser inclusiva. Ahora bien, cada uno puede entender la inclusión de manera diferente.

Otra frase que escuchamos mucho es “poner al alumno en el centro del aprendizaje”.

¿Qué quiere decir esto? Si significa que hay que cultivar los vínculos, las emociones, la diversidad… vale. Pero si lo que quiere decir es que el punto de partida debe ser lo que le interesa al chaval… mal.

Algunos métodos son un éxito en algunas escuelas y en otras no. Influye mucho el poder socioeconómico de las familias.

Sí. El hábito lector o el número de palabras que se escuchan en casa son aspectos claves. En un determinado colegio de Barcelona -donde los niños acuden a academias privadas y sus padres hablan idiomas- cualquier método de inglés funciona. Pero es arriesgado implantar ese mismo método en un instituto de Jaén porque el contexto es diferente.

"No necesitamos reimaginar la educación sino someterla a un proceso constante de mejora objetiva y revisable"

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Subraya que la educación debe cambiar y adaptarse, pero no en función de una hipotética sociedad del futuro que nadie sabe muy bien cómo será.

No necesitamos reimaginar la educación sino someterla a un proceso constante de mejora objetiva y revisable. Aquí hay dos visiones. Una es que el mundo cambia y tú te tienes que adaptar al mundo. Yo creo que la escuela debería funcionar de otra manera: el mundo cambia, es verdad, y hay que asumir parte de esos cambios. Pero tenemos que trasformar el mundo. Si pensamos que mañana todos vamos a estar enganchados a las pantallas y por tanto pones pantallas a todos ¿qué consigues? Pues, efectivamente, que el mundo esté enganchado. Lo que debería preguntarnos es ¿por qué tiene que ser así? ¿Es deseable? Si es deseable, a por ello. Y si no lo es, apostemos por un uso razonable de las pantallas. Reflexionemos, pensemos. Cómo podemos usar las pantallas para generar ciudadanos que sean críticos y que analicen bien la información. Hablamos de nativos digitales, vale. Pero no saben contrastar una información, así que no basta con dar pantallas.

¿Cuál sería la mejor manera de evaluar a los alumnos?

Tenemos que ver la evaluación como un instrumento informativo que aporta ideas para mejorar. Necesito mejorar, de acuerdo. En qué lo necesitas es lo importante. Hay que dar claves y pistas. De manera complementaria, hace falta obtener datos globales de cómo funciona un centro o una promoción concreta. Hacen falta pruebas estandarizadas. Yo entiendo la evaluación continua como una información durante el aprendizaje. Después debe haber una evaluación posterior. De ahí la importancia de las pruebas, que pueden ser escritas, orales, una exposición, PISA… El valor de esto no mejora el aprendizaje, solo comprueba lo que ha pasado. Está bien contar con esos datos externos que a lo mejor te dicen cosas que no quieres oír. Pero es que la evaluación solo durante el aprendizaje es tremendamente subjetiva.

Hablando de motivación, ¿cómo conseguir que una chica de 16 años aprenda porque lo desea de verdad? 

La motivación no es lo mismo que el interés. Puedes tener motivación, que tiene que ver con las metas y los objetivos a largo plazo, por algo que no te interesa mucho. Podemos cultivar el objetivo a largo plazo como un premio o un castigo. O, por el contrario, cultivar la idea de que el objetivo a largo plazo es un proceso. Eso es aprender. A esa chica de 16 años hay que lanzarle el mensaje de que el esfuerzo y el aprendizaje es lo importante. Imagínate que un día tiene un examen y va su madre y le pregunta ¿qué tal te ha salido? Salido, como si fuera una seta en el campo. Si yo sé que ella ha estudiado y ha trabajado, pues ya está. Y si no sale bien, no pasa nada. Ya saldrá bien. Lo importante es el proceso y al final acabará saliendo el resultado.

¿No hay que preguntar qué tal el examen? ¿Entonces qué preguntamos?

Es lo mismo que desear “mucha suerte”. Si sabes que lo ha estudiado, no le digas “suerte”. Porque la suerte importa poco, no hay factores aleatorios. Te lo has aprendido y te lo sabes. Pues ya está. Siempre le puedes preguntar: ¿Qué tal el día? ¿Qué tal en clase de sociales?

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