Derechos LGTBI
Cruzan el Atlántico y se asientan en Vigo empujados por la homofobia
Edwin Vigo y Alexis Ángeles se marchan de Perú y se afincan en la ciudad: “Nos rechazaban, ya no podíamos más”
Carlos Ponce
En pleno 2022, hay países en los que las personas LGTBI continúan estando perseguidas. Varias naciones sudamericanas se caracterizan por rechazar el reconocimiento de los derechos de este colectivo. Por ejemplo Perú. Fe de ello dan Edwin Vigo y Alexis Ángeles, una pareja de la provincia del Santa, en el norte peruano. Estos dos jóvenes de 36 y 26 años respectivamente y que llevan juntos más de ocho, llegaron a Vigo la semana pasada huyendo de su lugar de origen por el rechazo social y los múltiples problemas que se han encontrado simplemente por el hecho de ser pareja. “Me echaron del colegio en el que daba clases por ser gay. Los padres de los alumnos no querían que yo fuese su profesor, porque algunos pensaban que sus hijos podrían acabar siendo homosexuales”, asegura Edwin. Es decir, perdió el trabajo únicamente por su orientación sexual y especialmente la intolerancia de sus propios compañeros y de las familias de los estudiantes.
Pero esto fue solo la punta del iceberg. Porque los problemas venían ya de mucho antes. “Ya no podíamos más, sentimos que no encajábamos en la sociedad”, apuntan. Tampoco estuvieron respaldados por sus familias ni por su entorno más cercano. Y a nivel de derechos, prácticamente no tenían ninguno reconocido. Por ejemplo, cuando uno de ellos tuvo un accidente de moto, no se le permitió al otro estar junto a él porque no era “oficialmente” su familia, precisamente en un país que no reconoce legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo. “Además, vivíamos en un pueblo, y la homosexualidad sigue siendo un estigma, te tachaban socialmente, te sentías señalado, la gente hablaba continuamente…”, recuerda Edwin.
Todo ello formó un cóctel que llevó a esta pareja peruana a tener que abandonar su país de nacimiento. Y no solo eso, sino que decidieron cruzar el charco y venir a España “porque es un país en el que están reconocidos los derechos LGTBI”. La semana pasada llegaron a Vigo, ciudad que eligieron por su calidad de vida, para afincarse. Sin ir más lejos, ayer acudieron al Concello a empadronarse y también fueron a la Policía para solicitar el asilo por razones humanitarias. De momento viven con sus ahorros, con los que han alquilado una pequeña habitación en Vigo, y ahora están en pleno proceso de búsqueda de empleo. Hay que destacar que ambos tienen carrera universitaria: Alexis es ingeniero biológico (trabajaba en Perú como profesor universitario) y Edwin licenciado en lingüística. Su objetivo es que les homologuen sus titulaciones, pero de momento buscan cualquier tipo de trabajo, “ya sea cuidando ancianos o como camareros”. En estos primeros días en la ciudad se han puesto en contacto con diversas ONG y también con Pvlse, uno de los colectivos LGTBI de la ciudad, para recibir orientación y poder empezar sus nuevas vidas en Vigo.
Aunque apenas han tenido unos días para conocer la urbe olívica, la diferencia que se han encontrado con la región peruana en la que vivían es enorme. Porque pese a que en España continúa habiendo reductos de LGTBIfobia, la situación no tiene nada que ver con Latinoamérica. Prueba de ello es que tanto Galicia como Vigo se han convertido en los últimos años en lugares receptores de personas homosexuales o trans que cruzaron el charco en busca de una vida mejor.
Más casos
Además de Edwin y Alexis, destaca también el caso de la joven venezolana Mitchielle Katherine Arrieta Márquez, que llegó hace más de tres años a Vigo huyendo de la discriminación que sufría en su país de origen. “Recuerdo una vez que unos chavales me agredieron tirándome piedras. Un policía estaba al lado y no me dijo nada. Cuando me acerqué a pedirle ayuda recuerdo que me dijo: ‘Eso te pasa por maricón’. Nunca lo olvidaré”, rememora esta joven veinteañera, que en 2019 comenzó a hormonarse para poder cambiarse de sexo y de nombre y ser mujer a efectos legales. Pero para lograrlo no le basta solo con eso y con los informes médicos correspondientes.
El problema es que para llevar a cabo el cambio legalmente, no podrá tener doble nacionalidad y renunciará por tanto a la ciudadanía venezolana, porque sería irregular tener un nombre y un sexo en España y otro diferente en Venezuela. “Aunque sea la misma persona es un delito, por lo tanto tengo que tomar una decisión”, afirma. Y lo hizo. “Si quiero ser mujer, tengo que dejar de ser venezolana. Es triste, pero no me queda otra opción”, aseguró en su entrevista a FARO el pasado verano.
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