La vida en la Antártida obliga a la eficiencia energética por razones evidentes, desde el clima extremo a la luminosidad intermitente. Lo es más aún si hablamos de la isla Decepción, en el archipiélago de las islas Shetland del Sur, donde se ubica una de las bases españolas en el continente, la Gabriel de Castilla. Tanto es así que, a principios de 2023, el asentamiento en los confines del mundo contará con una 'Passivhaus' –una casa energéticamente eficiente– que se construye estos días en las instalaciones de Arpa en La Muela. Supondrá la primera edificación de estas características que se localizará en territorio antártico.

Se trata de un proyecto que persigue la autosuficiencia energética y la no emisión de gases contaminantes, que utiliza un 15% de los recursos energéticos que consume una vivienda estándar. Para ello, se instalará junto a la construcción un parque de placas fotovoltaicas y un aerogenerador. Y es aquí donde entra en juego el hidrógeno verde. El módulo contará con un sistema de conversión del excedente de electricidad al hidrógeno que permita conservar la energía producida.

El módulo habitacional será ocupado por ocho investigadores de la base y, hasta ahora, se han realizado varias estancias de investigación en el Líbano, la Antártida y en Zaragoza para comprobar cómo se comporta este modelo en diferentes climas, medios o extremos. Ya se demostró que es capaz de disminuir el consumo de energía hasta un 90%. El problema, hasta ahora, estaba en la dificultad para abastecer con energías renovables el consumo, pero al reducirlo al 10% es posible el autoabastecimiento.

Una vez terminado, el prototipo se probará ahora con la Brigada de Zapadores en el campo de maniobras de San Gregorio, en Zaragoza, como ejemplo de clima árido y seco durante seis meses. La hoja de ruta lo trasladará a la base de Riga, en Letonia para, finalmente, trasladarlo a la base Gabriel de Castilla en la Antártida, donde se ubicará definitivamente. Será el primer edificio Passivhaus que se levantará en el continente Antártico.

El proyecto cuenta con una inversión cercana al millón de euros cofinanciados al 55% por el programa europeo LIFE+. En el convenio participan cuatro socios: la Fundación del Hidrógeno de Aragón, el Centro Universitario de la Defensa y las empresas aragonesas Arpa y B-Haus.