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Halloween en Mallorca: una fiesta entre animales y buñuelos

Cientos de familias han visitado disfrazadas este domingo el Palma Aquarium y Marineland. Al caer la noche, se celebraron fiestas vecinales en la calle

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Halloween Mallorca Manu Mielniezuk

Este es el año de un Halloween tranquilo, familiar, controlado, vecinal. Las grandes fiestas en discotecas no han eclosionado todavía por el temor a la covid, pero sí han empezado a celebrarse reuniones con aforos medianos.

Una de las opciones elegidas en esta Noche de los Muertos por muchas familias ha sido la de visitar por la mañana aprovechando el buen tiempo los parques de animales, donde se han preparado múltiples actividades para niños. 

Al mediodía, en Palma Aquarium, se reunieron cerca de un millar de personas, muchas de ellas con disfraces de temática nocturna y de terror, para disfrutar de los peces, tiburones, las salas decoradas y también del pasaje del terror. En un recodo del espacio de ocio, se ha montado un photocall para los más fotogénicos. Hay un concurso de disfraces en Instagram.

Tres amigas posan con sus terroríficos atuendos en el sofá decorativo y el ataúd de drácula. La pequeña Claudia Darder, de siete años, va de bruja y gata. Emma del Río, también de hechicera, y su hermana Ana, de vampira. Les gusta esta fiesta «porque da un poco de miedo», juegan por la noche a Truco o Trato por su barrio con el fin de conseguir chucherías, pueden «mirar vídeos de miedo» o hacer talleres de papiroflexia sobre la temática de Halloween. «Anoche vieron la película La familia Adams», relata una de las madres.

Ataúdes con telarañas, cuervos, calaveras, sepulcros, esqueletos, velas. El pasaje del terror del Aquarium cuenta con un atrezzo que atrae a grandes y pequeños. Laura Ruiz y Josefina Raya suelen celebrar Halloween todos los años porque les gusta disfrazarse. «El vestido de bruja me lo he hecho yo», explica Josefina mientras muestra el collar de ratas de plástico que ella misma se ha fabricado. 

El director de Retail del espacio en Platja de Palma, Nacho Alcover, ayer mánager de guardia, explica que llevan celebrando Halloween hace seis o siete temporadas «y funciona muy bien, cada vez viene más gente, es una fiesta que ha cogido mucha fuerza».

Otro de los epicentros matinales de Halloween fue Marineland, en Calvià. El desfile de disfraces se fundió con los exóticos animales que están en el parque. En la puerta, una familia ya sale después de pasar la mañana en las instalaciones. Son Laura Andrés, vestida de novia cadáver; Jorge García, de novio cadáver; Marta García, de Harley Quinn (la novia de Joker); Álex Cámara, del cazarrecompensas de la serie The Mandalorian, y Ana Cámara, de comunión cadáver. Ana dice que prefiere la Navidad, pero a Marta le gustan «las chuches y los sustos». Por la noche, acudirán a la fiesta que se celebra en la urbanización donde residen, Costa den Blanes, «una celebración que mezcla las vírgenes con Halloween», cuentan.

Durante la mañana, los visitantes han podido participar en varios sorteos de diferentes premios: bonos para visitar Marineland, Western Park o Aqualand, un pase para una actividad de interacción con los delfines, una bicicleta, bonos de estancias en hoteles, un jamón, altavoces bluetooth, etc. 

Pese a no trabajar y tener el día libre, el entrenador de delfines Eduardo Ow pasea con su hija Camila -ambos disfrazados- por la zona de leones marinos. 

Para muchos niños, la diversión no se acabó con la visita a los parques o un paseo matutino. La familia de Laura Andrés, Jorge García, Marta García, Álex y Ana Cámara continuó disfrutando a partir de las 18 horas en la fiesta organizada por la Asociación deportiva sociocultural de Costa den Blanes. En la plaza Dolores Nouvilas, se montó un escenario, sillas y una suerte de caseta donde se servían buñuelos y bebidas. Actuaron las bailarinas del estudio de danza Maria Antònia Mas, actuó la tuna (pues la fiesta es también por las vírgenes), y también hubo música con Dr. Funkestein. Jaqueline Silva, una vecina, aprovechó para celebrar el cumpleaños de su hijo. Un caballero diabólico repartió con una cesta dulces a los pequeños. Y un padre comentaba no entender el éxito de El juego del calamar, un disfraz muy publicitado pero con escasa presencia en las calles de Mallorca. «Yo soy de Parchís, de D’Artacán, esa violencia no la entiendo». 

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