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VOLCÁN DE LA PALMA | LA CIENCIA DETRÁS DE LA ERUPCIÓN

El volcán de La Palma emite bombas volcánicas, grandes piedras incandescentes

El volcán emite grandes piedras incandescentes que se deslizan ladera abajo por el cono

Así rueda una bomba de lava por el volcán de La Palma. / @HARRIGEIGER

Cuando el volcán tiene fuerza suficiente es capaz de ‘escupir’ piroclastos de hasta 2 toneladas y 500 grados de temperatura que ruedan por la pendiente del cono volcánico



Una gran roca se desliza ladera abajo al lado del cono volcánico entre el picón a gran velocidad, dejando a su paso una estela de gases y polvo, como si de una gran bola de nieve se tratase. Cuando por fin consigue frenar, muestra la incandescencia de su interior, formada por una lava de color dorado a más de 500 grados centígrados. Estas grandes rocas, conocidas en Canarias como huevos volcánicos, pueden ser tanto bombas volcánicas como bolas de acreción y, pese a su gran tamaño, se trata de un piroclasto más que, en un futuro, configurará el nuevo paisaje.

La realidad es que la emisión de estas rocas basálticas es una de las más comunes en el vulcanismo del Archipiélago. En Canarias, los volcanes históricos han dejado algunas de estas figuras que ahora forman parte del paisaje volcánico. El ejemplo está en el sendero «los huevos del Teide», una ruta cerca de la carretera de Montaña Blanca en la que se pueden ver los gigantescos pedazos de lava solidificada. El mismo paisaje se repite sobre la ladera de Montaña Rajada, en el Parque Nacional de Timanfaya (Lanzarote) donde estas bolas negras de lava permanecen intactas desde el día en el que volcán tuvo la fuerza para expulsarlas hacia la superficie.

Bombas de lava ruedan por la ladera del volcán

Bombas de lava ruedan por la ladera del volcán Agencia ATLAS | EFE

Usualmente, una bomba volcánica es un glóbulo de roca fundida (piroclastos) cuyo tamaño iguala o supera los 64 milímetros de diámetro y puede pesar entre 2 y 4 toneladas. Esta es la explicación que proporciona el geólogo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), José Mangas, quien señala que estas grandes piedras «se producen con consecuencia de la fragmentación del magma» y son, en realidad, bombas de acreción. Sin embargo, como en este caso no se han podido hacer análisis en laboratorio, el origen de estas grandes rocas ígneas también podría estar, según el vulcanólogo del Instituto Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), Vicente Soler, en las piedras antiguas que se encuentran dentro del volcán. Desde esta perspectiva, lo que está sacando hacia el exterior el volcán podrían ser, asimismo, xenolitos desprendidos de las paredes que se encuentran en las entrañas de La Palma y que pueden haber formado parte de la isla desde hace años. El volcán las arrastra hacia el exterior gracias a su potencia, igual que logra cuando ha emitido bombas blancas con una apariencia similar a la de las «restingolitas» encontradas en la erupción submarina de El Hierro, Tagoro.

Sea cual sea su origen, lo que está claro es que, como son muy pesadas –su volumen está entre los 2 y 3 metros cúbicos– les es imposible impulsarse grandes distancias, a no ser que el volcán adquiera suficiente fuerza como para llevar a cabo semejante proeza. Si no es así, «acaban descendiendo ladera abajo por el cono y dando vueltas sobre sí misma», recalca Mangas. Este movimiento provoca que el piroclasto se una al picón que hay en la superficie de la ladera y se redondee a sí misma. Además, mientras desciende por esa falda del cono volcánico, «va perdiendo gases» y, con su movimiento, lanza arenilla. «La imagen recuerda a los dibujos animados de Coyote y Correcaminos», afirma Soler.

Estas rocas basálticas incandescentes no suponen un peligro «si discurren de esta manera», dado que «el volcán no tiene la fuerza suficiente como para lanzarlas más lejos». De hecho, que apenas puedan viajar a unos metros del cono, es una señal de que el volcán está perdiendo fuelle. El peligro real se encuentra cuando «la explosividad y el tremor sísmico aumenta». En ese momento, el volcán es capaz de expulsar estas bombas a más de 500 metros de distancia. «Cuando eso ocurre nos suelen avisar para que nos vayamos de la zona», indica Soler. De hecho, los investigadores ya han sido testigos de la destrucción que generan estos grandes piroclastos. En las primeras semanas de la erupción durante una de sus fases explosivas, varias de estas bombas rompieron pequeños muros a más de 500 metros del cono.

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