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Club de Educación y Crianza

Jóvenes, la generación muda: ultraconectados pero incapaces de mantener una charla telefónica

Los 'centennials' hablan con notas de voz o mensajes escritos, un hábito que a largo plazo implica una pérdida de habilidades comunicativas

Varios jóvenes miran sus móviles.

Internet, irreverencia, inmediatez e incertidumbre son las cuatro íes que explican la fórmula secreta de la generación Z o 'centennials' (nacidos entre 1994 y 2010), chavales y chavalas 100% digitales que ha dejado atrás a los 'millennials' (1981-1993). Para los ‘centennials’ el mundo carece de fronteras. Son multiculturales y no se sienten intimidados ni en el mayor aeropuerto internacional del planeta. Son la generación más y mejor comunicada de la historia… pero no hablan por teléfono. Hoy, en el Club de Educación y Crianza, hablamos de ellos y ellas, la generación muda. 

Si tienes hijos o hijas adolescentes lo habrás observado. El móvil -jamás lo tienen con el sonido activado- es un instrumento que les sirve para muchas cosas, pero no para mantener una conversación. Viven en la tecnología, así que Whatsapp y notas de voz están a la orden del día, pero contestar una llamada les resulta algo añejo, una actitud propia del siglo XX. ¿Estamos delante de un problema? Ahora mismo quizá no. Pero los expertos advierten: si esa actitud se mantiene en el medio y largo plazo, las nuevas generaciones perderán habilidades comunicativas y sociales.

Recibir una llamada es “una intromisión en la vida cotidiana" que “consume demasiado tiempo”. Así lo consideran tres de cada cuatro jóvenes estadounidenses con edades entre 18 y 33 años entrevistados para 'Generation mute, milennials phone call statistics', un informe de EEUU cuyas conclusiones son perfectamente extrapolables a España. ‘No lo he oído’ y ‘lo tenía en silencio’ son las principales excusas de los jóvenes para no descolgar el teléfono y hablar con su interlocutor. Padres y madres 'boomers', que en su adolescencia se pasaron horas hablando con sus colegas por el teléfono fijo, miran ahora atónitos a sus hijos e hijas, que rezuman ansiedad solo de pensar en una conversación telefónica.

 “Vivimos en la sociedad de la inmediatez, estamos inmersos en un contexto digital y no analógico. Las conversaciones asíncronas (las que no coinciden en el tiempo) son más cómodas. Pero en ellas se obvian muchos detalles, como el tono de voz y la comunicación no verbal. Implican una pérdida de habilidades comunicativas”, explica Enric Soler, psicólogo relacional y colaborador de los estudios de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (OUC).

La conversación “a trompicones” que tienen los más jóvenes por notas de voz o mensajes de chat no tienen la misma calidad. “Lo que se dice se puede distorsionar. No se interpela al otro, no se le repregunta. No se puede argumentar o debatir lo que el otro te está diciendo. Cuanto menos practicas las habilidades comunicativas más las pierdes”, reflexiona el psicólogo relacional. 

Puede que los jóvenes sientan pánico escénico a hablar por teléfono, algo que consideran una pérdida de tiempo. Pero cuando quedan sí que hablan. “Eso es diferente. Hablar en directo es una situación previsible y ya cuentan con que eso va a suceder, al contrario de lo que sucede al teléfono”, explica Ferran Lalueza, profesor e investigador de los estudios de Ciencias de de la Información y de la Comunicación de la UOC. El experto pone el acento en la diferencia que existe entre una conversación telefónica a otra mantenida por notas de voz. Estas últimas tienen, para los más jóvenes, tres ventajas: “La puedes borrar, la puedes ensayar y puedes tomarte tu tiempo antes de emitirla”.

La generación Z ha aprendido a hacer clic antes que a hablar, pero Lalueza destaca que no están en absoluto incapacitados para mantener una conversación telefónica. Simplemente, añade, tienen una manera de comunicarse distinta. Es “un hábito arraigado” y “más pragmático” que les hace sentirse más cómodos. “Para los más jóvenes no es descortés algo que para los adultos sí que lo es: rechazar una llamada y escribir un mensaje para preguntar al interlocutor qué quiere”, asegura. 

El profesor universitario recuerda que las habilidades comunicativas -y sociales- son como dominar un idioma extranjero: por más bien que lo hayas aprendido y lo hables si no lo practicas lo vas perdiendo. Lalueza, por ejemplo, tiene prohibido a sus alumnos y alumnas de la asignatura Social Media realizar entrevistas con 'influencers' por correo electrónico. “Eso no es una entrevista periodística, es un cuestionario. No se puede repreguntar o debatir. Las entrevistas hay que hacerlas en vivo, ya sea por teléfono o de manera 'online'”, sentencia.

Una vez hecho el diagnóstico, los dos profesores universitarios explican que la situación se puede reconducir. Enric Soler se muestra convencido de que, dentro de un tiempo, los jóvenes reflexionarán y optarán por un canal u otro de comunicación en función de la situación en la que estén. Mientras, Lalueza añade que las nuevas generaciones tienen que interiorizar una cosa: el objetivo de comunicarse no es la perfección sino la experiencia. “Vivir la comunicación y transmitir sensaciones es algo mucho más auténtico. Merece la pena equivocarse o arriesgar porque la comunicación en vivo es mejor”, concluye haciendo una comparación con Instagram. En la red social, muchos jóvenes quieren parecerse a los 'influencers' y maquillan sus fotos con filtros. El resultado es un modelo de belleza nada auténtico.

Hemos hablado, y mucho, de los jóvenes. Pero ¿qué pasa con los adultos? Los 'boomers' también deberían alejarse un poco de la tecnología y practicar habilidades. Diego Hidalgo, empresario, divulgador y autor de 'Anestesiados. La humanidad bajo el imperio de la tecnología' (Catarata), pone un ejemplo revelador. “¿Cuántas veces envías por Whatsapp tu ubicación a algún amigo con el que has quedado? No tiene nada de malo. Es una herramienta tecnológica muy útil. Pero si optas por llamar a esa persona y decirle: “mira, estoy en la calle tal, llegas cruzando dos calles y girando a la derecha” estás fomentado tu capacidad cerebral, tu capacidad de orientación. Y lo mismo la otra persona”.

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