Alberto de Mónaco brilló este viernes con luz propia durante la inauguración del Mallorca Country Club, convirtiéndose en el centro de todas las miradas durante el cóctel y posterior cena que se celebró en este distinguido centro deportivo de Santa Ponça.
El príncipe monegasco acudió a la fiesta de reapertura de las reformadas instalaciones del club calvianer -impulsadas por el austríaco Edwin Weindorser- sin su esposa Charlène de Mónaco, con quien contrajo matrimonio hace diez años. No fue una sorpresa, porque las apariciones de ambos juntos a lo largo del año son muy escasas: la festividad de Santa Devota, el día del Principado, alguna gala benéfica y poco más.
Siempre interesado en la defensa del medio ambiente y el olimpismo, Alberto apareció en el Mallorca Country Club con una raqueta de pádel y una gorra deportiva, con la intención de disputar un torneo en el que acabó en primera posición. Sonriente en todo momento, señaló que tiene «recuerdos de su infancia en Mallorca» y pidió que la próxima vez que venga haya sol, ya que le tocó jugar «en pleno aguacero», lo que arrancó las risas de los asistentes.
Los 120 invitados degustaron un menú elaborado por la reconocida chef Maca de Castro
La velada, que estuvo amenizada por la música de Carolina Cerezuela y Jaime Anglada, rockero acostumbrado a actuar ante la realeza -entre sus seguidores se encuentra Felipe VI-, también contó con la presencia del extenista y actual entrenador de Rafel Nadal, Carlos Moyá; Corinna Betsch, empresaria y mujer de Michael Schumacher; la tenista alemana Sabine Lisicki, que cuenta en su palmarés con cuatro títulos de la WTA; la también tenista Anabel Medina; el presidente del Círculo de Economía, José María Vicens; y en representación del Govern, Iago Negueruela.
Los invitados, alrededor de 120 personas, degustaron un menú elaborado por Maca de Castro.
Regreso al Hotel Son Vida
Alberto de Mónaco se reencontró ayer con Mallorca, una isla que descubrió siendo un niño, cuando con tres años correteaba por Son Vida mientras su padre jugaba al golf. El príncipe llegó a primera hora de la tarde a Son Sant Joan, sin su esposa Charlène, que reside en Sudáfrica desde hace unos meses, y se dirigió directamente a las instalaciones del Mallorca Country Club, en las que entró con una raqueta a cuestas. Durante su estancia en la isla Alberto ha querido alojarse en el Castillo Hotel Son Vida, en la misma habitación que ocuparon sus padres, Rainiero y Grace de Mónaco, en julio de 1961, con motivo de la inauguración de un establecimiento del que el por entonces titular del principado era accionista. Los Grimaldi siempre han sentido atracción por Mallorca. Alberto I, el príncipe navegante, ya visitó la isla en 1909, dos años antes de que concediera a Mónaco una Constitución.
