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Con ciencia

Tortugas

La tortuga cazadora.

Ha dado la vuelta al mundo —al mundo de los lectores de prensa generalista interesados en noticias científicas, al menos— un vídeo en el que se ve a una tortuga gigante de las islas Seychelles (Aldabrachelys gigantea) dando caza a un pájaro para comérselo a continuación. La sorpresa que han producido esas imágenes tiene tanto que ver con lo insólito de que un animal de movimientos tan lentos sea capaz de cazar a un ave como con el hecho de que se tenía por cierto que las tortugas son en esencia herbívoras —las terrestres al menos; las marinas van por otro lado. El vídeo en cuestión procede de un artículo de Anna Zora, de la Fundación Frégate Island (Seychelles), y Justin Gerlach, del Peterhouse College de Cambridge (Reino Unido), publicado en la revista Current Biology, y da cuenta de la primera observación de una conducta de caza en una tortuga terrestre.

En realidad el supuesto de que las tortugas terrestres tienen una alimentación herbívora es erróneo. Una revisión realizada en 2006 por Luca Liselli cifra en un 62,5% las tortugas que son sólo herbívoras y en un 32,8% las que siguen una dieta omnívora. Una única especie (es decir, un 1,7% de la totalidad) es carnívora de preferencia. Pero desde luego que al hablar de la ingesta de carne en esos reptiles se piensa en una conducta carroñera, habida cuenta de lo difícil que es pensar en que una tortuga tenga la capacidad de movimientos necesaria para cazar. Pero el artículo de Zora y Gerlach demuestra que, al menos en una ocasión, hasta las tortugas gigantes lo han hecho.

Los matices son necesarios. El ejemplar de A. gigantea que observaron Zora y Gerlach atacó a un polluelo de charrán —un ave marina de la especie Gygis alba— tan pequeño que no era capaz de volar y ni siquiera pudo alejarse de la tortuga. De hecho los charranes anidan en árboles a cuyo pie viven las tortugas gigantes de las Seychelles, así que los autores indican en su artículo que es probable que el episodio de la caza respondiese al acecho de la tortuga en cuestión en espera que algún polluelo se cayese del árbol. Zora y Gerlach mencionan que se han visto otros ataques de ese tipo en diversas ocasiones, aunque no están documentados y por eso no sirven de ejemplo para la ciencia.

Si aparece la oportunidad de una ingesta de alta calidad, cuesta poco entender que cualquier animal la aproveche. En condiciones de cautiverio, los gorilas —simios herbívoros por excelencia— pueden ser habituados con facilidad a una dieta de carne. Y una vez ampliada la dieta, la diferencia entre carroñero y cazador depende de las oportunidades disponibles. La tortuga filmada por Zora y Gerlach cazando no hizo sino sacar ventaja de la situación que se le presentaba. Poco sentido tiene poner el grito en el cielo horrorizándose. A eso se le llama selección natural.

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