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Terrazas de verano | Bajo el cielo de Calvià

Terrazas de verano | Bajo el cielo de Calvià

Han empezado las primeras lluvias que marcan el final del verano, pero en Mallorca tenemos la suerte de que podemos disfrutar de las terrazas incluso en invierno. Calvià cuenta con algunos de estos espacios cargados de encanto. Uno de ellos se encuentra en Cala Fornells, concretamente en el restaurante La Gritta.

Su historia se remonta cuando el italiano Franco Nero abrió este local en 1974. Lo bautizó así en referencia a la denominación en el dialecto genovés de un cangrejo de río. Así lo explica Tomàs Bonet, maitre del establecimiento, quien empezó su aventura laboral en La Gritta coincidiendo con el cambio de milenio, en el año 2000. Como muchas otras terrazas de la zona, se encontraba llena. Explica Bonet que la clave es la amabilidad y atención a todos sus clientes, la gran mayoría repetidores, ya sean mallorquines como visitantes. Fui testigo de su trato familiar y atento, así como de su oferta culinaria variada. El solomillo cebón a la parrilla, el rèmol amb safrà, escopinyes i gambes, así como los tagliatelle al oporto o la burrata ahumada con tomates, pesto y rúcula dan fe de ello, así como los arroces. Bonet comenta que uno de sus platos estrella es el tártaro de ternera, que continúan preparando con la receta de hace 47 años, y también recomienda la lubina a la sal, el pulpo con sobrasada y los rollitos rellenos con langostinos y camallot.

Bajo el cielo de Calvià

Franco Nero lo regentó aproximadamente hasta 1987, cuando dio paso a la etapa del madrileño Miguel Ángel Jiménez, que lo comandó hasta 2018. Fue en esta fecha cuando Antònia y Tomeu, también propietarios del restaurante La Memé y del hotel Neptuno de Peguera, cogieron las riendas de La Gritta. Siguen con la misma filosofía, atender estupendamente al cliente para satisfacerlo. Para ello, además de Tomàs Bonet, cuentan con otro gran aliado, su hijo Toni, quien atiende a la perfección. Los postres fueron también una sorpresa, todos caseros, como la tarta de queso o el suflé Alaska. La luna y la brisa del mar pusieron el resto a una velada totalmente agradable y sabrosa.

Apunts de sobretaula

Sentir-se com a casa és una de les claus perquè el client torni una i una altra vegada a un bar o restaurant. Ara bé, el punt de simpatia ha de ser mesurat. Record que fa devers 20 anys uns amics i jo vàrem decidir anar a tastar les tapes d’un local que havia obert feia poc a Palma. El menjar va estar molt bé, però el propietari no aturava d’interrompre la nostra conversa per fer-nos acudits. Crec que no hi tornàrem, en quedàrem farts.

La qüestió és que en l’àmbit de la restauració, sentir-se com a casa significa que et coneguin els gustos, menjar bé, que el personal tengui un somriure quasi permanent i gaudir del lloc sense preocupacions ni maldecaps que puguin fer-nos tornar a la rutina de la qual ens evadim en cada una d’aquestes escapades.

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