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Leonor y Sofía rompen con la tradición náutica

Las hijas de Felipe y Letizia no han participado nunca en un curso de vela en Mallorca, como si han hecho todos sus primos. Tres generaciones de reyes navegantes en el Mediterráneo que puede tener sus días contados

Leonor (i) y Sofía (d), con los Reyes y frente a la tripulación del ‘Aifos’ el pasado sábado en Palma.

A don Juan de Borbón le gustaba tanto el mar que incluso llegó a vivir en un barco mientras realizaba largas travesías. Don Juan Carlos heredó esa pasión por la vela y el Mediterráneo de su padre y llegó a ser olímpico, en Múnich 1972, igual que la emérita reina Sofía que fue suplente, también en vela, en Roma 1960. Felipe, Elena y Cristina también han sido grandes regatistas. Tanto, que el hoy rey fue abanderado en los Juegos de Barcelona 1992, en los que compitió en vela cuando aún era Príncipe de Asturias, logrando diploma olímpico y la ex duquesa de Palma fue abanderada española en los juegos de Seúl 1988. El deporte y la náutica han estado ligados desde siempre a la Familia Real Española, una tradición que se ha ido pasando de padres a hijos y que parece que, inevitablemente, se romperá. Ni Leonor ni Sofía seguirán los pasos del Rey.

«A las niñas no les gusta la vela», dijo en aquel lejano agosto de 2017 una reina Letizia que pretendía así zanjar la manida pregunta que, año tras año, realizábamos los periodistas cuando teníamos ocasión. Una y otra vez insistíamos en si las pequeñas realizarían como todos sus primos –los hijos de los duques de Lugo y los de Palma- un curso en el club de Calanova. Y verano tras verano, nos quedábamos sin la imagen y ese debut deportivo; su padre solo decía que «cuando ellas quisieran». Y seguían sin querer. O eso parecía. Porque en 2018, alejadas de los focos, la princesa Leonor y la infanta Sofía se iniciaban en la vela durante el campamento de verano que realizaron en los Estados Unidos. Lo contaron ellas mismas, durante un posado en La Almudaina de hace dos años. «Hemos realizado muchas actividades», dijeron. A lo que el monarca apostilló, no sin algo de ironía: «la vela estaba entre ellas».

Lo cierto no es que las niñas rechazaran la vela por propia decisión, sino que, según informó en su día Vanitatis, el motivo era que Letizia no quería que sus hijas estuvieran expuestas sin su tutela. «Los cursos de vela son abiertos, con más niños a los que no se les puede prohibir que hagan fotos o que sean competitivos entre ellos. Hay juegos, entrega de premios, salidas y meriendas que todos comparten. Mantener ese control sobre lo que se puede decir o publicar es imposible. Los hijos de las infantas Elena y Cristina han disfrutado una barbaridad con esos cursos. Seguramente Leonor y Sofía también, pero la reina considera que esa exposición pública no les beneficia», según citó el digital de fuentes cercanas a la Casa del Rey. Y si analizamos bien el recorrido y las imágenes de las hijas de los reyes durante sus vacaciones públicas en Mallorca, todas las visitas al Náutico han contado con la supervisión de doña Letizia. Desde ese verano de 2006, el primero de Leonor en la isla, hasta este último, donde ni siquiera subieron al Aifos para evitar contagios.

Lejos quedan esas célebres e icónicas imágenes de la familia a bordo del Fortuna, o de la Somni, en tiempos más cercanos. Las nietas pequeñas de los reyes eméritos han disfrutado poco de las jornadas marineras y de seguir la competición desde el yate. Lejos también quedan las imágenes de la princesa y la infanta viendo cómo entregan diplomas a Froilán y Victoria tras superar un nuevo curso de vela. La última fotografía de todos los primos juntos, de hecho, se produjo justo en esa ceremonia. Era 2013.

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