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CON CIENCIA

El primer animal

Elizabeth Turner. LAURENTIAN UNIVERSITY

Alo largo de este año se han publicado en revistas de gran impacto científico evidencias que sugieren haber encontrado los restos fósiles del primer animal que vivió en el planeta. Las últimas, en este mes de julio. Los estudios moleculares indican que la vida animal debió aparecer a principios de la era Neoproterozoica, la postrera del eón Proterozoico (a su vez último tramo del Precámbrico), es decir hace cerca de 1.000 millones de años. Pero a esos cálculos indirectos les faltaban las muestras fósiles de lo que pudieron ser los primeros metazoos, el término que corresponde a los seres que llamamos animales por contraposición a las plantas y los hongos.

Elizabeth Turner, investigadora de la Harquail School of Earth Sciences en la Laurentian University de Sudbury (Ontario, Canada), ha publicado en la revista Nature los resultados de su trabajo de campo en los arrecifes del Proterozoico Little Dal, enclavados hoy a una altura considerable dentro la formación geológica Cuchillo de Piedra del noroeste de Canadá. Turner indica que en secciones diminutas de las rocas, tras ser observadas al microscopio, aparecen posibles fragmentos de cuerpos de esponja. Su edad atribuida es de 890 millones de años —la de Little Dal—, así que nos encontraríamos ante los fósiles de metazoos más antiguos que han sido descubiertos.

Los fragmentos hallados corresponden a microestructuras en forma de gusano, y su atribución a partes del cuerpo de una esponja se debe a que ese tipo de microformas fósiles se relaciona con las esponjas que ocupaban, en los arrecifes del Proterozoico, los nichos libres dejados por las cianobacterias, las algas azuladas que, mediante la fotosíntesis a gran escala, transformaron la atmósfera terrestre liberando oxígeno en ella. Esa oxigenación llevaría en el Cámbrico a la primera explosión de vida que conocemos. Pero en 2016 David Gold y colaboradores habían descubierto moléculas fosilizadas en terrenos de cerca de 650 millones de años similares a las que producen algunas esponjas actuales, con lo que las esponjas se convirtieron en candidatos firmes a ser consideradas como los metazoos más antiguos, anteriores a la explosión del Cámbrico.

El escepticismo con el que la comunidad científica ha recibido el hallazgo de Elizabeth Turner tiene que ver con algo que la propia autora indica: la incertidumbre sobre qué características físicas cabe esperar que tuviesen los animales que aparecieron en el Proterozoico. En tales condiciones, es difícil identificar cualquier hallazgo con un fragmento de un posible metazoo. Y las esponjas actuales no son las fabricantes exclusivas de moléculas como las identificadas por Gold y colaboradores: también las generan algunas algas. Tardaremos en contar con evidencias fósiles firmes de los primeros metazoos.

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