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Terrazas de verano | El personal es mi vida

Las Sirenas nació a ritmo del Dúo Dinámico, porque sus creadores fueron Manuel de la Calva y Ramón Arcusa. Hoy sirven auténticas delicias.

Lo importante de cualquier espacio, terraza o no, es estar a gusto y, en el caso en que este lugar se prepare comida, que el manjar sea rico. Las Sirenas cumple con las dos premisas y se ha convertido en un restaurante de referencia de los situados en s’Arenal de Llucmajor y alrededores. Manolo Barceló, de Can Xiu, es su capitán. Campechano y trabajador sabe que si el personal atiende bien a los parroquianos y en la cocina elabora buenos platos, el éxito está asegurado, por lo que siguen estas normas al pie de la letra. De hecho, Barceló es tan consciente de ello que dice que «el personal es mi vida».

el personal es mi vida

Las Sirenas, además del espacio decorado con estos seres mitológicos que en la antigua Grecia eran mitad mujer y mitad pájaro, y que con el tiempo pasaron a ser representadas con cola de pez, cuenta con dos terrazas. La primera, más pequeña, se ubica en la entrada del establecimiento; mientras que la segunda se encuentra mirando al club náutico. Allí triunfan las paellas mixtas y el arroz negro, pero su carta también aguarda otras especialidades como tonyina escabetxada, ensaladilla de pulpo o pan de cristal con ibérico, reducción de Pedro Ximenes y foie. También hay langosta de Mallorca, gambas, pulpitos, escorball, etc. Pero lo que últimamente triunfa en sus terrazas son las carxofes confitades amb xulla, una incorporación de este año. Comenta Barceló que han sido un éxito porque desde que abrió en abril se han pedido unas 2.500 raciones sin estar en carta. En la parte dulce, no falla el milhojas de crema y la tarta de queso.

el personal es mi vida

La historia de Las Sirenas empieza en 1966, cuando Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, es decir, el Dúo Dinámico, lo crearon. Tres años después lo vendieron y el llucmajorer Antoni Barceló Calafat, padre de Manolo y maitre del establecimiento, lo adquirió gracias a la ayuda de su padre, Miquel. Lo regentó durante 18 años y después lo alquiló. Después de este paréntesis, en 1991, Manolo tomó sus riendas, primero como bar-pub y tres años después como restaurante. Desde entonces, ha faenado para situarlo como una de las casas de comida de referencia. La temporada pasada, por la pandemia de la covid-19, fue de los pocos restauradores que apostó por no subir la persiana: «Todo el mundo me dice que acerté, pese a tener 80 mensajes diarios de WhatsApp preguntándome cuándo abriría». Este 2021, lo ha hecho con el éxito de siempre.

Apunts de sobretaula

La beguda no pot faltar a taula i si és vi, i en podem beure, molt millor. De fet, diferents estudis han demostrat que beure’n aporta beneficis per a la salut i que prendre’n en excés té conseqüències negatives. Fa poc he estat per Bordeus, una de les grans zones vitivinícoles d’Europa i del món gràcies a la seva tradició pregona i als seus grans vins. Allà, hi trobareu un museu dedicat a la història de la vinya i del vi que ells han anomenat la Ciutat del Vi, un museu interessantíssim tant per als qui en beuen com per als qui no, fins i tot per als infants (tenen activitats pensades per als més menuts). Hi ofereixen informació històrica i mitològica, però també parlen del cicle de la vinya i els tipus de raïm, hi aborden qüestions científiques, tècniques de cultiu, hàbits de consum, i un llarg etcètera. També hi ha zones de tast i de venda (on, per cert, hi havia un únic vi de Mallorca, l’Ànima Negra 2). Allò que em va sorprendre d’una ciutat amb aquest llegat tan important és que a molts de restaurants, si demanaves una copa de vi, no te la servien al davant. A Mallorca, això no passa tant, però crec que fer-ho així és erroni. Tot professional l’ha d’abocar a la copa davant el client i amb l’etiqueta mirant cap a dalt. Per què? Simplement per deferència al comensal.

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