Johana Castro Salazar, una joven de 28 años, ha relatado las secuelas que le causó contagiarse por coronavirus el verano pasado, cuando acabó ingresada más de 45 días en la UCI y tuvo que someterse a un coma inducido. "Muchas veces pensé que iba a morir", ha confesado la joven, que un año después aún sufre las secuelas que le dejó la enfermedad y no ha podido reincorporarse a su trabajo.

Su testimonio, recogido por el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana (ICOFCV), busca poner en valor la figura del fisioterapeuta y evitar que la historia se repita, concienciar, especialmente a los más jóvenes, que el coronavirus sigue aquí y poner en valor la figura del fisioterapeuta y del resto profesionales sanitarios.

Johana Castro Salazar es una joven de 28 años sin antecedentes de patologías previas ni factores de riesgo que se contagió en agosto de 2020, que estuvo al borde de la muerte en la UCI y que, a día de hoy, sigue con secuelas.

El escenario en que comenzó su historia "es tan común, algo que se repite día a día, que conviene subrayarlo", apunta el colegio de fisioterapeutas.

Según explica Castro, en verano de 2020 hacía meses que no veía a sus amigas y, "como todo estaba mejor", quedaron a comer. "Éramos cinco. Nos echábamos de menos, nos abrazamos, estuvimos comiendo y hablando sin mascarilla. Una de ellas tenía COVID-19 pero no lo sabía, era asintomática. A los pocos días, empecé a sentirme mal, con dolor de garganta y fui al médico. Me hicieron la prueba y di positivo", ha recordado.

"Pensaba que no me podía afectar mucho"

La joven se asustó por su familia. "Temía que los hubiera podido contagiar, no tanto por mí, pensaba, equivocadamente, que al ser joven no me podía afectar mucho", ha explicado Johana, que al principio se encontraba bien, pero una noche comenzó a notar que le faltaba aire y a la mañana siguiente no podía ni hablar. La llevaron al hospital La Fe de Valencia y la ingresaron. Era el 9 de agosto de 2020.

"La sensación era horrible, no podía ni levantarme de la cama", ha detallado. A los dos días, la trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos. Fue la segunda persona en ingresar en este unidad tras el calvario de la primera ola. "Recuerdo que me pusieron oxígeno y que me tenían que cambiar la máscara continuamente. Poco más porque acabé intubada y en coma inducido", ha subrayado Johana.

Su fisioterapeuta, Vera Moltó, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana (ICOFCV), ha precisado que "al principio estaba con oxigenoterapia mediante gafas nasales".

"Se nos hizo interconsulta para entrar a enseñarle ejercicios motores pero con el paso de los días la insuficiencia respiratoria aguda por neumonía COVID-19 fue empeorando y cambiaron a gafas nasales de alto flujo y, como no mejoraba, acabaron intubándola. Además se añadieron problemas más serios por la infección de otras bacterias. Apenas le podíamos hacer movilizaciones pasivas y cuidados posturales, era duro ver que alguien tan joven se iba", ha recordado.

Johana estuvo cerca de 25 días en coma. En ese tiempo tuvo dos despertares. En el primero hicieron un intento de extubación que fracasó y tuvieron que volver a intubar y, finalmente, le hicieron traqueostomía. El segundo sí funcionó.

También en este periodo, según el órgano colegial, la fisioterapia fue clave. "Pasábamos prácticamente a diario y le hacíamos movilizaciones pasivas y cuidados posturales para evitar úlceras por decúbito, entre otros problemas que sufren los encamados de UCI. De este modo, cuando le retiraran la sedación podría empezar cuando antes a realizar ejercicios activos asistidos y coordinados con la respiración. Y así hicimos. Conforme mejoraba, la sentábamos, luego le pusimos un pedalier y, finalmente, en bipedestación. Todo ello antes de subir a planta. Su recuperación fue muy favorable y asombrosa", explica Vera.

"Muchas veces pensé que iba a morir"

Tras más 45 días en la UCI, Johana es trasladada a planta. "Cuando me sacaron todos aplaudieron y me puse a llorar, puede sonar a típico pero cuando lo vives es muy emotivo por lo que significa. Cuando vi a mis padres no me lo creía. Muchas veces pensé que iba a morir y no volvería a verlos".

También en planta recibía a diario la visita del fisioterapeuta. "La ayuda de los fisioterapeutas fue esencial. Venían todos los días y hacíamos ejercicios que me ayudaban a recuperarme. Tenía mucho dolor de espalda y de brazos, apenas podía mantenerme de pie, yo quería avanzar y me esforzaba pero aún estaba muy limitada; llevaba oxigenoterapia, no podía levantarme sola ni coger la cuchara para comer porque me temblaba la mano. Ha sido muy duro", recalca.

Tras dos meses ingresada, el 6 de octubre le dieron el alta. "No me lo creía, tenía muchas ganas de ver a mi familia. Me fui a vivir con mis padres de nuevo porque no podía hacer casi nada por mí misma. De hecho, hasta enero continué bastante mal, cuando me acostaba por la noche me venían episodios de que estaba en el hospital, me generaba mucha ansiedad y no lo podía controlar. He tenido que ir a la psicóloga para que me ayudara. Por suerte esto lo he superado", ha señalado.

Secuelas un año después

A nivel físico las secuelas persisten. Aún a día de hoy, casi un año después de contagiarse, sigue de baja laboral. "Todavía no he recuperado la fuerza en las extremidades, no puedo estar de pie más de una hora y me fatigo mucho. Por prescripción médica, salgo a caminar un rato todos los días y voy al gimnasio para fortalecer y poder reincorporarme a mi trabajo lo antes posible", ha explicado Johana, quien continua yendo cada cierto tiempo al hospital para hacerse pruebas y ver su avance, es el seguimiento post-Covid.

"Quiero mostrar mi enorme agradecimiento a todo el personal que trabaja en el hospital, especialmente en la UCI. Vives momentos muy difíciles y se preocupan por ti de una manera increíble, te ayudan no sólo a nivel sanitario sino también humano, se convierten en tu familia", ha manifestado.

En esta línea, hace mención aparte a su fisioterapeuta por cómo le ha ayudado a volver a caminar y a fortalecer. "Sin su apoyo no sé si lo hubiera conseguido. No había ido nunca a un fisioterapeuta pero ahora sé todo lo que pueden hacer por nuestra salud, es un profesional clave en el sistema sanitario", ha reivindicado.

En ese sentido, el Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana (ICOFCV) reclama que es necesario que se incrementen las plantillas en la Sanidad Pública, algo que sí se ha hecho en algunos hospitales de la Comunitat, como en La Fe de Valencia donde fue atendida Johana, pero no en todos, y en otros, sólo de forma temporal.

Asimismo, Johana lanza un mensaje a toda la sociedad y, en especial, a los jóvenes: "Si pudiera hablar con cada uno de ellos les diría que se cuiden, si no lo hacen por ellos que lo hagan por su familia y por los demás. Pensamos que no nos va afectar porque somos jóvenes pero yo lo he pasado muy mal. Cuando veo las imágenes de botellones, grupos de gente sin respetar las medidas de prevención, siempre pienso que si hubieran vivido lo que yo, se darían cuenta de lo duro que es y lo importante que es no bajar la guardia", ha zanjado.