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Souvenirs | Un centro meteorológico en casa

Un centro meteorológico en casa

Hay estudios para todo. Incluso para explicar que un souvenir, más que un recuerdo del destino de nuestras últimas vacaciones, es el reflejo de nuestra personalidad. «El souvenir dice ahora más sobre el turista que sobre la cultura del lugar a la que supuestamente representa. Incluso llegamos al extremo absurdo de que ya no hace falta viajar, pudiendo adquirir el souvenir por internet, cómodamente desde casa», explica una web de seguros para viajeros. Por ejemplo, quien pase el 90% de sus vacaciones en la Bierstrasse de s’Arenal, probablemente se llevará como recuerdo una jarra para seguir bebiendo cerveza en Múnich. Evocando, quizás, los litros de rubia ingeridos a metros en Mallorca. Ocurre lo mismo que con quien peregrina a Lourdes y acaba metiendo en su equipaje una reproducción en plástico de la Virgen llena de agua bendita.

La isla ofrece el regalo ideal para quienes se adueñan del mando de la tele para pasar de Miquel Salamanca en IB3 a Albert Barniol en TVE, y después a Roberto Brasero en Antena 3. Buscan el grado diferencial en las temperaturas mínimas de la información meteorológica de cada una de las cadenas. Es ideal para quienes navegan convulsivamente de la página de eltiempo.es a la de la Aemet. También para aquellos que han descargado seis aplicaciones en el móvil para seguir la evolución de la borrasca, la ubicación de las nubes y las alertas del día. Lo mismo puede decirse de quienes abren la ventana del dormitorio y miran directamente al cielo. Para quienes distinguen un cirroestrato de un cumulonimbo. Y para quienes apenas han entrado en el ascensor comentan «vaya día» con el desconocido que les acompaña. Para todos ellos, Mallorca tiene un souvenir con el que podrán competir con el Centro Meteorológico Zonal.

El meteorólogo aficionado quedará maravillado cuando descubra el ingenio, la imaginación y la originalidad del termómetro inserto en una guitarra española. En donde va la boca, que así se llama el agujero del instrumento, hay una fotografía de la catedral de Palma. En el sobrepunto se ha colocado la placa que identifica sin género de duda que se trata de un recuerdo de Mallorca. En el mástil está el indicador de temperatura, las rayas que marcan los grados bien pueden asociarse con los trastes que marcan las notas. Una joya que también entusiasmaría a nuestros meteorólogos de cabecera: Agustí Jansà o María José Guerrero.

Más convencional es el que tiene una base rectangular de madera, con un caballito de mar (¿para qué servirá?) a la izquierda, una foto central de la catedral (vale para todo) y el termómetro a la derecha. Los diseñadores han multiplicado los usos del mamotreto con una cadena para colgarlo en la pared y tres salientes de gran utilidad para colgar las llaves.

En lo alto del podio está el centro meteorológico con la forma de la isla, con caracol, concha y estrella de mar

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Sin embargo, en lo más alto del podio hay que colocar el centro meteorológico doméstico con la forma de la isla. Un medallón en la zona de Alcúdia y sa Pobla con la inscripción ‘Recuerdo de Mallorca’ y lo que parece un barómetro sobre Algaida y Vilafranca. Pero la nota distinguida y distintiva son el caracol, las conchas y la estrella de mar de un rojo intenso que ocupan el territorio que se extiende desde Palma hasta ses Salines. El diseñador no solo ha pensado en el meteorólogo, sino que también concede a los estudiosos de la malacología («la rama de la zoología encargada del estudio de los moluscos») una oportunidad para ejercitar sus habilidades.

Este tipo de souvenirs son de alto riesgo. Pueden provocar melancolía entre los suecos que aterrizan en Estocolmo al comprobar que el termómetro marca una temperatura de ocho grados bajo cero, cuando al despegar de Son Sant Joan se encaramaba hasta los treinta positivos.

Nuestro museo ya ha inaugurado la sección meteorológica. Resulta de una lógica aplastante que la siguiente adquisición se relacione con los copos de nieve que muy de vez en cuando se precipitan sobre la Seu de Mallorca.

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