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El ocio nocturno reabre entre la esperanza y la indignación

La sala Luna y el Maraca son dos de los cafés-concierto que han reabierto este fin de semana. «La fecha de las reaperturas de las discotecas no la conoce nadie», afirma Jaime Lladó, de BCM

La calle Sant Magí, en el barrio palmesano de Santa Catalina, repleta de gente ayer por la noche. | RAÚL SANZ

En la sala Es Gremi trabajan los últimos días «a destajo pero con una sonrisa». Lejos queda el mes de enero, cuando la dirección decidió suspender sus conciertos −retomados a finales de abril−, tras un ejercicio, el de 2020, que se cerró con alrededor de 200.000 euros de pérdidas. «El motor se está volviendo a poner en marcha, estamos empezando a sacar a trabajadores del ERTE, recuperando técnicos y quitando las telarañas de los equipos de música. Estamos sorprendidos en positivo, porque los cambios que ahora llegan esperábamos que se produjeran en septiembre», valora el gerente del centro del Polígono de Son Castelló, Pepe Bauzá.

Los cambios a los que se refiere Bauzá entraron en vigor ayer sábado y son fruto del acuerdo logrado el pasado martes entre Govern, patronales y sindicatos en la Mesa del Diálogo Social. Una serie de novedades con las que se quiere dar un especial impulso al sector de la restauración, que ha visto cómo los bares y restaurantes pasan de tener su horario de cierre de las 12 de la noche a las 2 de la madrugada, y a los cafés-concierto y bares de copas, a los que se ha autorizado abrir, también hasta las 2 de la madrugada pero sin permitir el baile y con el consumo de bebidas limitado a las mesas. Además, se ha anunciado una prueba piloto para el 26 de junio en la Sala Social de Palma, con un aforo máximo de 600 personas, que, de resultar positiva, permitirá reabrir las discotecas en torno al 17 de julio.

«La fecha de reapertura de las discotecas no la conoce nadie. Si todo va bien, nosotros esperamos abrir entre el 10 y el 20 de julio», anuncia Jaime Lladó, al frente de BCM. Para el responsable de este histórico local de Magaluf, con un aforo para 3.000 personas, la prueba piloto de la Sala Social, como también la reapertura de los cafés-concierto, es un paso hacia adelante, que se tiene que dar con cautela y, lamentablemente, con la incertidumbre como compañera. «Si la prueba funciona el Govern nos proporcionará una hoja de ruta y habrá que examimar si con las restricciones que nos imponen nos sale rentable o no el volver a abrir. Trabajar con incertidumbre, sin saber qué pasará en unos días, es estresante y así se lo ha comunicado Abone (la patronal del ocio nocturno) a las diferentes instituciones de Balears. En BCM no se puede improvisar una apertura. Entiendo que la conselleria de Salud va al día y que la situación es cambiante pero la pandemia en la isla se está estabilizando y los datos son cada vez más positivos. El turista también necesita diversión por la noche, más allá del sol y playa», reivindica Lladó.

La sala Es Gremi vivió ayer una larga jornada musical, con sesión matinal incluida. | GUILLEM BOSCH

BCM da trabajo de forma directa a cerca de 150 personas y, de modo indirecto, a un centenar más, «sin contar a los taxistas, un sector fundamental para la discoteca», apunta el empresario. «Son muchas las familias que dependen de nosotros y son muchos los meses que llevamos parados. Algunos trabajadores están en una situación de desesperación. Queremos que la gente se divierta, que parezca que está en una discoteca. Pedimos unas restricciones que no nos ahoguen. No puedo decir más. Analizaremos todo cuando tengamos las restricciones sobre la mesa. El horario también será importante», subraya Lladó.

«Nosotros reabrimos este sábado, con un poco más de esperanza que la última vez que lo hicimos, en julio de 2020. Fue la única vez que pudimos hacerlo, entre marzo de 2020 y mayo de 2021», comenta David Valle, director del Maraca Club. El de ayer fue «un día de reencuentro» para los trabajadores y clientes de este café-concierto cercano a s’Escorxador, con mesas, sillas, gente sentada y música de fondo. Los conciertos, marca de la casa, tendrán que esperar, porque «con conciertos no hay bebida, lo que me parece absurdo», protesta Valle. Él mismo se puso anoche a los platos, en el papel de DJ (Niño Caracol), ya que hay que «recortar costes». En cualquier caso, no se muestra pesimista. «Con las vacunas no creo que nos vuelvan a cerrar en dos semanas, espero que a partir de ahora vayamos a mejor», suspira.

Luna reabre sus puertas

La sala Luna, uno de los templos de la noche de la zona de Santa Catalina, también ha reabierto, desde el pasado viernes, aunque con cierto desánimo. «Abrimos, sí, pero igual cerramos en unos días. No sé aún si perderé más con la sala abierta que estando cerrada», espeta Juan Nieto, responsable del local. «Esperaré que el negocio marque las pautas y probaré, a ver si compensa. Funcionamos con licencia de bar, sin DJ y todos sentaditos», subraya Nieto, quien apunta que Luna ha estado cerrada desde el 7 de marzo de 2020. «Lo que me parece cruel es que solo se ayude a quien debe dinero. Yo me he empobrecido, he dejado limpios mis bolsillos, mis ahorros han volado, y no recibiré ninguna ayuda. Y a eso añádele lo de los botellones. El descontrol es total. No entiendo que prohíban tanto y que no regulen. Nosotros no somos ogros, somos trabajadores».

«Empezamos a ver la luz al final del túnel», opina Pepe Bauzá, que también ejerce de presidente de la Asociación Balear de Salas en Directo, agrupación que aglutina a teatros, salas de conciertos, cafés-concierto y auditorios, como el Auditorium de Palma, y que reclama con urgencia un aforo al cien por cien, sin distancia social ni mascarilla (desde ayer los aforos en teatros han pasado del 66 por ciento al 75 por ciento) y que se permita el servicio de hostelería en los conciertos en directo. «Creo que a partir de ahora todo irá más rápido, sobre todo si funcionan las pruebas piloto de la Sala Social y la que realizará el Mallorca Live Summer», apunta en referencia al concierto que ofrecerá el grupo catalán Sidonie el próximo 25 de junio, para un máximo de 5.000 personas, de pie, con mascarillas y sin distancias de seguridad en coordinación con el Govern, que facilitará el uso del certificado covid de les Illes Balears para asegurar que los asistentes cumplan las condiciones sanitarias apropiadas que garanticen la seguridad del evento.

La Sala Social del Passeig Marítim vivirá una prueba piloto el próximo 26 de junio. | B.RAMON

En Es Gremi llevan semanas intentando recuperar la antigua normalidad. Solo en este fin de semana, de jueves a lunes, se han programado hasta doce actuaciones, eso sí, con el público sentado y con mascarillas, lo que reduce el aforo de una sala como la de Son Castelló de 900 personas a 185 plazas. Desde ayer, se permite comer y beber en espectáculos interiores dedicados a monólogos y números de magia, pero no en conciertos, una medida que, para Bauzá, se traduce en «incoherente».

La temporada de conciertos con grupos fuertes a nivel nacional e internacional la arrancarán en Es Gremi en septiembre. «Hay una saturación de bolos para este verano y tenemos que respirar todos. Durante toda la pandemia hemos puesto en valor al músico local», defiende Bauzá, que anuncia una gran primera fiesta para saludar el verano: «Si la prueba de la Sala Social va bien nos plantearemos a partir del 3 de julio programar la fiesta de Rock&Play, una de las más emblemáticas de Es Gremi, y una serie de fiestas dedicadas a la música electrónica».

El Shamrock es otro de los cafés-concierto de Palma que ha reabierto. Lo hizo hace una semana, con una respuesta «floja» por parte de los clientes. «En el Passeig Marítim no hay turistas de día, está bastante muerto, y por la noche no nos da tiempo a hacer caja ni para cubrir gastos. Con estas condiciones perdemos dinero. Tengo bastante personal y a algunos los he podido sacar del ERTE pero con estos horarios y restricciones no podemos defendernos», espeta Luis Lera, el responsable del local.

La música en directo es uno de los grandes reclamos de un Shamrock obligado a abrir con la mitad de su aforo y con el público sentado. «La música en vivo la tenemos todos los días. Antes eran grupos, ahora son solistas», aclara Lera, quien señala el mayor problema al que se enfrentan: las terrazas. «La gran duda es si a partir de ahora nos dejarán abrir la terraza hasta las 2 de la madrugada, como el interior. Desde el año pasado nos obligan a cerrarla a la 1. Con las nuevas restricciones ganaremos una hora más en terraza, con lo cual el avance es mínimo. Damos un pequeño paso, nada más. Con esta situación perdemos dinero. No hay negocio. Lo que queremos es recuperar el horario habitual, hasta las 04.30 horas. Somos una comunidad con baja incidencia de covid y con muchas restricciones. Nosotros no somos los culpables de que haya contagios y nos tratan como tales. El problema son los botellones y las fiestas privadas. La gente quiere divertirse y nosotros podemos proporcionar un control. Nos interesa trabajar y controlar a la gente», explica.

Cerca del Shamrock, en Santa Catalina, se encuentra el Kaelum, otro café-concierto cuyo propietario, Ángel Oliveros, habla de un «paso importante, sobre todo anímico». Referente del tardeo palmesano, este local abre a las 18 horas y desde ayer, cierra a las 2 de la madrugada. «Nos hemos adaptado a las circunstancias y nos hemos convertido en bar-cafetería, volcándonos en la terraza. Poco a poco vemos la luz pero aún no podemos desarrollar nuestra actividad plenamente, con Dj’s. La música, de momento, es de fondo. Yo era de los pesimistas y creía que hasta final de año no se podría volver a bailar. Siendo de lo más conservador, ahora creo que puede ser que haya sorpresas antes», afirma.

A diferencia del Kaelum, el Brookyln, con licencia de café-concierto, no ha querido adaptarse y reconvertirse en bar-cafetería, sabedor de que «puede venirte Sanidad y meterte un palo», advierte su propietario, Matias D’amelio. Su local suma 14 meses cerrado y no contempla abrir a corto plazo. «Tiene que haber un control. Si pasa algo tras la fiesta juvenil de la plaza de toros nos cargaremos toda la temporada. No se puede dar un paso adelante y de repente, permitiendo abrir la plaza de toros, dar cuatro pasos hacia atrás. La reapertura del local dependerá de lo que diga el Govern en las próximas semanas. Tampoco me sirve abrir ahora, con 60 personas sentadas».

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