La mascarilla, más allá de ser un elemento de protección, es también el símbolo de que la covid permanece como una amenaza. Será, seguramente, de las últimas banderas que se descuelguen de manera definitiva en la batalla contra el virus, especialmente en espacios interiores, una realidad que podría ser totalmente diferente en el caso de los espacios al aire libre.

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, abrió la puerta a que se reduzca su uso "en no muchos días", unas tesis avaladas por los expertos. De hecho, según estos, este mismo miércoles se podría salir a pasear al perro, caminar hasta la compra o ir de un lugar a otro a pie sin necesidad de portar el cubrebocas.

"La mascarilla en exteriores no hace prácticamente ningún papel, contagiarse al aire libre es remotamente improbable", indica el investigador de la Fundación Fisabio, Salvador Peiró. Le complementa el catedrático en Inmunoparasitología de la Universitat de València, Rafael Toledo, con un "hace tiempo que se deberían haber quitado".

"Somos de los pocos países de Europa que tenía obligatoria la mascarilla por la calle porque en otros solo era obligatoria cuando se entraba en los locales", expresa Toledo, quien incide en que quienes no la llevaban han tenido curvas epidemiológicas "muy similares" a la española. "Y nosotros los picos de contagio más grandes los hemos tenido con mascarilla obligatoria", añade.

Por su parte, para Peiró "es más fácil decir y controlar que se ha de llevar siempre la mascarilla". Por ello, remarca que en las próximas regulaciones sobre el uso de esta prenda "habrá que hilar muy fino y explicar cuándo y por qué se ha de llevar en un momento determinado o por qué no en otro".

El tiempo como factor

Son varios los factores que ambos expertos desgranan a la hora de abogar por el fin de la mascarilla en espacios abiertos. En primer lugar, casi como decía Ortega y Gasset en "yo soy yo y mis circunstancias", la defensa de reducir el cubrebocas en espacios abiertos no depende solo del lugar sino de la situación. "No es lo mismo cruzarse con una persona por la calle mientras se va andando que estar en un partido de fútbol, donde se canta, se chilla y se está 90 minutos al lado de una misma persona", desgrana el profesor universitario.

Peiró recuerda que las dos principales vías de transmisión son los aerosoles y las que comúnmente se han llamado como gotículas, pequeñas partículas de saliva en las que viaja el virus en caso de contagio. Del primer tipo, el también doctor en Medicina Preventiva y Salud Pública explica que no existe cuando se está al aire libre mientras que para la segunda se necesita estar un tiempo a una distancia relativamente cercana para que se transmita la suficiente carga viral.

También incluye como un factor importante el avance de la vacunación, sobre todo, entre las personas de más de 60 años, las más vulnerables frente a la covid y que han representado hasta ahora el 95% de los fallecidos. "Todavía queda mucha gente por vacunar, pero ahora un rebrote no será igual que lo que hemos pasado", indica el epidemiólogo.

En este sentido, Peiró desgrana que tanto las personas vacunadas como las que ya han pasado el virus y cuentan con una inmunidad frente a la covid podrían actuar de "barreras de transmisión" frente al virus. Un papel importante en el freno de la expansión del Sars-Cov-2 lo harían aquellas personas con mucha socialización que ya lo han pasado o están vacunados y que al tener anticuerpos frente a la covid no propagan el patógeno.

En opinión del investigador de Fisabio, la eliminación de la mascarilla en espacios abiertos tendrá que ir de la mano de una buena ventilación de los interiores. "En estos espacios los contagios no son cara a cara sino que una persona puede contagiar a varias y a distancia". Y añade: "Si los niños han pasado frío en el colegio, ahora nos tocará pasar calor a los adultos en verano".