Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La cuarta ola, entre el viento de las variantes y el dique de las vacunas

Una dosis de la vacuna de Moderna.

Unas declaraciones de la viróloga del CSIC Margarita del Val sobre una nueva ola de contagios, que prevé igual de fuerte que esta, han activado el debate entre los expertos. Todos coinciden en que habrá cuarta ola, pero difieren en el grado de intensidad que tendrá. Todo depende de la evolución de las nuevas variantes, especialmente la inglesa, que ya es dominante en varias comunidades españolas –entre ellas Galicia–, y también de la velocidad con la que avance el hasta ahora lento proceso de vacunación en España. Pero Margarita del Val no es la única que alerta sobre la nueva ola: importantes colegas suyos en Italia, Alemania, EE UU y Dinamarca ya han alzado la voz de alarma sobre lo que nos espera en primavera.


Cuando seguimos inmersos en la tercera ola –y lo que queda hasta llegar hasta los 50 casos de incidencia acumulada que fija como objetivo el Gobierno–, gran parte de los epidemiólogos y estadísticos dan por hecho que habrá una cuarta onda de COVID-19. En lo que no se ponen de acuerdo es en su intensidad. En ella pesarán dos factores que empiezan por “v”: las nuevas variantes (británica, sudafricana y brasileña), el viento que impulsará esta 4ª ola; y la vacunación, que ejercerá como dique. Los mayores expertos de Italia y Alemania auguran un grave aumento de contagios en marzo por la variante inglesa. Por el contrario, en Israel, el país del mundo más avanzado en la vacunación, cae la mortalidad y reabren los negocios. ¿Debemos ser alarmistas, optimistas o simplemente cautelosos?

Simón: "Por supuesto que es posible que haya una cuarta ola"

Simón: "Por supuesto que es posible que haya una cuarta ola" Agencia ATLAS | Foto: EFE

El debate entre los expertos lo avivó hace unos días la prestigiosa viróloga del CSIC Margarita del Val, que auguró una cuarta ola grave e intensa e incluso le puso fecha: finales de marzo. Su vaticinio ha sido cuestionado por algunos epidemiólogos y también por matemáticos que siguen la evolución de los datos y realizan proyecciones. Justo un año después de que llegaran de Italia las primeras voces de alarma sobre el coronavirus en Europa, vuelve a utilizarse el calificativo de “alarmista” para descalificar a quienes alertan sobre una situación potencialmente muy grave.

“Se producirá una ola tan fuerte como esta, con muchas personas mayores muriendo”, dijo Margarita del Val en una entrevista publicada el pasado viernes en “20 Minutos”. La viróloga cree que esta nueva onda se producirá “quizás a finales de marzo”. “Es posible que unas seis semanas después del pico de contagios de la ola actual, que se produjo en torno al 20 de enero, alcancemos el valle y comience a subir de nuevo el número de casos. Si hemos hecho planes para Semana Santa, no los cambiaremos, nos reuniremos con gente, seguirá haciendo frío y habiendo actividad en interiores”, augura la experta.

La viróloga Margarita del Val vaticina una nueva ola tan fuerte como la tercera


Uno de los expertos que ha cargado contra lo que llama “apocalípticos” es el matemático Javier Álvarez Liébana, que asesora al Gobierno de Asturias en la epidemia. Cree que habrá cuarta ola, pero matiza que no hay evidencias de que será peor que la tercera, sino al contrario. “¿Podría serlo? Podría, si cambian los factores”, apunta en su cuenta de Twitter.

Otras proyecciones, como la publicada por expertos de las universidades de Vigo, Santiago y Coimbra a principios de este mes, arrojan, sin embargo, previsiones “realmente pésimas”, según Iván Area, de la UVigo. Este modelo matemático, publicado en la revista “Chaos, Solitons & Fractals”, aborda la evolución de los datos a tenor del impacto de la variante inglesa y tiene en cuenta a los denominados “supercontagiadores”.

Otras voces de alerta inquietantes llegan de Italia, donde hace un año comenzó a manifestarse la epidemia en Europa y se ha reabierto en cierto grado la hostelería. El virólogo Andrea Crisanti, respetado por su aportación al control del COVID en la región del Véneto en la primera ola, ha alertado de que, si no se adoptan medidas de contención, Italia y otros países podrían llegar de nuevo a los 40.000 casos diarios a mediados de marzo. El experto urge a anticiparse, ya que si se producen brotes de la variante brasileña o sudafricana no serán suficientes las medidas quirúrgicas y habrá que confinar de forma estricta. El pasado lunes, Crisanti y Walter Riccardi, asesor del ministro de Sanidad de Italia, pidieron que el nuevo Gobierno del economista Mario Draghi aplicase al menos un mes de confinamiento total para reducir la incidencia y frenar el avance de la variante británica. Cristanti rogó “un bloqueo duro e inmediato para evitar que la variante inglesa se vuelva predominante y que tenga efectos devastadores como en Inglaterra, Portugal e Israel”.

Otro de los virólogos más prestigiosos del continente, Christian Drosten, director del Instituto de Virología del hospital Charité de Berlín y principal asesor del gobierno alemán en esta crisis, ha vaticinado en “Der Spiegel” que la cuarta ola se caracterizará por que “una gran cantidad de personas se infectarán en poco tiempo, más de lo que podemos imaginar en este momento”. Argumenta que, una vez hayan sido vacunados los ancianos y otros grupos de riesgo, la presión popular por eliminar restricciones provocará que haya “hasta 100.000 casos al día”. Los infectados serán más jóvenes, pero los números llegarán tan algo, explica Drosten, que habrá igualmente una elevada mortalidad: “Cuando muchas personas jóvenes se contagien, las unidades de críticos se llenarán de todos modos y muchas personas fallecerán. Solo que serán personas más jóvenes”, advierte.

Los datos epidemiológicos han empeorado en el país germano, donde se han incrementado los contagios, la incidencia y el factor de reproducción. Las autoridades sanitarias alemanas notificaron ayer 7.676 nuevas infecciones en las últimas 24 horas –frente a 6.114 del domingo pasado– y 145 víctimas mortales –218 hace una semana–, según datos del Instituto Robert Koch (RKI) de virología actualizados hasta la medianoche del sábado.

El presidente del RKI, Lothar Wieler, advirtió el pasado viernes que Alemania se encuentra probablemente ante un punto de inflexión al confirmar la ralentización del descenso de nuevos contagios, y advirtió que, con las nuevas variantes, el coronovarius ha recibido un nuevo impulso.

Las restricciones en Alemania, implantadas a principios de noviembre y endurecidas a mediados de diciembre, se mantendrán hasta el 7 de marzo, aunque escuelas y guarderías están abriendo gradualmente y las peluquerías podrán hacerlo en breve.

En Estados Unidos, el virólogo oficial de la Casa Blanca, Anthony Fauci, ha insistido en que “tenemos que preocuparnos de los mutantes”, y el epidemiólogo Michael Ostherholm, asesor de Biden, ha expresado su preocupación por que en las próximas semanas veamos “una situación diferente a todo lo que hemos conocido hasta la fecha” por estas variantes virales.

Aunque no es virólogo ni epidemiólogo, el profesor de Química de la Universidad de Colorado (EE UU) José Luis Jiménez, autoridad mundial en aerosoles, está en contacto con los mejores expertos del país norteamericano y constata que lo que dicen los epidemiólogos de primer orden es que “estamos en una carrera entre las variantes y las vacunas”. “En Dinamarca lo tienen claro, saben que la variante antigua baja al tiempo que la inglesa no sólo sube, sino que se duplica cada diez días. Y esto es como una pandemia dentro de una pandemia”, ha señalado a “Libertad Digital”.

La vacuna, que ha atajado la mortalidad, permite que Israel reabra los negocios


Dentro de España, han sido varias las comunidades que han admitido que la variante inglesa es ya la predominante. Entre ellas Galicia, aunque el Sergas no revela el porcentaje concreto. En la Comunidad de Madrid, el viceconsejero de Salud Pública y Plan COVID-19, Antonio Zapatero, apuntó el pasado viernes que el “peso” de la variante británica en dicho territorio se eleva al 30% de media sobre los casos de coronavirus diagnosticados en la región, y que este avance está ralentizando la caída de la incidencia en Madrid: el último dato de Sanidad es de 427 casos por 100.000 habitantes a 14 días, la mayor incidencia acumulada de España, con la única excepción de Melilla.

En el conjunto de España, la variante inglesa representa ya entre el 20 y el 25% de los diagnósticos, según las estimaciones hechas públicas el jueves por el Ministerio de Sanidad.

En lo que coinciden todos los expertos es en la importancia de acelerar el proceso de vacunación. El ejemplo es Israel, que con 9,2 millones de habitantes ya tiene a 2,9 millones, casi un tercio, con la pauta completa de la vacuna de Pfizer, y más del 45% ha recibido al menos una dosis. La mortalidad por COVID-19 cayó un 98,9% entre los que recibieron la segunda dosis de la vacuna tras al menos 14 días. Por eso ayer ya pudo abrir gran parte de los negocios, demostrando que la nueva ola se puede surfear gracias a la ciencia.

Situación de la vacunación por Comunidades Autónomas

Situación de la vacunación por Comunidades Autónomas

“Es momento de ser muy prudentes. Veo mucha alegría que nos puede conducir a otro desastre”

Juan Jesús Gestal Otero - Profesor Emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago

decoration

Juan Jesús Gestal Otero

 –Suecia, nada sospechosa de gustarle las restricciones, se plantea endurecerlas para atajar la propagación de las nuevas variantes. Los “Fernando Simón” de Italia, con una situación epidemiológica mucho mejor que la de España, han reclamado al menos un mes de confinamiento duro para frenar la variante británica en el país transalpino. ¿Debería plantearse lo mismo en España?

–La situación es muy diferente en estos tres países, tanto epidemiológica como en cuando a las medidas que han adoptado. Por ejemplo, en España las actuales medidas son mucho más duras que las de Suecia, que acaba de prohibir vender alcohol a partir de las 20.00 horas y que se plantea ahora cerrar centros comerciales, gimnasios y piscinas, o poner límites a las compañías de autobuses o trenes para que no puedan vender más billetes que asientos y que las reuniones están limitadas a un máximo de ocho personas. Italia, por su parte, no tuvo la ola de invierno de la que estamos nosotros bajando y su incidencia actual a 14 días es mucho menor que la nuestra; viene descendiendo desde el pico de la onda de otoño el 19 de noviembre, estando durante todo este mes de febrero en una meseta de 280-285 casos/100.000, y se plantean confinamientos perimetrales que aquí tenemos establecidos desde hace más de un mes. Ellos se plantean algunas medidas que en España están ya adoptadas desde hace tiempo. Aquí la situación es en este momento un poco extraña; por una parte, está disminuyendo la incidencia, aunque todavía en valores muy elevados, y por otra está aumentando la proporción de la cepa británica, algo que parece contradictorio, y que no sabemos cómo va a evolucionar a corto plazo.

¿Qué se debe hacer? ¿Aflojar las medidas o mantenerlas?

–Creo que, tras haber visto afeitar las barbas de nuestros vecinos, es momento de ser muy prudentes y de esperar un poco antes de aflojar las medidas, al menos una semana, y ver cuál es la situación entonces. Lo ideal sería hasta que la incidencia bajase lo más posible, para que si viene una cuarta ola nos encuentre en mejores condiciones que la tercera y no nos descalabre. Por otra, hay que estar expectantes a ver qué sucede con la cepa británica, cuya evolución debe seguirse con mucha atención, sin descuidar tampoco las otras cepas de momento minoritarias.

¿Se está minusvalorando esta amenaza?

–Me temo que sí. Las autoridades están muy presionadas. Estamos en los momentos más críticos de la pandemia, con la amenaza de las variantes encima de nuestras cabezas, y una pandemia que está cambiando en algunos aspectos, lo que debiera animarnos a ser muy prudentes. Veo mucha alegría que nos puede conducir una vez más a otro desastre.

¿Aumenta el riesgo estar en pleno proceso de vacunación?

–El proceso de vacunación va muy lento, no depende de nuestro SNS sino de la cantidad de vacuna que nos llegue. En marzo posiblemente nos comiencen a llegar cada vez más vacunas, ya tendremos a partir del día 8, además de las actuales, la de Janssen de una sola dosis, que permitirá acelerar el proceso de vacunación. ¿Que sería mejor ahora? ¿Aprovechar los réditos de los sacrificios que han hecho los diferentes sectores económicos a lo largo de estos pasados meses y en especial desde el incremento de las restricciones hace algo más de un mes, aguantando un poco más y comenzando a aflojar cuando se pueda hacer sobre seguro y puedan reabrirse las actividades económicas con mayor seguridad, o por el contrario volver a lo que se hizo en anteriores ocasiones, empezar a abrir ya, cuyos resultados ya conocemos? Ahora además tenemos ahí las vacunas y cada vez estaremos estamos más cerca de tener a una mayor proporción de población protegida e incidencias más bajas, y en mejor situación para hacer frente a la amenaza de las nuevas variantes. Algunas, como la cepa sudafricana B1351, han obligado a las autoridades de Sudáfrica a suspender la vacunación con la vacuna de Oxford-AstraZeneca al comprobar en unos estudios preliminares que la eficacia protectora frente a la cepa sudafricana B1351 era de solo un 10%.

¿Es preocupante que en Galicia no tengamos un porcentaje aproximado de prevalencia de la variante británica, cuando Feijóo ya ha dicho que es dominante?

–Hay que incrementar la capacidad de detección de las variantes basada en la secuenciación. No sé en qué medida será posible en este momento, pero deben darse pasos adelante, pues no sabemos cuánto va a durar esta pandemia ni cuantas más variantes importantes irán apareciendo.

“Considero casi inevitable una cuarta ola, ya que la variante inglesa está ahí”

Hermelinda Vanaclocha - Subdirectora de Epidemiología de la Comunidad Valenciana

decoration

Hermelinda Vanaclocha

Hermelinda Vanaclocha es subdirectora de Epidemiología de la Comunidad Valenciana, una de las autonomías, junto con Galicia y Andalucía, que está sufriendo una peor tercera ola de COVID-19 en relación a la primera.

Hay expertos que consideran que estamos ya en la cuarta ola y no en la tercera. ¿Cuál es su posición?

–Hablamos de tercera ola. Hubo un pequeño repunte tras la primera ola en agosto. Desde el punto de visto técnico sí fue una segunda ola pero no se trató como tal, por eso consideramos que la segunda empezó en octubre y la tercera es la que empezó en diciembre.

¿Y las Navidades remataron?

–Creo que en la Navidad en sí, la inmensa mayoría ha cumplido las normas. Se ha quedado en los días importantes a comer y cenar mucho más de lo que nos hubiera gustado pero no se han pasado. El problema no han sido las comidas importantes de fiestas, sino el salir con los amigos todos los fines de semana de todo diciembre. Has ido a comer o a un bar a ver a los amigos y te has quitado la mascarilla, se ha estado mucho tiempo y cuando se va el sol te has juntado en el interior. Eso lo he visto yo en el centro de Valencia, no me lo tiene que contar nadie. Parecían Fallas, la gente llenando los bares.

La hostelería siente que se la está criminalizando y que están pagando el pato.

–Entiendo que están pasando por una situación económicamente difícil, pero no es que se les criminalice. El problema no es el espacio en sí, el problema es la relación que la gente mantiene en esos espacios. No es lo mismo ir al teatro o al cine: allí los de al lado no son contactos estrechos porque no te quitas la mascarilla. Los bares y restaurantes son sitios preparados para comer y beber, y es donde haces contactos estrechos: te quitas la mascarilla y aumenta la probabilidad de contagio. En nuestro país es nuestra manera de relacionarse, y esa forma de relación es el problema, no tanto el espacio donde se desarrolle. No es que el bar no sea seguro, es la relación que desarrollas en él.

¿Habrá cuarta ola?

–Es difícil de saber, pero, de entrada, consideramos que es prácticamente inevitable que no la tengamos, aunque puede ser como la segunda o como la tercera. Porque la variante inglesa está bastante extendida en España y por toda la Comunidad Valenciana, y es mucho más transmisible. Las restricciones han ayudado a que no se introduzca de forma tan rápida como en Inglaterra, pero está ahí y va a ser difícil tener a todo el mundo vacunado antes de que la variante se disperse bien porque no hay tanta producción de vacunas. Por eso tenemos que mantenernos en mínimos. Es difícil de decir si vendrá o cómo será. No podría asegurar nada.

¿Cuánto nos van a complicar el futuro las nuevas variantes?

–La variante inglesa destrozó Inglaterra. Esperamos no llegar ahí porque la suerte es que ha llegado cuando teníamos las máximas medidas de restricción. Las detecciones que tenemos son de la última semana de diciembre. Por eso, la británica se va extendiendo, pero como ha coincidido con restricciones potentes ha ido más despacio. Todavía no está muy extendida, pero llegará.

¿Y la sudafricana?

–La sudafricana se detectó [en la Comunidad Valenciana], por primera vez, la semana pasada gracias a que tenemos unos hospitales muy bien preparados para la secuenciación genómica, con una red muy bien organizada, por lo que vamos con ventaja. Estamos aprovechando la tradición de los equipos de investigación que han hecho análisis genómico con gente tan potente como Iñaki Comas, Fernando González Candelas o Andrés Moya.

Se puso como fecha el verano para pensar en una inmunidad de grupo y una vuelta a la “normalidad”. ¿Vamos a llegar?

–Siempre hay que ser prudentes. Un verano como los de antes no va a ser, pero hay que pensar que puede ser relativamente bueno. Con mascarilla, pero podremos quedar con amigos al aire libre e ir a un bar, más o menos lo que hicimos el verano pasado. Entonces nos pareció dramático, pero me conformaría con tenerlo en Pascua, pero para eso debemos llegar a situaciones de muy baja incidencia del virus.

Mirando al futuro: ¿nos tendremos que vacunar todos los años frente al SARS-CoV-2?

–La sensación, con los estudios que hay hasta el momento, es que vamos a tener que vacunarnos como con la gripe, aunque aquí seríamos todos y no grupos concretos. Esa es la sensación porque el virus muta. Habrá sistemas de detección parecidos a los que tenemos para la gripe, a no ser que se descubra algo nuevo, y se irá viendo cómo circula y qué tipo de virus lo hace en el hemisferio norte y el sur como con la gripe. Entonces se trasladará para hacer una u otra vacuna y se decidirá quién debe ponérsela.

Compartir el artículo

stats