La Ruta Española del Buen Pan entregó ayer el premio al mejor pan de las Baleares a Jorge Llombart Martorell, del Forn de Plaça de Algaida. La Llesca d’Or, nombre que recibe el galardón, reconoce la figura del mejor panadero de las islas. El certamen ha tenido lugar en el Casal de Barri de Son Ferriol.

La edición de este año ha contado con 24 participantes de Mallorca, Menorca e Ibiza. Los requisitos establecidos eran, por una parte, presentar dos hogazas iguales con un peso de entre 800 y 900 gramos después de la cocción y, por otra, el uso exclusivo de harina de trigo y centeno o harina de trigo y “xeixa”.

Panatics, la asociación encargada de organizar este premio, tiene como objetivo defender el buen pan y los derivados de la harina. La primera convocatoria fue hace cuatro años y se entrega en todas las comunidades autónomas del país. El jurado, formado por cuatro expertos, analiza los diferentes panes y los barema con una tabla específica. Todos son presentados de forma anónima para que la deliberación sea totalmente objetiva.

La primera valoración es visual y luego se prueba el pan. Entre los que obtienen la máxima puntuación se valora a aquel que se dedique a promocionar el producto y sea un defensor de la cultura. No tiene por qué ser el mejor panadero de las islas pero se trata de un reconocimiento al pan bien hecho. Albert Craus, director ejecutivo de Panatics, explica que ellos acuden a todas las comunidades autónomas y eligen el mejor pan de cada lugar: «Al final de todo el proceso elegimos al mejor horno de España y le galardonamos con nuestra distinción, que es la equivalente a la Estrella Michelin en la gastronomía. Este año hacemos una única edición para 2020 y 2021 porque la situación actual no nos había dejado empezar antes».

Craus argumenta que, para poder presentarse al premio, tienen que ser panaderos artesanales: «Esto es fundamental. Si se presentase un industrial estaría eliminado de forma automática. Este año tenemos 30 panes registrados pero se han valorado 24». El jurado valora el apartado visual, la estructura, el peso, la corteza, la miga y el sabor, entre otros. Son muchos factores que se tienen en cuenta para que el premiado sea un producto completo. Este año, además, han repetido dos miembros del jurado que ya estuvieron el año pasado: «Ayer tuvimos que cambiar a uno de ellos porque tuvimos una baja, así que tuvimos que llamar a otro. Tiene que ser una persona reconocida dentro del mundo de los panaderos, que conozca bien el pan y tenga una experiencia en este sentido».

La gente que participa recibe un diploma que suelen colgar en sus comercios, lo que se traduce en mayores ventas: «Algunos nos han dicho que a raíz de ganar este premio han tenido que aumentar su producción porque mucha gente se ha interesado por su producto. Han notado diferencias de hasta un 40% más de ventas».