Hay madres y padres que nos cuentan que su hijo/a se ha erigido como rey o reina de la casa, con todo lo que ello conlleva. Su ley y su orden imperan y, ante la desobediencia de los padres, la respuesta son gritos, llantos, insultos... ¿Qué hacer cuando sentimos que hemos perdido la autoridad? ¿cuando el peque de la casa se ha convertido en un pequeño tirano?

Aprender a gestionar la frustración

La psicóloga Úrsula Perona apunta que "los motivos que explicarían este tipo de reacciones pueden ser variados, pero por lo general está relacionado con la dificultad del niño para tolerar la frustración".

Úrsula nos explica que "la frustración es una emoción que surge cuando no conseguimos lo que queremos. Suele experimentarse como malestar intenso o displacer, una sensación de incomodidad y suele ir acompañada de enfado. Cuando la expresión de estas emociones incluye expresiones violentas: gritos, llantos, agresiones, nos está avisando de que el niño no tiene recursos para expresar esa emoción de una manera más adaptativa".

Por otro lado, añade la psicóloga, estos comportamientos "pueden avisarnos de una falta de límites y de control externo (que siempre precede al control interno)".

Por lo tanto, una de las claves si tu hijo/a está teniendo actitudes de tirano, sería ayudarles en la gestión de su frustración, pues como apunta la psicóloga y autora de cuentos infantiles Begoña Ibarrola, «no parece buena idea negar esas emociones, por lo que debemos tratar de acompañarlas desde la calma».

¿Cómo actuar si mi hijo/a se comporta como un tirano en casa?

"En primer lugar, mantener la calma siempre. Es lo principal y lo más difícil también, pues esas reacciones tienen el poder de desestabilizarnos y sacarnos de nuestras casillas", nos aconseja Úrsula Perona, "pero desde los gritos, los nervios o los aspavientos, perdemos toda autoridad y no podemos educar".

La psicóloga nos explica que "en niños pequeños, en etapa preescolar, es importante entender que su inmadurez les aboca a este tipo de reacciones", como os contábamos en este artículo sobre las rabietas.

Por lo tanto, si nuestro hijo se comporta de esa manera, "mantendremos la calma, le consolaremos, esperaremos a que pase la tormenta. Es importante no permitir agresiones en ningún caso, ni violencia. Una cosa es una pataleta y unos llantos, y otra muy distinta es que el niño nos agreda a nosotros o a él mismo, que nos grite o nos falte al respeto. En ese momentos corregiremos con firmeza pero desde la tranquilidad estas conductas recordando que son intolerables".

¿Y si mi hijo/a es adolescente?

"Si son más mayores, y por lo tanto tienen más capacidad de autocontrol, seremos un poco más exigentes en cuanto a esas expresiones de la frustración. Pero lo más importante es ofrecer alternativas: si no enseñamos al niño otras formas de gestionar lo que siente, si no le damos herramientas, difícilmente podrá actuar de otra manera. Podemos invitarle a dibujar lo que siente, a poner en palabras lo que tanto le ha molestado, o a buscar soluciones al problema que le enfada", explica Úrsula Perona.

¿Se ha convertido mi hijo en un tirano por haberle consentido demasiado?

Muchas madres y padres se preguntan si su estilo de crianza en los primeros años de vida ha podido repercutir en que luego sus hijos tengan este tipo de actitudes.

Úrsula nos indica que "efectivamente, padres con un estilo educativo muy permisivo, conducen a niños "tiranos", autoritarios, con dificultades para "tolerar límites o gestionar la frustración".

La clave reside en que "si concedemos a nuestros hijos todo cuanto desean, si complacemos todos sus deseos, si nos anticipamos a sus errores para que no sufran, estaremos evitando que se expongan a la frustración, y por tanto conozcan esta emoción, aprendan a gestionarla y expresarla", aclara la psicóloga.

Como nos contaba Javier Urra, primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y autor de El pequeño dictador, en una entrevista: "Un niño dictador no nace, se hace. Su principio filosófico es primero yo y después yo. Cree que el mundo gira a su alrededor, no se pone en el lugar del otro y empieza por insultos, rompe objetos y puede llegar a agresión física. Lo que hace es machacar al otro de una u otra forma".

Por experiencia Urra sabe que es un bumerán: "Daña al otro y se vuelve contra sí mismo". Lejos de interpretaciones maniqueas, de etiquetarlos como malos, Urra nos contaba que estos niños "quieren querer, pero no saben cómo querer".

Por eso, no podemos olvidar que "para que nuestro hijo sea un adulto equilibrado, necesita una guía externa en su desarrollo. Necesita indicaciones para saber lo que se espera de él y herramientas para aprender a regularse", explica Úrsula Perona. "Nuestro control externo hoy, será su autocontrol mañana. Y esto, lejos de resentir el vínculo de apego, lo reforzará, pues no hay amor sano sin límites".

Las etiquetas y sus consecuencias

Aunque hayas identificado algunos rasgos mencionados en este artículo en tu hijo o hija, ¡cuidadito con cómo se lo transmites! Tu hijo no es ningún tirano, a tu hijo le pasa algo y no sabe bien cómo expresarlo, como hemos comentado también unas líneas más arriba.

Será mejor que, en lugar de encasillarle bajo la etiqueta de «tirano/a», nos esforcemos en intentar vislumbrar qué le está ocurriendo, qué se esconde tras el mal comportamiento o las salidas agresivas. Centrarnos en el «hacer» (es decir, qué comportamiento está teniendo) y el porqué de ello, más que quedarnos parapetados en el «ser» (es que es así y no se puede hacer nada para cambiarlo).

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