Las perseidas volvieron a exhibirse en el firmamento cuando, en torno a la 1:30 de la madrugada, terminó nublándose y tapando de esta manera las Lágrimas de San Lorenzo. Así lo vivieron las más de 80 personas que se congregaron en el Observatori Astronòmic de Mallorca, situado en Costitx, para observar la lluvia de meteoros más popular y en uno de los días en que se preveía una mayor actividad.

No obstante, durante el martes se atisbó posibles complicaciones en la correcta visión de las perseidas debido a un cielo visiblemente encapotado. Igualmente, las previsiones adversas no impidieron que, sobre las 21:30, muchos asistentes decidieran pasar un buen rato en el Observatori de Costitx, ya que algunos más rezagados tuvieron que quedarse fuera del recinto para cumplir las medidas y protocolos de la Covid-19.

Paulatinamente, el público, respetando las distancias, fue eligiendo en el ágora del Observatori el lugar más apetecible para enfilar automáticamente con sus cabezas el cielo. La mayoría eran familias y grupos protagonizados por los más pequeños que descargaban, entre nervios infantiles, los últimos cartuchos de energía del día esperando aquello estelar que pocos habían visto. Alguno más juvenil, tras una explicación previa realizada por el Instituto de Astronomía y Astronáutica de Mallorca del mapa estelar para centrar la observación, comentaba los movimientos de los satélites artificiales.

Cruzado el ecuador de las once se pudo escuchar un grito de celebración coral después de la aparición, en milésimas de segundos, de una de las primeras Lágrimas de San Lorenzo. Sin embargo, las perseidas, denominadas con este nombre porque trazan una línea imaginaria hacia la constelación de Perseo, no se dejaron ver de manera gradual. Ni tampoco el ritmo iba, en ese momento, in crescendo. Entonces, la impaciencia, muy humana, condujo a que muchos asistentes formaran una cola para observar en telescopio primero a Júpiter y a Saturno, y, posteriormente, a la Luna menguante y a Marte.

Fueron pocos los trasnochadores que esperaron a que se presentaran en el firmamento. Eran casi las dos de la madrugada y una importante parte del público, tras nublarse el cielo, desmontó su pequeño acampamento sin poder disfrutar plenamente de las perseidas que son, curiosamente, los restos del cometa 109P/Swift-Tuttle. Hoy habrá una segunda oportunidad.