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Frágil equilibrio entre Junípero y Monarquía

Frágil equilibrio entre Junípero y Monarquía

No fue como el 11 de octubre de 1984, el día en que los ahora reyes eméritos y las infantas llenaron el convento de Sant Bernardí y sus calles adyacentes. Tampoco igual que el 6 de julio de 1997 cuando Juan Carlos I y Bill Clinton dieron plantón a un pueblo de Petra revuelto y transformado para la ocasión. La visita de ayer de Felipe V y su familia se produjo en un momento muy singular y delicado, tanto para la causa juniperiana como por la monarquía española. Por eso fue un frágil y distante juego de equilibrios en busca de seguridad institucional y proyección exterior. La necesitan, por causas muy diferentes, una Corona en su peor momento de carisma y prestigio y un evangelizador de California, privado ahora de sus mejores resortes biográficos y utilizado por la viscelaridad de las luchas raciales y la proximidad electoral en Estados Unidos.

Petra solo, y no es poco, fue el escenario. No fue una visita a Petra, fue una visita desde Petra para el mundo. Lo sabía la casa real y las manifestaciones a favor y en contra de la monarquía que utilizaron la misma plataforma de un pequeño pueblo del Pla en una tórrida tarde de verano. Intramuros, la gente estaba entregada a sus quehaceres, un toque de curiosidad, otro de indiferencia, alguno de satisfacción y orgullo. No era momento propicio para multitudes. Tampoco se intentó reunirlas.

El Ayuntamiento logró imagen y proyección. El gobierno de El Pi la ha conseguido con creces a pesar de una oposición de Més muy descolocada y salidad de tono. Los Amigos de Fray Junípero reivindican su cuota de éxito, pero la presencia de la Familia Real les ha pillado con las telarañas puestas. Todo adquirirá mayor sentido si esta visita contribuye a situar a Junípero Serra en el sitio adecuado.

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