Entre resistir o dar la temporada por perdida, los chiringuitos de playa eligen el lado de la resistencia. No todos han optado por abrir sus puertas en este verano atípico, pero los que lo han hecho aseguran que están contentos "dentro de lo que cabe". Si bien es cierto que su capacidad de aforo se ha visto reducida y los equipos que trabajan en los establecimientos cuentan con menos personal, estos locales a pie de playa suelen tener siempre movimiento de clientes, especialmente los fines de semana. ¿A quién no le apetece comer un buen arroz o un pescado fresco con el mar enfrente y los pies en la arena?

"Los fines de semana se nota mucho que la gente tiene ganas de salir, estar fuera de casa, disfrutar del exterior y estar relajado", dice el dueño del restaurante La Santa, Pablo Vecchi, que asegura que el local de Can Picafort tiene ya completos los sábados 8 y 15 de agosto: todo reservado. Los arroces son los platos estrella de los sábados y los domingos: "Las paellas y las frituras salen mucho los fines de semana. La verdad es que trabajamos muy bien. Es cierto que quizás hay menos trabajo que el año pasado, pero al haber otros establecimientos cerrados quizás se haya repartido más? La situación es complicada, y la temporada ha arrancado muy tarde, pero desde hace dos semanas se nota mucho el cambio, porque están los turistas que vienen a tomarse un café mientras están en la playa, o a hacer un aperitivo", dice. El resto de clientes son locales y residentes, los que han "salvado" la temporada, algo en lo que coinciden otros dos chiringuitos: Il Chiringo, de Palmanova, y s'Embat, de Campos. Filippo Russo, dueño de Il Chiringo, establecimiento situado en la playa de Palmanova, es positivo: "Hay que resistir. Son tiempos difíciles, pero estamos contentos con el trabajo que tenemos. La verdad es que desde que abrimos tenemos casi siempre lleno". Otra vez, esto es gracias a los clientes más fieles, los residentes: "La gente que viene es la de todos los años, ya saben cómo trabajamos y quiénes somos, así que confían en nosotros", cuenta. Los platos de carne y pescado son los que más triunfan de Il Chiringo; pero también la pasta, puesto que su Russo es italiano y sirven también pasta fresca.

Distancia de seguridad, menos mesas por la reducción de aforo, botes de gel hidroalcohólico en la entrada, no más de una persona en los baños y personal con mascarilla. Así es la nueva imagen de los restaurantes de playa según las reglas de la llamada nueva normalidad, unos cambios que han costado trabajo y dinero a los establecimientos. No obstante, por aceptarlo pasaba la decisión de abrir. Ellos ya han hecho su parte y su interés es cumplirlo a rajatabla por no tener que pagar una multa. Aun así, a veces son los clientes a los que les cuesta respetar las normas: "La gran mayoría de gente entiende la situación, pero luego hay otros que no entienden por qué hay mesas que no se pueden utilizar o por qué no se puede ir al baño si ya hay otra persona", cuenta Vecchio, de La Santa.

Manu García, dueño de s'Embat, agradece la gran respuesta que ha tenido el público local con la agenda cultural del chiringuito de Ses Covetes (Campos). "Han sido meses muy extraños, de mucho trabajo e incertidumbre. No he contratado a todo el personal que me hubiera gustado, pero la reducción de aforo y haber eliminado el servicio de barra no me lo ha permitido". Señala que hay clientes a los que no les gusta el "nuevo formato", pero ante esto no se puede hacer nada: "Hay que respetar las medidas que se imponen desde Sanidad". No quiere adelantarse a los acontecimientos: "Es cierto que hay trabajo, y que agotamos entradas... pero ya diremos a final de temporada si ha ido bien o no", dice, cauto, el dueño del chiringuito que ha sido elegido como el mejor de Mallorca durante tres años.

Can Gavella, Ponderosa Beah y Mar y Paz, de Can Picafort; el 5Illes Beach & Sunset de la Colònia de Sant Jordi; el Chiringuito Beach House en s'Arenal; o el Samsara, en la playa de Alcúdia, son otros ejemplos de chiringuitos que apuestan por resistir, abriendo sus puertas, encendiendo sus fogones y llenando de planes y domingos de paella las agendas de residentes y turistas que pasan en Mallorca esta rara temporada de verano.