Movidas por la solidaridad las voluntarias de Punts amb vida ya han confeccionado miles de mascarillas. Durante las primeras semanas del confinamiento, cuando no había manera de encontrarlas en las farmacias, un total de 55 mujeres, utilizando materiales y telas procedentes de donaciones, llegaron a coser 19.000 mascarillas. No fue difícil para estas mujeres confeccionar estas piezas ya que muchas de ellas son modistas profesionales. "Las primeras 12.000 las regalamos a colectivos que las necesitaban", explica Antonia Triguero. Cuando el Gobierno estableció la obligatoriedad de portar mascarillas y su comercialización se normalizó, Punts amb Vida siguió fabricándolas aunque solicitando un donativo a cambio. Las mascarillas de Punts amb Vida son de algodón o de loneta, llevan un filtro de TNT y son lavables y reutilizables. Además de la sujeción clásica con elásticos detrás de las orejas, también se realiza un modelo con un cierre que se coloca en la nuca. Se presentan con una bolsita de tela a juego en la que se puede llevar el filtro, una mascarilla de repuesto y una botellita de gel hidroalcohólico. Se confeccionan bajo pedido en talla de adulto e infantil y pueden elegirse entre más de veinte telas diferentes. Según explica Antonia Triguero, las que han tenido más éxito son las de tonos verdes y azules. También confeccionan un modelo para sordos que incorpora una pieza de plástico transparente que facilita la lectura de los labios. Punts amb Vida es un proyecto de Inca Mallorca Solidaria centrado en mujeres en su segunda y tercera edad. "Muchas de ellas cuando los hijos y los nietos ya son mayores, se sienten solas y con esta iniciativa vuelven a sentir que tienen cosas que aportar". En efecto, gracias a su trabajo han podido recoger y distribuir donativos entre Cruz Roja, Rebost Solidari, el comedor social de Inca y la asociación es Refugi de Palma.