n La pandemia ha cambiado una gran cantidad de hábitos, la mayoría de ellos centrados en la sanidad y la higiene, aunque también en las convenciones sociales. Uno de ellos es la desaparición, en muchos casos, del uso del pintalabios. Uno de los complementos de belleza más representativos se encuentra ahora de capa caída. El maquillaje, al menos en el completo uso del término, es incompatible con la obligatoriedad de llevar puesta una mascarilla (sanitaria, no de cuidado facial).

La costumbre ha cambiado. Muchos negocios dedicados a la venta de productos de cosmética constan la caída de demanda de este producto de belleza desde que reabrieron sus puertas tras el cierre decretado por el Estado de Alarma. "El primer día se pidieron muchos labiales de color rojo. Era el momento en el que se abrían las terrazas y mucha gente no quería renunciar a este maquillaje. Se pedían, especialmente, productos fijos. Pero duró muy poco y desde entonces las ventas han caído de manera considerable", precisa la gerente de la tienda de una cadena de perfumerías enclavada en Alzira.

Muchas mujeres utilizaban a diario los pintalabios, pero ahora no los pueden lucir porque trabajan de cara al público y, por tanto, deben hacerlo con la mascarilla puesta. "Ahora es un producto que parece más destinado que nunca al ocio y a esos momentos en las terrazas de los bares. Hay gente que se sigue pintando los labios hasta para estar en su casa, pero son muy pocas personas", añade.

Cambiar el chip

En algunos negocios, incluso, se recomienda un cambio estilístico. "Muchas personas nos preguntan sobre si es recomendable pintarse los labios o no. Es evidente que se usa menos de cara al público y lo que más se compra son productos de mayor duración, pero quizás el mejor consejo ahora sea el de potenciar al máximo lo único que se ve, o al menos que se ve siempre: el ojo. Hay que cambiar el chip y darle una mayor notoriedad a los ojos", argumenta la dependienta de otro de establecimiento.

La mascarilla cambia, por tanto, una parte importante de las rutinas de maquillaje. Y si los pintalabios son los grandes perjudicados, la tendencia de darle mayor realce a los ojos se traduce, irremediablemente, en un repunte en la venta de estos productos. "Cada vez se buscan más iluminadores, eyeliners, sombras y un buen rímel. Los ojos siempre han sido la parte más complicada del maquillaje, eso generaba mucho interés de cara a buscar tutoriales en internet y éste ha crecido debido a la pandemia. Los productos que desaparecen facilmente y llegan a manchar la mascarilla pasan a un segundo plano. En cambio, los que se fijan a la piel o los aerosoles que se ponen sobre el maquillaje para aumentar su durabilidad gozan también de mayor popularidad", sostienen las expertas.

El facial se resiente menos

La demanda de maquillaje centrado en el rostro se ha resentido en menor medida. Aunque la mascarilla cubre la mayor parte de la cara, la venta de productos cosméticos de este tipo no ha disminuido tanto como cabría esperar. "Aunque, en general, la demanda de maquillaje no es tan elevada como antes, todavía hay muchas personas que optan por, aunque sea, utilizar cremas con color o BB Cream en el rostro, eso sí, siempre que sean productos antirroce para evitar que manchen la mascarilla", apuntan las expertas.

Junto a los artículos de maquillaje ocular, los otros grandes beneficiados de la obligación de ponerse protectores faciales son aquellos de tipo balsámico. "Llevar la mascarilla tantas horas genera problemas de piel. Se deshidrata facilmente y se piden muchas cremas para reponer toda esa sequedad generada", concluyen.

Desaparecen los probadores

Las tiendas de cosmética y perfumería han estado asociadas, hasta ahora, no solo a la compra de maquillaje. Existía un uso recreativo que en la situación actual no está permitido. Aunque algunos establecimientos permiten probar las fragancias, en el caso de los productos de maquillaje la cosa se complica.

Los probadores han desaparecido de las tiendas. Las circunstancias actuales no permiten tener en los escaparates y estantes productos que estaban destinados a ser manoseados por centenares de personas. Las muestras de maquillaje son incompatibles con las medidas sanitarias.

En algunos negocios, no obstante, sí que se permite el uso de probadores de perfume. Aunque únicamente el personal tiene acceso a ellos. "Sabemos que hay mucha gente que disfrutaba simplemente viniendo y probándose todo lo que estaba a su alcance, pero las medidas de protección actuales no permiten que se lleve a cabo ese uso más lúdico de las tiendas de cosmética. Esperamos que todo esto pase pronto". El deseo de este tipo de establecimientos es el de toda la sociedad.