A partir de este lunes empieza la denominada fase cero del plan de desescalada con la posibilidad de abrir miles de comercios de hasta 400 metros cuadrados, pero de forma muy limitada. Quedan fuera las grandes superficies, los centros y los parques comerciales. Desde tiendas de ropa a librerías o ferreterías podrán levantarla persiana, pero con cita previa, atención individualizada y manteniendo las distancias (1,5 a dos metros). La peluquerías, más acostumbradas a concertar los servicios con antelación, deberán trabajar además con equipos de protección individual (epi), al ser muy difícil mantener la distancia mínima de seguridad, con sucede por ejemplo con los servicios de fisioterapia.

En los restaurantes y establecimientos de comidas, se permite abrir en unos horarios, teniendo en cuenta el perfil del cliente (si está entre los 14 y 70 años o si es mayor o dependiente) y que estos vayan a buscar su encargo para llevárselo a casa, según las órdenes ministeriales publicadas en el BOE. En España hay más de 180.000 bares, casi 80.000 restaurantes, 50.000 salones de peluquería y unos 780.000 pequeños comercios y cada uno actuará en función de sus necesidades, según todos los gremios consultados. En todo caso, ante el desconcierto general y que hasta este mismo domingo se desconocían los detalles sobre los requisitos que hay que cumplir, la Federació Catalana de Perruqueries (Fedcat), ha optado por recomendar a sus asociados que no abran todavía y es una consigna que se ha consensuado a nivel de todo el estado. En Catalunya hay unas 4.000 peluquerías.

"Por nuestra parte ya hemos hecho el trabajo, hemos comprado los equipos de protección individual (epi)s. Nos plantamos. Los que tenemos que decidir si abrir o no somos nosotros y aconsejamos no hacerlo al menos hata el 11 de mayo," afirma Carme Molas, presidenta de la Federació Catalana de Perruqueries. El principal consejo es "no apresurarse".

De mascarillas a toallas desechables

Pero cada uno hará lo que considere. Albert López, dueño de una barbería en Premià de Mar, afirma que lo tiene todo listo, tras adquirir desde mascarillas y protectores faciales y epi hasta toallas desechables. "Si no abres te arriesgas a perder clientes", afirma este empresario que confiesa que, pese a que necesita abrir, "hubiera sido mejor esperar una o dos semanas más" en vez de improvisar. Y además tendrá que acostumbrarse a "hacer" (como se dice en el gremio) un máximo de 9 clientes diarios, en lugar de los 15 que eran habituales, con una hora de diferencia entre los servicios para poder limpiar y desinfectar en vez de la media hora de antes. Y todos los clientes "deberán llevar mascarilla. Si no tienen nosotros sí", dice.

"Queremos abrir y abriremos. Necesitamos abrir", sentencia Àlex Goñi, presidente de Pimec Comerç, pero admite que será difícil para muchos y es probable que esperen al lunes siguiente, al inicio de la denominada fase 1 de la desescalada, cuando al menos se podrá atender sin cita previa. "Hay muchos tipos de comercios. Por ejemplo, en los de compra por impulso, será difícil que funcione lo de la cita previa", explica.

Por su parte, los titulares de restaurantes y establecimientos de comidas están también desconcertados. El servicio a domicilio ya se podía hacer desde el inicio del estado de alarma. Hay ayuntamientos que lo facilitan y otros que piden ampliación de actividad e incluso de licencia, explica Daniel Brasé, gerente de la Federació Intercomarcal de l'Hosteleria, la Restauració i el Turisme (FIHRT). "Si alguien tiene idea de abrir este lunes será más para limpiar neveras o ver qué es lo que se puede aprovechar y lo que no", sentencia. Este colectivo, de hecho, trabajaba con la hipótesis de una apertura más generalizada a partir de mediados de junio, tras un periodo de hacer pruebas con las medidas de higiene sanitarias y de seguridad.

Fernando Díaz, dueño del restaurante La Llimona en Barcelona, detrás de la Illa Diagonal, por ejemplo, reconoce estar preocupado. Estos días, tras el anuncio del plan de desescalada del Gobierno, ha estado haciendo números. Pese a tener una pequeña terraza, no abrirá ni siquiera el 11 de mayo ni hasta que no pueda dar servicio en el interior de su local y a mitad de aforo; unos 16 comensales como máximo. La persiana de La Llimona no volverá a alzarse hasta, como mínimo, mediados de junio, informa Gabriel Ubieto.

Levantamiento progresivo de ertes

Además está otra preocupación, los expedientes de regulación temporal de empleo (ertes). El reciente cambio de criterio del Ministerio de Trabajo en relación a estos, que permitirá a las empresas levantar progresivamente sus suspensiones y reincorporar progresivamente a sus empleados al trabajo, ha sido un balón de oxígeno para los negocios. Pero existe todavía inquietud porque todo ello está bajo el paraguas del estado de alarma que debe ser renovado el próximo miércoles por el Congreso.

Los comercios que pueden abrir tendrán que desinfectar las instalaciones al menos dos veces al día con diluciones con lejía o desinfectantes comerciales o autorizados por el Ministerio de Sanidad y los equipos de protección individual (epi) deberán desecharse tras ser usados. A su vez no deberán incorporarse al trabajo los empleados con síntomas o que estén en cuarentena y deberá suprimirse el tema de fichaje con huella dactilar.

En los restaurantes que puedan servir comidas que los usuarios puedan recoger y llevar a casa se podrá establecer un sistema de reparto a domicilio preferente para mayores de 65 años o dependientes. Se establecerá un horario de recogida, que será el único durante el que se podrá abrir.