Si yo te preguntara, ¿qué quieres que sea tu hijo o hija con 25 años, obediente o responsable?, seguramente tu respuesta sea: responsable.

Te lanzo otra pregunta: ¿Crees que la manera en la que educamos influye en cómo será nuestro hijo o hija en el futuro? Seguramente tu respuesta sea: sí.

Bien, entonces, ¿por qué si queremos que nuestros hijos sean responsables educamos fomentando la obediencia?

Esta reflexión nos la plantea el psicólogo Antonio Ortuño en este vídeo de la plataforma Online Gestionando hijos.

Empecemos por el principio: ¿Qué significa obedecer? Según la Real Academia de la Lengua Española significa "cumplir la voluntad de quien manda". Es decir, complacer a otros independientemente de cual sea tu voluntad, tu criterio o tus necesidades intrínsecas.

Nadie cuestiona que la mayoría de las veces cuando les decimos algo a nuestros hijos es "por su bien" o por algún motivo bien justificado. No obstante, y siendo honestos, que nuestros hijos nos hagan caso es algo que también nos hace la vida más fácil a los padres.

Pero, ¿obedecer es algo que les va a ser útil para la vida a nuestros hijos? ¿Es esto lo que queremos para el adulto que va a ser, que se someta a las decisiones que otros, con más autoridad, (maestros, jefes...) tomen por ellos, las compartan o no?

Como dice la coach Andrea Zambrano, "obedecer es un recurso que utilizamos desde la urgencia y que nos sirve para el corto plazo". Pero, la educación es, sin embargo, un proyecto a largo plazo, una inversión de futuro.

Fomentar la responsabilidad utilizando la técnica del semáforo inteligente

¿Cómo podemos las madres y padres educar en la responsabilidad en lugar de en la obediencia? La responsabilidad se aprende ejerciéndola, por tanto, parece lógico que la forma de fomentarla es dejando poco a poco a nuestros hijos ir tomando sus propias decisiones e ir asumiendo las consecuencias de estas. Para ello, Antonio Ortuño nos propone la técnica del semáforo inteligente.

Antonio la explica con un ejemplo: "Imaginaos que llegáis a casa y vuestro hijo o hija os pide ver la televisión. Tenéis tres posibilidades de respuesta: Decir que no, negociar con ellos o decir que sí y hacer el traspaso de responsabilidades (la responsabilidad de la decisión la toman ellos)".

— Decir que no sería el semáforo rojo. "Cuando tú dices que no es porque la responsabilidad es tuya, porque tu hijo no puede asumir la responsabilidad, y si asume la responsabilidad y toma una decisión, puede tener un riesgo, y tenéis que protegerle. Piensa muy bien a qué le dices que no. Aquí las normas las pones tú porque tu hijo no tiene la capacidad para tomar decisiones", puntualiza Antonio en el vídeo.

— Negociar sería el semáforo amarillo. Explica Ortuño que "en el semáforo amarillo, los hijos pueden empezar a asumir responsabilidades acordes a su etapa evolutiva. Lo que se trata es de que ellos se sientan libres para decidir". Aquí nuestros hijos ya deben participar, tienen que ver que son importantes, y nosotros tenemos que llegar a acuerdos con ellos

— Decir que sí y hacer el traspaso de responsabilidades, el semáforo verde. Aquí es cuando nuestros hijos ya no nos necesitan, son ellos los que tienen que tomar sus decisiones y tienen que poner sus propias normas. Sabrán hacerlo si les hemos enseñado a hacerlo, educando en la responsabilidad y no en la obediencia.

Antonio insiste en la importancia de equilibrar estos tres colores para el buen desarrollo de nuestros hijos: "Si tiene 4 años, tiene que haber más de semáforo rojo. Y si tiene 17 tiene que haber mucho más de semáforo verde. Todo empieza en el rojo, pero la educación consiste en ir traspasando la responsabilidad, poco a poco, con más inteligencia".

La obediencia infantiliza, generar miedos y dependencia, no individuos autónomos y responsables.