Imma, Txell y Marina, embarazadas de unos meses, esperan que sus bebés se retrasen todo lo posible para no coincidir con el pico máximo de coronavirus en los hospitales, donde las siguen convocando para las visitas programadas y les aseguran que los paritorios estarán libres del virus.

Pese a la emergencia sanitaria, las visitas y ecografías previstas siguen en pie, citas presenciales en los centros hospitalarios a las que se les emplaza a acudir solas, con mascarilla y que les causan estrés, por el miedo a contagiarse.

Con todo, los expertos como el presidente de la Sociedad Catalana de Obstetricia y Ginecología de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña, Oriol Porta, dejan claro que la transmisión del COVID-19 no es vertical y que con medidas de precaución y una vez nacido, se puede evitar fácilmente el contagio horizontal e incluso hacer "piel con piel" o dar el pecho, ha dicho a Efe.

"Sé que todo irá bien, pero si ya te inquietan las cosas siendo primeriza en condiciones normales, pues en estado de alarma por coronavirus imagínate", ha explicado a Efe Imma, publicista en Barcelona, de 38 años.

"La reacción humana natural ante una crisis es de angustia, es normal. Pero sé que soy afortunada y que tenemos una estructura sanitaria espectacular", ha añadido.

Para Txell, de 35, este no será su primer parto, pero está igualmente nerviosa por la nueva situación y reconoce que le da "miedo" acudir a las visitas de control.

"Sé que es ir de puerta a puerta, aparcar y subir a la planta. Pero da miedo", ha explicado la mujer, que sufrió un aborto espontáneo hace un tiempo precisamente relacionado con una infección.

"Ojalá se retrase un poco", señala.

Marina, de 31 años, periodista, con otro hijo anterior de 3 años, ha explicado que lo que más le preocupa es que cuando tenga que dar a luz su hospital, el Sant Pau de Barcelona, esté colapsado por casos de coronavirus.

"Y no solo el momento del parto, después cuando vayamos a casa, a todo lo demás a lo que hacer frente, estará la obsesión por blindar al bebé y que no se contagie", ha apuntado.

"No serán unos meses normales, apenas podremos tener visitas. Será como una cuarentena para el bebé también nada más nacer", ha añadido.

El confinamiento ha dejado además a las mamás sin poder hacer las últimas compras de canastilla para el bebé, lo que estresa especialmente a Inma, que es primeriza, porque Paula y Txell por lo menos guardan la ropa y enseres de sus hermanos mayores en casa.

Por otro lado, y pese a la que las visitas médicas siguen en pie, las futuras madres se han quedado, eso sí, sin clases de preparación al parto.

Inma, deportista, lleva mal en el confinamiento, no poder salir a andar y hacer ejercicio. "Sentarse tantas horas con un barrigón es un poco pesado. Al final te levantas y das vueltas por la casa porque ya casi que te ahogas estando en el sofá".

Por contra, a Txell, que le recomendaron reposo, la cuarentena no le está yendo tan mal, reflexiona, después de todo.

Enfermera del Parc Taulí de Sabadell, se considera afortunada por haber cogido la baja antes de que arrancase la crisis sanitaria.

Su hija de cinco años, que también se llama Txell, ya ha bautizado a la futura hermana. "Se llamará Alice, como una de sus muñecas. No teníamos nombre y Txell empezó a llamar así a mi barriga. Así que dijimos, ¿por qué no? Alice es un nombre bonito".

Las dos dedicarán la tarde a hacerle a Txell "el reportaje de embarazada" que antes iba a correr a cargo de un profesional y ahora realizará su pareja.

El escenario del reportaje casero será el escenario de todas las historias de estos días de confinamiento: el hogar.