"Hasta ahora la historia siempre se había contado desde el punto de vista de los hombres", explica Isabelle Bes, doctora en Literatura Francesa y profesora de francés en la UIB. Ella ha querido romper esa dinámica rescatando la memoria de las 21 mujeres que estuvieron confinadas en Cabrera entre 1809 y 1814 junto a 5.000 soldados de las tropas napoleónicas hechos prisioneros. La autora, que firma como Elisa Sebbel, ha querido terminar con ese sesgo con La prisionera del mar (Editorial Roca, 2020), una novela que protagoniza Héloïse, personaje ficticio que nace a partir de vidas reales. Bes presenta la obra mañana a las 20:00 horas en la librería Estanc de Santa Maria, y el próximo día 12 a las 19:00 en la librería Quars de Palma. La prisionera del mar, cuya edición francesa vio la luz en enero de 2019, tendrá una segunda parte que se publicará en 2021 en Francia.

Héloïse es una de las cantineras que acompañaron a los soldados franceses en su cautiverio. Su figura estaba perfectamente regulada en el ejército. Debían estar casadas con un soldado y se dedicaban a vender entre la tropa alimentos y objetos como botones o cordones. "En el libro hay dos tipos de mujeres. Marie es tradicional, padece su destino, cree en Dios y obedece. Héloïse, en cambio, es una mujer moderna que actúa." Bes elige retratar a una mujer que comenzaba a ser una realidad en la sociedad francesa de la época: "Con la Revolución cambió todo, hubo un principio de algo nuevo, pero dos siglos después tampoco hemos evolucionado tanto", lamenta. De hecho la historia de las cantineras en Cabrera es la de unas mujeres que son vendidas por sus compañeros para conseguir más comida. Para unos historiadores eran objeto de lujo, para otros eran ellas mismas las que se prostituían. Para sobrevivir muchas buscaron la protección de los oficiales: "Si una mujer estaba con un oficial nadie la podía tocar, por respeto. En cambio, la mujer de nadie es la mujer de todos", refiere Bes. La autora ha tenido que reconstruir sus vivencias a través de frases o párrafos sueltos hallados en las memorias escritas siempre por hombres. De lo investigado se desprende que "para ellas sobrevivir fue más difícil que para los hombres, pero lo que más me ha sorprendido es que alguien comentó que, a pesar de las vejaciones, estaban menos abatidas que ellos", destaca.

Bes admite que comenzó a escribir "para ayudarme a mí misma y luego la escritura se vuelve un poco una droga, es adictiva y se acaba convirtiendo en tu amante". Aunque dice haber cumplido con un deseo postergado durante años Bes confiesa que "a veces lamento haber abierto esta caja porque se ha vuelto una necesidad dura. Al principio estás entre el mundo real y tu película porque para mí estos personajes existen tanto como tú. En mi cabeza son personas que conozco, pero no sé de donde salen".