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Con ciencia

Herramientas

Frailecillos.

Es sabido que la construcción de útiles de piedra se considera como uno de los principales rasgos que llevaron a la aparición de nuestro género, Homo, y a la evolución de los grandes cerebros que nos caracterizan. Sin embargo, el uso de herramientas no es en absoluto exclusivo de los humanos. También es muy conocida la utilización de piedras y palos por parte de los chimpancés aunque quizá no sea tan de dominio público que ese uso de útiles ha llevado a la aparición de tradiciones culturales, es decir, de técnicas de manipulación que se mantienen a lo largo del tiempo dentro de un grupo. Se han descrito hasta 39 procesos distintos de ese tipo por parte de los chimpancés, y algunos de ellos utilizando los distintos útiles de forma secuencial, tal y como sucede con los chimpancés de Loango (Gabón) en tareas de recolección de miel. Ni que decir tiene que las conductas de ese tipo implican una capacidad mental muy alta y una comprensión profunda de la función que tiene cada herramienta.

Pero los simios no somos los únicos animales que utilizan —e incluso fabrican— objetos como útiles. Existen numerosas evidencias de conductas de ese tipo en mamíferos y en aves, del orden de las paseriformes (aves cantoras) en este último caso, relacionadas casi siempre con la utilización de objetos para obtener alimento. Sin embargo, un artículo publicado por Annette L. Fayet, Erpur Snaer Hansen y Dona Biro (zoólogos en los tres casos) en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (USA) describe un uso distinto de herramientas por parte del frailecillo atlántico (Fratercula arctica), un ave marina del norte de Europa. Los autores documentan dos casos, uno en Gales y otro en Islandia, en los que los frailecillos utilizan un palo pequeño para rascarse el cuerpo, y apuntan que esas observaciones obligan a extender a las aves la diversidad de usos de herramientas incluyendo el cuidado del cuerpo. Fayet, Hansen y Biro sostienen que hasta ahora ese tipo de conducta sólo se asociaba con los primates y los elefantes, planteando la necesidad de atribuir capacidades cognitivas elevadas también a las aves.

En realidad esa mente compleja ya se tenía por propia de las aves en conductas relacionadas con el uso de útiles que podría considerarse incluso más desarrolladas todavía porque alcanzan la capacidad estética. Desde los tiempos de la primera etología —en la década de los años 50 del siglo pasado— autores como Irenäus Ebli-Eibesfeldt documentaron el uso de palos, piedras y otros objetos por parte de los machos del tilonorrinco australiano (Ptilonorhynchus violaceus) para decorar sus nidos con el fin de atraer a las hembras. Los tilonorrincos, de acuerdo con Eible-Eibesfeldt, incluso se alejan del nido para observar el efecto del decorado y cambian luego la posición de algunos de sus adornos. Como haríamos nosotros.

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