España es uno de los países del mundo con menor tasa de natalidad y con mayor esperanza de vida. Esta combinación demográfica, se traduce en un envejecimiento de la población con múltiples consencuencias para la economía (más gasto sanitario y en pensiones; menos, en educación, diferentes ingresos fiscales...).

En particular, para la mayor parte de los países con un sistema de pensiones de reparto, este perfil demográfico constituye una bomba de relojería programada para estallar en el momento en el que se jubile la llamada generación del 'baby boom' (que nació en los años 60 y 70 del siglo pasado), a no ser que ciertas reformas pendientes de ser adoptadas lo eviten.

En un sistema de pensiones de reparto, como el que existe en España, las prestaciones de cada momento se financian con las contribuciones de los trabajadores que están en activo.

En torno al 2030 comenzarán a jubilarse los 'baby boomers' con unos derechos consolidados a lo largo de vidas laborales, por lo general, más estables que las actuales y por tanto, generadoras de pensiones, en principio, generosas. Además, las cobrarán durante un mayor periodo de tiempo. La esperanza de vida por encima de los 65 años se sitúa ahora en unos 22 años y se espera que llegue a 26 en el 2060 (en el 85 eran 17; en 1950 eran 14 los adicionales).

En ese momento deberá hacerse cargo de pagar esas pensiones una población activa proveniente de una tasa de natalidad menguante. La generación que sustenta las pensiones es cada vez más pequeña, con vidas laborales más cortas y menor renta.

En los años 60 y 70 nacían entre 650.000 y 700.000 niños cada año. Desde 1975 empezó a observarse una caída significativa de la natalidad y ahora apenas nacen unos 370.000 al año.

Tasa de fecundidad

Con una tasa de fecundidad en el entorno del 1,26 que es de las más bajas de la OCDE (una media de 1,26 bebés por cada mujer en edad fértil ó de 5 bebés por cada cuatro mujeres), España acumula tres años de crecimiento vegetativo en negativo de la población (nacen menos niños que personas que fallecen). La tasa de fecundidad de las mujeres extranjeras que viven en España es aproximadamente el doble. Por eso la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) considera que "la inmigración es el principal determinante para evitar la japonización" de la población española.

Se calcula que solamente cubrir el reemplazo de la población exigiría una tasa de 2,1 hijos por mujer.

Los escasos bebés que están naciendo ahora serán quienes tendrán que pagar a partir del 2045 y el 2050 las pensiones de la legión de 'baby boomers'. Para entonces se estima que la tasa de dependencia habrá empeorado hasta una horquilla entre el 50 y el 70%, según cálculos del Banco de España a partir de diferentes proyecciones demográficas que tienen en cuenta un menor o mayor peso de la población inmigrante para entonces.

En 1990, había unas 27 personas con 65 años o más por cada 100 personas en edad de trabajar (con edades entre 16 y 64 años). En la actualidad, la tasa de dependencia se ha elevado al entorno del 30%. Para el 2050 se apunta que habrá entre 50 y 70 jubilados por cada 100 activos. Esta es la bomba de relojería que se pretende desactivar con una reforma de las pensiones que permita garantizar el equilibrio financiero del sistema. Una mayor natalidad e inmigración pueden contribuir a aliviar la presión demográfica.