Las tradiciones más arraigadas de la isla persisten. Llega la fiesta de Tots Sants (1 de noviembre) y consigo, los populares rosarios y panellets Los antiguos forns de Palma son una buena muestra de ello [vea aquí las imágenes]. Y es que los escaparates lucen desde hace una semana estos dulces, que cada vez tienen más variedades.

En el Forn Fondo, por ejemplo, elaboran hasta 18 panellets: desde el clásico de piñones pasando por los panellets de frutos secos, chocolate, fresa, limón, naranja, hasta los más exóticos, que son los de coco y mango. Aunque el rey continúa siendo el de piñones, confiesa Pau Llull, quien forma parte de la cuarta generación de pasteleros que regenta el Forn Fondo. "Hay que adaptarse a los nuevos tiempos", comenta. De ahí la gran variedad de este producto.

¿El secreto de su éxito? Confeccionarlos con la receta tradicional (almendra, azúcar, limón, clara de huevo), con productos de calidad, pero sobre todo, hacerlos con cariño. Al igual que en la Pastisseria Pomar, donde han venido cerca de 1.000 panellets . Ellos también se caracterizan por elaborarlos de manera tradicional. "Como me enseñó mi padre", indica Macià Pomar, quien también forma parte de la cuarta generación de pasteleros. Sin embargo, en Pastisseria Pomar los confeccionan con un ingrediente estrella: la nata. "Le proporciona suavidad, son más tiernos y para nosotros, más buenos", sostiene Pomar. Para las personas con intolerancias, el pastelero de Pastisseria Pomar asegura que los adaptan. "Les quitamos la nata y hacemos un mazapán clásico", señala.

Un negocio, según Pomar, muy estable. "Desde hace 20 años vendemos la misma cantidad", subraya, al tiempo que añade que los sabores sí que varían según el año. Este pastelero coincide con Llull: "Sin duda el más demandado es el piñones". Un producto consolidado en la isla pero no autóctono. Los panellets son un dulce originario de Cataluña que ambas pastelerías importaron a la isla en la década de los 70.

La masa de la Pastisseria Pomar viene del forn de Campos. "Es por una cuestión de recursos", explica Pomar. La mezcla la dejan reposar en una gran bandeja 24 horas. Los empleados hacen las porciones y les dan forma. "Intentamos que todas sean semejantes, aunque haciéndolo de manera manual es más difícil", comenta Pomar. Todos los panellets pesan entre 15 y 20 gramos. Algunos los reboza en azúcar. "Estos son para hacer los rosarios", aclara Pomar. Una vez les dan forma los meten en el horno. "Solo cuatro minutos y a 230 grados", indica el pastelero. Sólo es para que cojan color.

Los rosarios

"¿Vendéis rosarios?", pregunta un cliente. Inés Moriel, mujer de Macià Pomar, se los enseña. "Pero no tiene la patena de calabaza", dice el hombre. "Ya no se hacen", le responde Moriel. Y es que la fábrica que los producía ya no está. "Al no encontrar patena de calabaza nos hemos tenido que adaptar y ahora los elaboramos con una patena de chocolate", explica Pomar, quien confiesa que el cambio "ha funcionado muy bien". A los niños -dice- les gusta más, aunque los adultos prefieren los de siempre, los que les regalaron sus padrinos o madrinas durante su infancia.

Sin patena de calabaza pero lo más tradicional posible es el lema de esta pastelería. Los confeccionan con panellets (rebozados en azúcar), fruta confitada y bombones. "Así los elaboraba mi bisabuelo en 1902 cuando abrió el primer negocio en Campos", destaca Pomar. Más de cien años después, ya no sólo son los padrinos y madrinas quienes regalan este dulce, sino también abuelos y padres.

Un producto muy laborioso que, aguja en mano, lnés y Aina Pomar (la quinta generación de la familia Pomar y quien, con 23 años, ya trabaja en el negocio), llenan el hilo de dulces. Hay varios tamaños y los precios oscilan entre los nueve y los 35 euros, dependiendo del peso. Hasta el momento han venido 300 y se espera que el día de Tots Sants se acaben de vender.

En el Forn Fondo también los elaboran ellos. Tienen tres variedades: los de galleta, los de panellets y los de golosinas (las nubes las confeccionan ellos mismos). Éstos últimos son una adaptación a los nuevos tiempos, afirma Llull. Y es que las grandes superficies llenan los escaparates de rosarios de golosinas. "Los que vienen aquí buscan un producto de calidad", asegura este pastelero. También los tienen de diferentes medidas y los precios oscilan entre los nueve y los 30 euros. Aquí los hacen desde que su bisabuelo en 1911 abrió las puertas del negocio. "Es una tradición que persiste y no creo que se esté perdiendo", manifiesta Llull. Él mismo recuerda que cuando durante su infancia le regalaron cada año un rosario el día de Tots els Sants. Sin embargo, Pomar confiesa que nunca recibió uno. "Como se suele decir, en casa del herrero, cuchillo de palo", dice entre risas.

Lo que eran las golosinas de antes, como las describe Llull, estarán en los escaparates hasta los días 4 o 5 de noviembre. Y es que hay tradiciones que perduran y muchos se aferran a que no se pierdan como son los rosarios y desde hace 50 años los panellets.

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