"Hoy estamos más serios que el sábado pasado, ¿verdad?", decía con sentido del humor Pere Bennàssar al chófer de uno de los seis microbuses fletados por la organización para el traslado de invitados. Ya fue casualidad que el conductor al frente del volante de la furgoneta que trasladó de Manacor a Palma al tenista y sus colegas más íntimos en la despedida de soltero de hace siete días, fuera el mismo que ayer les llevó hasta el interior de sa Fortaleza. Nada casual, sino todo lo contrario, que Pere y sus amigos lucieran la misma pajarita, de color lila, para la ceremonia. "Y algo más, pero no lo vamos a decir", bromeó antes de subir a bordo. Eran las doce menos diez de la mañana y todo estaba a punto de arrancar. O de finalizar, según se mire, pues el hotel Illa d'Or había vivido un amanecer frenético [vea aquí las fotos de los invitados].

Zulma Sánchez, Mara Sureda, Lizeth Domínguez, Ali Ibáñez y Mercy Ojeda colocaban brochas, pinceles, barra de labios, maquillaje y coloretes sobre la mesa; el ruido del secador hacía ya algunos minutos que era constante. Quince señoras esperaban su turno. David Ferrer y su mujer, Marta Tornel -de las pocas invitadas que apostó por la pamela-, desayunaban en el interior del establecimiento junto a un Feliciano López que esperaba impaciente y malhurado a su mujer, Sandra Gago. La modelo llegó tan justa de tiempo al hotel del port de Pollença que se le olvidó pagar el taxi. Tuvo que salir de nuevo, ante una nube de periodistas, pedir perdón y abonar el importe. Disfrutando de la mañana soleada, zumo y café con leche, de nuevo Albert y Carlos Costa junto a sus respectivas mujeres y el muy amigo de don Juan Carlos, Manuel Piñera-Gil-Delgado. Le dio tiempo a dar un breve paseo junto al mar. No así al empresario multimillonario Richard Mille, al que vimos algo nervioso en el hall, móvil en mano. Más relajado, Francisco de Bergia, de Telefónica, con traje de Etro, y su esposa, Blanca de Sada, que con un vestido asimétrico en un blanco gris fue de las más elegantes.

Con el teléfono, cámaras y hasta tablets, decenas de curiosos se agolpaban a las puertas del establecimiento. Como Milagros Sanchis 'Mila' que, recién llegada de Valencia, aspiraba a ver a algún famoso. "Todos son tenistas, no conozco a casi nadie", nos confesaba algo defraudada. A pocos pasos de ella, un grupo de mujeres pollencinas, habituales de los almuerzos de la zona, gritaban a las invitadas que iban entrando en los minibuses aquello de "guapas, guapas y qué elegantes". Algo le debieron decir también al tenista Marc López que no pudo contener una sonora carcajada. En un segundo discreto plano, Juan Mónaco y su pareja, la francesa Diana Arnopulos, con un look muy acertado. Predominio de plumas en ligeros tocados y algún detalle de brillo en los vestidos. Ellos, traje fox en tonos azulados y grises en su mayoría.

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La corbata, en el parking

Más madrugadores, los convidados que tenían como punto de encuentro la Academia, en Manacor. Desde allí, en torno a las diez de la mañana, partieron una docena de amigos y amigas del novio y otros tantos de la novia, así como familiares de ambos, en minibuses de Roig. Los tíos del tenista, Rafel, Toni y Miquel Àngel, éste último junto a su pareja y su hija, Claudia Nadal y sus familias formaron parte de la comitiva en la que también adivinamos la presencia de Marilén Nadal, la hermana melliza de Miquel Àngel.

El aparcamiento del centro de alto rendimiento se transformó por unos minutos en una suerte de backstage durante un desfile de moda, eso sí, sin tantos focos. Los hombres primaron comodidad a elegancia y dejaron sus chaquetas en los asientos. Qué decir de las corbatas; Toni y Miquel Àngel Nadal se hicieron el nudo allí mismo, delante de los presentes. Otras invitadas posaban para los suyos y sus móviles, melena al viento antes de poner el "modo avión" en sus celulares. Un silencio que duraría toda la jornada por imperativo de los novios.

De Asturias a la boda

Confirmadísima la presencia del rey emérito don Juan Carlos, la duda estaba en saber si finalmente, vendría acompañado por doña Sofía que, horas antes, había asistido en el Teatro Campoamor, en Oviedo, al debut de la princesa de Asturias en los premios que llevan su nombre. Y sí. Viaje relámpago el de la emérita para acompañar a su marido y felicitar a Mery Perelló y Rafel Nadal en su gran día. Suponemos que en el interior se repetiría la fotografía de los cuatro juntos, como hicieron el pasado mes de julio cuando los reyes visitaron la Academia y compartieron manteles en Son Servera. Lo que sí pudimos ver fue a don Juan Carlos saludar desde la ventanilla a los medios y ya en el interior del aeródromo, a un militar. No se quedaron a toda la fiesta pues, a las 18.38 horas ponían rumbo al aeropuerto y regresaban a Madrid. A la emérita le queda asistir a los actos conmemorativos por Elena de Rumanía, su tía, cuyos restos mortales vuelven a su lugar de nacimiento tras un exilio de 32 años.

A pesar de que apenas han trascendido detalles de la celebración, Diario de Mallorca ha podido conocer que, tras la ceremonia nupcial, se sirvió un cóctel en la terraza inferior de sa Fortalesa; un cóctel firmado por Maca de Castro y que se prolongó hasta las cuatro de la tarde. A esa hora, y ya en la parte superior de la edificación del siglo XIV y bajo la carpa, tuvo lugar la comida, menú diseñado por Santi Taura y del que dieron buena cuenta los 215 invitados que, eso sí, tuvieron que lidiar con el viento que fue incrementando su intensidad conforme avanzaba la noche.

La velada se prolongó hasta bien entrada la madrugada y no hubo sesión de fuegos artificiales, aunque sí mucha música a cargo de la empresa Mabull de Son Servera. La discoteca se montó bajo los arcos y de la mano de un DJ mallorquín sonaron temas como el Cuando tú vas, de Chenoa; Enamorado de la moda juvenil, de Radio Futura o el Staying Alive de Bee Gees. Los autobuses, una vez que los reyes se marcharon, ya no pudieron salir por la puerta principal de la base militar sino por el acceso habitual de sa Fortaleza, de más difícil acceso. Aun así, llegaron sanos y salvos a sus hoteles y casas los diseños de Tania Presa, Joan Company y Tolo Crespí que lucieron algunas de las mallorquinas; los detalles y tocados del pelo los firmó Natividad Castillo. Hubo quien optó por vestir de Dolores Promesas.

Los últimos en llegar

Tenían excusa, pues el avión aterrizó en Palma más tarde de lo previsto pero, atendiendo al protocolo, que el entrenador del novio y su mujer llegaran a sa Fortaleza más tarde que los reyes eméritos desbarató algo la organización. A Carlos Moyá y Carolina Cerezuela, vestida con un impresionante vestido color vino de Ana Torres, les esperaba a las puertas del hotel Illa d'Or la última de las furgonetas con cristales tintados fletada por la organización. Muy simpáticos, contaron que habían hablado con Rafa la noche anterior y que estaba "un poco nervioso...".