Teléfonos móviles custodiados por seguridad

Los invitados recibieron la siguiente nota antes de llegar a la boda: "Os recordamos que no queremos que los móvines estén en nuestra boda. Cuando lleguéis a la finca, se han de dejar al personal de seguridad. Podréis tener acceso a ellos en todo momento en una habitación habilitada para ello".

Los aperitivos retrasaron el almuerzo y la salida de los Reyes

Los aperitivos se prolongaron hasta casi las cuatro de la tarde, lo que retrasó el horario previsto del almuerzo que concluyó en torno a las 18 horas. En consecuencia, la salida de los Reyes prevista a las 17.00 horas, tuvo lugar noventa minutos más tarde. Antes de la comida, algunos invitados se tiraron a una de las piscinas de sa Fortalesa.

Cena en Na Ruixa del equipo técnico y tenistas la noche previa

El entrenador de Nadal, Francis Roig, cenó la noche del jueves en el restaurante Na Ruixa. Se ve que le gustó porque al día siguiente repitió, pero en esta ocasión fueron doce los clientes. Al no haber hecho reserva, cenaron en dos mesas separadas. Pidieron una picada, lenguado y pibón de ternera gallega, regado por los vinos Pago de Carrovejas y Tomás Postigo. Abandonaron el local a la 1. Quizá para reservarse para la boda, que se esperaba un final hasta las tantas de la madrugada.

El regalo de la tuna de Cáceres para el tenista

Un grupo de la tuna de Cáceres intentó acercarse a los lugares de acceso a sa Fortalesa, primero en el aeródromo, para llevarle un obsequio a los novios. "Somos fans", dijeron. Llevaban el obsequio en una bolsa de Calvin Klein. Les pidieron que cantara una tuna en honor de Nadal, pero se negaron.

Fans de todas las nacionalidades se acercaron al aeródromo

No hubo avalancha de seguidores pero en la entrada de la base se encontraron algunos "locos por Nadal" como Luisa Linares y María Ferrandi, que viajaron a Mallorca desde Alicante "solo para verle; al que queremos como si fuera un hijo". Angela Shrieves sigue a sus aclamados tenistas por los circuitos y entre ellos "Nadal es uno de mis favoritos", admitió la londinense. Helmut von Writh, con casa en el Port de Pollença, donde vive tres meses al año, se acercó para ver "a mi ídolo"; de la misma manera que hizo Sheila Kirwan, una podóloga de Irlanda, que también tiene casa en el port de Pollença desde hace años y que no dudó en acercarse ayer "a ver si podía ver a los novios".