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El vino mallorquín ante el cambio climático

Los bodegueros de la isla ya avisan de un descenso de producción - Actualmente se vendimia entre una semana y 10 días antes que hace 20 años

El cambio climático provocará cambios en las viñas y en los vinos. reuters

El cambio climático es una realidad que afecta a las plantas, animales y personas. En estos días de vendimia, con la sequía y el aumento de temperaturas como síntoma del calentamiento global, los bodegueros mallorquines ya avisan de un descenso de producción. El vino mallorquín también se ve afectado por el cambio climático y se esperan cambios tanto en las viñas como en los vinos resultantes.

Hipólito Medrano, investigador y catedrático de la Universitat de les Illes Balears, ha dedicado más de 25 años al estudio de la vid. Sin vacilar, afirma que el cambio climático afecta a la viña por el calor y la falta de agua. "El cambio climático hace que llueva peor. Esto no significa que llueva menos -matiza el investigador-, sino que habrá más lluvias torrenciales de manera que el agua no se aprovechará tanto y esto provocará mayor escasez de este recurso hídrico en el suelo".

Por otra parte, "además del aumento de temperatura también incrementa el nivel de CO2, y por tanto, la fotosíntesis, y ésto es bueno para la planta -explica Medrano-. Lo que pasa es que además del incremento de la temperatura aumentan las olas de calor que serán más frecuentes y más largas, de manera que la planta sufre un fuerte estrés. El aumento de temperatura acelera los procesos fisiológicos de la planta y provoca que actualmente se vendimie entre una semana y 10 días antes que hace 20 años, lo que afecta a la calidad de la uva y al grado alcohólico. De manera que las bodegas tendrán que elegir entre hacer vino con unas uvas menos sabrosas y con menos color pero con un grado de alcohol aceptable; o bien elaborar vinos con una uva óptima, pero con un mayor grado alcohólico, que parece ser la tendencia inevitable".

Medrano remarca que no hay ninguna solución real y total al cambio climático. "Lo que tenemos son propuestas paliativas, que pueden ayudar a soportarlo mejor. La más habitual es poner riego en las viñas, un cultivo que tradicionalmente ha sido de secano. De hecho, actualmente el 40% de las viñas de España son de regadío, lo que hay que ver es cómo optimizar el riego de la viña -una cuestión que Hipólito Medrano estudia desde el año 1992, actualmente a través del Institut d'Investigacions Agroambientals i d'Economia de l'Aigua (INAGEA)-. Una alternativa al incremento de temperatura es situar la viña a una altitud superior, para que no padezca tanta calor, pero el problema es el mayor riesgo de las heladas, y que además supone un alto coste. En Mallorca, el problema es que no hay tanta superficie cultivable en altura para hacer este cambio ya que las montañas tienen poco suelo agrícola".

En cuanto a las variedades autóctonas, Medrano dice que no porque sean de aquí significa que sean mejores ni más resistentes a la sequía, pero sí que aportan singularidad al vino; si bien es cierto que alguna variedad como por ejemplo el Escursac sí que ha mostrado más resistencia a la falta de lluvia, queda por demostrar que se pueda obtener un buen vino, puntualiza el catedrático.

La opinión de los bodegueros

"Hemos reemplazado variedades foráneas por las auctóctonas"

Catalina Galmés, de la bodega Galmés i Ribot de Santa Margalida, explica que apuestan por las variedades autóctonas por filosofía y también para hacer frente al cambio climático. "Hemos ido sustituyendo variedades foráneas que no se adaptan tanto a los veranos cada vez más secos que tenemos en el Pla como Pinot Noir, Chardonnay y parte de las viñas de Merlot y de Cabernet Sauvignon y las hemos reemplazado por las autóctonas como Escursac Callet, Premsal y Giró que tienen una maduración más armoniosa con el clima actual". Apuntan que supone una inversión económica pero deben realizarla porque en la naturaleza nada es estático.

"Nuestros abuelos se llevarían las manos a la cabeza por regar las viñas"

Ramon Servalls, de Macià Batle de Santa Maria del Camí, apunta a un 20% menos de producción de uva este año respecto al anterior. También señala que el aumento de temperatura afecta las viñas y que ya no se plantea tenerlas a la seca: todas tienen riego. "Nuestros abuelos se pondrían las manos en la cabeza por ello, pero el clima ha cambiado". Ante el cambio climático, Servalls explica que en su bodega estudian el rendimiento de sus vides por variedades y pies para comprobar cuáles se adaptan mejor, "pero nos hacen falta más años de estudio para sacar conclusiones".

"En la naturaleza te tienes que aguantar con lo que te toca vivir"

Miquel Jaume, de Vins Can Coleto de Petra, que además de bodeguero es profesor de física y química, confiesa que lo que le preocupa es la metereología anual: "Los cambios climáticos se han dado a lo largo de la historia como las glaciaciones o en el contexto de la revolución francesa, y son lentos. Las viñas, al igual que los animales y las personas, se adaptan a estos cambios, algunas mejor que otras. De hecho, en la naturaleza te tienes que aguantar con lo que te toca vivir. Lo que pasa -matiza Jaume- es que los humanos somos poco previsores y nos creamos un hábitat desagradable y nuestra actividad afecta a estos cambios. Por ello, debemos ayudar a que este cambio climático no sea tan rápido y apostar por energías renovables y la agricultura ecológica".

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