Todo fueron sonrisas y gestos de complicidad. Doña Letizia y doña Sofía siguen buscándose y hablando entre ellas en su firme tarea de mostrar al público que su relación está mejor que nunca. La despedida institucional de los Reyes de Mallorca -esta mañana visitan la finca de Son Marroig con la princesa Leonor y la infanta Sofía- fue más multitudinaria que nunca y nos dejó claro el nuevo perfil de la Reina. Sí, le gusta Mallorca, sí parece más participativa e interesada en conocer a los invitados. Natural, cercana y simpática. Tanto que hasta sorprendió.

Lo veníamos advirtiendo. Este 2019 parece ser el año en el que Letizia ha descubierto y ha caído rendida a los pies de Mallorca. Tanto es así que ayer, lejos de la actitud distante de recepciones pasadas, fue ella la que marcó el paso. Interrumpía de manera educada conversaciones de grupo, se hacía selfies y demostraba su amor por la isla. Muchos de los invitados coincideron en sus comentarios a este periódico sobre la elocuencia de la Reina al referise a Mallorca, asegurando que estaba descubriendo rincones nuevos de la isla y que a sus hijas les gustaba ver los contrastes de pueblos tan diferentes como Sóller o Pollença.

También gracias a doña Letizia y sus confidencias, conocimos que el menú, elaborado por Andreu Genestra junto a un equipo de 16 personas de Amadip-Esment y con mucho sabor balear, había sido escogido y probado previamente por los Reyes. Los postres (robiol de calabaza, flaó de ricota, canellé de brandy mallorquín Suau y los bombones de hierbas dulces) fueron lo más aplaudido de una velada que duró cerca de dos horas y que tuvo algún que otro sobresalto en forma de copas rotas y bandejas por los aires. Mucho asistente para un espacio algo reducido.

No descuidó Letizia a sus más cercanos. De hecho, una de las primeras personas a la que saludó fue a la mujer de Jaume Anglada; también conversó un buen rato con Jaume Ripoll, del Atlàntida Film Festival, certamen que inauguró ella misma en el Castell de Bellver- y con Raquel Arañón, estilista y directora del Mallorca Desing Day, asturiana como ella y que tuvo la ocasión de explicarle su proyecto.

El rey Felipe, más reclamado por los asistentes veteranos, pasó buena parte del cóctel junto al prestigioso cardiólogo Oriol Bonnín. No muy lejos, la reina emérita -tras conversar co Montse Lézaun, madre de Diego Salvà, guardia civil asesinado por ETA hace diez año- preguntaba por el alcalde de Palma. A José Hila le preguntó si iba a estar en el mandato cuatro años. Le había resultado curiosa y graciosa la alternancia. También le confesó que el verano se le había hecho muy corto. Tan corto, que no hubo tiempo de saludar a todos los asistentes que se quedaron apurando las copas.