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Cultivos

Cultivos

Que el ser humano es una de las mayores amenazas con las que cuenta la vida en el planeta Tierra supone una verdad que no por de sobras conocida deja de suponer un alto riesgo. Desde la tala masiva de selvas y bosques para usos agrícolas y ganaderos a la emisión de gases por parte de la industria y de los núcleos urbanos se suman las acciones que causan la desaparición de buena parte de la biodiversidad, el auge de los contaminantes y la aceleración del cambio climático. Casi cada paso que damos los humanos para ocupar cualquier territorio redunda en problemas para las demás especies (y para la nuestra). Lo difícil, sin embargo, es sacar conclusiones morales y legales acerca de los límites que hay que poner al crecimiento. Por poner un ejemplo que he visto de cerca, las islas Galápagos sufren una pérdida de su carácter original y un incremento de las especies invasoras a causa de los indígenas que las han colonizado, cosa que convierte en un tanto inútiles los esfuerzos por minimizar el impacto de los turistas. Pero ¿se debe impedir a los agricultores que exploten allí sus campos.

Tal vez la respuesta a esas dudas no se en forma de todo o nada. Un estudio publicado en la revista African Journal of Eecology por Daniel Hending, investigador del Department of Field Conservation & Science de la Bristol Zoological Society (Reino Unido), y sus colaboradores examina el impacto del cultivo de vainilla —la especia que procede de la orquídea Vanilla planifolia— en Madagascar, país del que procede el 80% del producto que se consume en todo el mundo. Hending y colaboradores apuntan que existen tres diferentes tipos de cultivo de dicha orquídea en la región de Sava, noroeste de Madagascar, tres plantaciones, digamos, que van desde las que se encuentran dentro del bosque tropical y se explotan de la forma tradicional a las de cultivo intensivo. Pues bien, los autores han estudiado la riqueza de especies y la diversidad estructural de la vegetación en los distintos hábitats sacando la conclusión, nada sorprendente, de que las plantaciones no forestales de vainilla contenían una riqueza mucho menor de especies florales.

Sin embargo, no parece que esté todo perdido porque Hending y colaboradores indican que el manejo de las plantaciones tiene tanta importancia como el origen natural o humano de ellas, de forma que los cultivos que se manejan de forma tradicional son capaces de sostener una cantidad notable de especies florales, sobre todo si esas plantaciones de uso tradicional se encuentran cerca de un bosque.

La mala noticia es obvia: el rendimiento de las plantaciones de cultivo tradicional es mucho más bajo —aunque la calidad del producto sea muy alta—; ¿podrán mantenerse en un mundo globalizado en el que lo que cuenta es el beneficio?

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