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Emancipación juvenil: "Hasta los 29 años no me voy de casa"

Sólo el 19% de los jóvenes españoles menores de 30 años están independizados, la cifra más baja de la última década

Los jóvenes españoles se van de casa con 29 años de media. Shutterstock

Los datos no son ninguna sorpresa. Mientras que la edad de emancipación juvenil en Europa es de 26 años, en España, es de 29, frente a los 21 de media de los países nórdicos, según datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). Según el último informe elaborado por el Consejo de la Juventud de España, sólo dos de cada diez jóvenes españoles menores de 30 años viven independizados. Y es que la tasa de emancipación no ha dejado de disminuir hasta el 19% registrado en el segundo semestre de 2018, convirtiéndose en el porcentaje más bajo de la última década.

Entre 2001 y 2008, antes de que estallara la crisis, los datos evolucionaban escalonada pero positivamente, mientras que desde el crack, el porcentaje ha ido disminuyendo hasta regresar a cotas semejantes a las de mediados de la década de los noventa. Así, ahora son menos los jóvenes que pueden emprender un proyecto vital en solitario.

Y aunque el descenso es generalizado, a excepción de Aragón, Asturias, La Rioja y Murcia, donde se aprecia un ligero aumento, por Comunidades Autónomas se aprecian pequeñas diferencias. Los jóvenes de Cataluña son los que más se independizan, seguidos de los de las Islas Baleares, si bien, en este territorio, la tasa de emancipación ha caído más de doce puntos porcentuales (del 35,6% al actual 22,8%) en los últimos diez años. Por el contrario, los jóvenes del País Vasco y Cantabria son los más reticentes a la hora de salir de la casa de sus padres.

Porcentaje de jóvenes emancipados en el segundo semestre de 2018.Datos del Observatorio de Emancipación Juvenil

Lo más grave, indica María Rodríguez, vicepresidenta del CJE, es que "no sólo la juventud, sino la sociedad en general, asocie juventud con precariedad, que se haya normalizado que ser joven inevitablemente es ser precario". Mientras tanto, "los jóvenes no podemos vivir de una forma digna ni desarrollarnos plenamente", lamenta.

¿Por qué? Lo cierto es que los problemas, lejos de resolverse, van haciéndose cada vez más profundos, coinciden los expertos. Para Juan Carlos Revilla, del departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, la explicación de esta baja tasa de emancipación juvenil se debe, sencillamente, a cuestiones económicas. "El mercado laboral sigue siendo muy precario para los jóvenes, con peores condiciones y salarios inferiores a los de antes de la crisis, mientras que el parque de viviendas de protección es muy limitado y los alquileres siguen subiendo, no tanto por una burbuja inmobiliaria, como pasó en su momento, sino ahora también por presiones vinculadas a la gentrificación, especialmente en las grandes ciudades", advierte.

El elevado precio del alquiler

De nuevo, la modalidad más frecuente para vivir de forma independiente es la del alquiler compartido (59,2%), con pareja, amigos o compañeros de piso, puesto que un arrendamiento en solitario es prácticamente una quimera. El difícil acceso a la vivienda se erige como uno de los principales obstáculos de este colectivo para dar el paso hacia su autonomía.

Según los cálculos del CJE, si una persona joven quiere acceder a una vivienda en alquiler en solitario, debe destinar, como media, el 91,2% de su salario, estimado en poco más de 900 euros al mes (11.000 euros netos anuales), la mitad de lo mínimo necesario para poder hacer frente a una hipoteca, indican.

Tener una vivienda en propiedad es una quimera para la mayor parte de los jóvenes.Shutterstock

Un mercado laboral "discriminatorio"

Además, deben tratar de sobrevivir en un mercado laboral donde impera la precariedad y la temporalidad. "Es un sistema de discriminación por edad, porque a los mayores de 55 años les van quitando de en medio rápidamente porque son muy caros y a los jóvenes no les dejan entrar en condiciones normales, por lo que hasta los 35 años no se consiguen estabilizar", critica Revilla.

Aunque a finales de 2018, el 40,7% de los jóvenes estaba trabajando, la máxima cota desde 2012, según señalan desde el CJE, "las cifras esconden elevadas tasas de precariedad, ya que la temporalidad entre la población de 16 a 29 años sigue siendo abrumadora: el 55,5% de los jóvenes asalariados tenía un contrato temporal".

Por territorios, también hay diferencias en este apartado. La temporalidad juvenil se sitúa por encima del 60 % en Andalucía, Cantabria, Extremadura, la Región de Murcia y País Vasco, y por debajo de la media, sobresalen Baleares, Cataluña y Madrid.

La inestabilidad económica que acompaña a este colectivo aumenta por tanto, las probabilidades de riesgo de pobreza. Tanto es así, que según los datos de AROPE, el 34,8% de los jóvenes se encontraban en situación de exclusión social en 2017. Dentro de ese porcentaje, el 26% tenía empleo. Con lo cual, tener trabajo no les garantiza estar fuera de esos índices.

La generación de la inestabilidad

Envueltos en estas circunstancias, los jóvenes se acaban instalando en una sensación de inseguridad. "Aceptan la inestabilidad porque al fin y al cabo no pueden cambiarla y se encuentran en una situación de indefensión frente a un mercado económico que no les deja intervenir, con lo cual lo que hacen es no agobiarse con los planes de futuro. Viven mucho el presente, porque no queda más remedio que hacerlo si quieres tener una estabilidad mental y emocional", concluye Revilla.

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