Es jueves. Almuerza con sus amigos Delfí Mulet y Joan Pau Beltrán después de trabajar en la viña. Pan con sobrassada y queso. El protagonista advierte que nada de siestas, que no hay tiempo para descansar. En el campo, donde trabaja desde que se retiró de las aulas de la UIB, siempre hay algo por hacer.

P El pasado mes de mayo le entregaron la Creu de Sant Jordi.

R Bueno, creo que me la dieron por mi trayectoria, por lo que he hecho a lo largo de mi vida. Me emocionó que remarcaran especialmente mi actividad docente. La gente me conoce más como cantador, pero como docente, he hecho una feinada. Y era un trabajo duro, porque se trataba de comprobar si los maestros tenían las capacidades lingüísticas más o menos aceptables para ejercer la docencia.

P ¿Educar a gente para ser educador es bonito o es una pesadilla?

R Creo que es un sueño, pero se puede convertir en una pesadilla porque a veces no lo consigues. También lo es cuando constatas que un futuro maestro no tiene curiosidad ni interés. Eso me produce angustia. He soñado mucho con esto. Porque eso repercute en la sociedad y el futuro.

P ¿La educación es un tema recurrente en sus sueños?

R Sí, y más ahora que estoy jubilado. Sueño que vuelvo a la UIB y que cuando llego no tengo recursos para dar clase. Debe ir ligado a lo que me pasó cuando decidieron modernizar las aulas y me cambiaron la pizarra de tiza por una súper sónica. La pizarra de tiza es una de las mejores herramientas para educar. Entrena la inmediatez: escribes algo y puedes borrarlo, y eso provoca que el alumno haga un esfuerzo intelectual extraordinario.

P La pesadilla de las nuevas tecnologías...

R Me frustró. No es cierto que las nuevas tecnologías sean herramientas mejores que los recursos de aprendizaje como la observación, la rapidez y los reflejos.

P Si sueña en eso quizás es que lo echa de menos.

R Echo de menos, a veces, poder explicar cosas. Últimamente sueño mucho con Antoni Artigues, con quien compartí 37 años. En los sueños me dice: "Majoral, vuelve, ¡vuelve a magisterio!" Me despierto con una gran tristeza. Quizás me reproche que me fui demasiado pronto.

P ¿Algún día soñó con la trayectoria que ha tenido como cantador

R No. Así como de joven pensé que quería ser maestro, nunca pensé en cantar. Empecé porque tenía unos conocimientos que me generaban belleza, historias que creía interpretables. Tuve la suerte de aprender con gente extraordinaria, como madò Buades o Biel Caragol.

P Se ha alejado un poco de los escenarios, parece que se ha querido tomar un descanso...

R Puede parecer una pedantería, pero creo que he cantado por generosidad, porque la gente disfrutaba escuchando lo que decía. Esa generosidad ha sido lo que ha hecho que yo no pudiera dejar de cantar. Cuando murió Toni Roig, durante un homenaje, su mujer Maria Ramis subió al escenario a decir unas palabras, y dijo: "Sobre todo pido a Biel Majoral que no deje de cantar". Eso me impactó.

P ¿La República es un sueño?

R Para nada. La República es una realidad que vendrá por una necesidad vital. Estamos pasando por momentos convulsos pero la gente tenderá a querer una organización en la cual se sienta partícipe. Los poderes son muy poderosos, intentarán pararlo... pero no ganarán esta partida. Tú seguro que la verás. No lo puedo decir con seguridad, pero yo también.

P ¿Qué le parece esta nueva legislatura de izquierdas?

R Voy a reservarme un poco. Estoy convencido de que el pacto tenía que ser diferente. Armengol tenía que gobernar dispuesta a recibir todas las críticas y los demás tendrían que haberla dejado gobernar y no implicarse en la gestión. Porque esto es la muerte de todo un sector de la política, y no nos podemos permitir el lujo de perder este sector.

P Ahora pasa mucho tiempo cuidando la tierra.

R Puestos a hablar de sueños, creo que soy una persona con la capacidad de hablar con la tierra. Hablo y canto mucho solo. Creo que entiendo a la tierra. Palparla es un placer inmenso, es muy tierna. Tenía ganas de sembrar cuatro cosas, de hacer un sueño. La vida del payés me gusta, tiene un margen de libertad extraordinario.

P ¿Observar más la tierra sería un buen ejercicio para descansar?

R Sí. Tendríamos que mirarla y conservarla más. Tendría que haber menos tractoristas y más payeses. Ramon Llull, cuando se cansó de la vida mundana y de hacer desastres por Ciutat, se tuvo que esconder y se retiró. Nos han hecho creer que se iluminó, pero lo que hizo fue contemplar la belleza y se emocionó. Por eso dijo que Dios lo iluminó.

P ¿Por qué dice que no hay tiempo para descansar?

R Tenemos una cabeza que siempre piensa. Por nuestra educación, los que venimos del mundo payés tenemos un grave problema: cuando miramos un paisaje pensamos en lo que queda por arreglar. Nos han enseñado a ver los trabajos pendientes, para generar esta belleza del paisaje. Es otro tipo de contemplación. Porque un paisaje bien cuidado es una auténtica maravilla.

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