Dicen las monjas de Santa Clara que su misión en este mundo es rogar por las personas. Una tarea que hacen en silencio y clausura en el convento de sa Calatrava desde hace 759 años, poco después de la conquista de Mallorca por la corona catalano-aragonesa. Un templo sagrado y emblemático de Palma, en el que el tiempo parece que pasa más lentamente que en ningún otro lugar de la ciudad, habitado por 15 hermanas de edades comprendidas entre los 20 y 86 años.

Para muchos mallorquines, sobre todo palmesanos, el Convent de Santa Clara es un rincón de plegarias y exquisiteces. Sobre lo primero, porque la tradición dice que si se celebra una boda, hay que llevar huevos para que no llueva. El segundo punto (las exquisiteces) es fruto del primero ya que con los huevos las monjas elaboran auténticos manjares fruto de unas manos angelicales que, sin quererlo, podrían ser capaces de llevar a los mortales por el camino pecaminoso de la gula.

Desde principios de verano, las monjas clarisas han iniciado una nueva manera de comprobar y probar su talento culinario, una labor casi celestial ya que en esta época del año ayudan a sobrellevar el azote caluroso de estos meses estivales. Sor María Adoración, madre vicaria del convento, explica que empezaron a elaborar helados de manera experimental el año pasado: "Vimos que tenían una buena aceptación, así que compramos una máquina para elaborarlos". Para ello, han recibido consejo y directrices de un maestro heladero, concretamente de Eloy Galdeano, profesor de la escuela de hostelería de Santander.

La tarea de fabricar helados corresponde a sor Sebastiana y sor Wanda, quienes siguen recetas antiguas italianas. El procedimiento requiere de 2 a 3 días para elaborarlo, ya que todo el trabajo es manual, a excepción lógica de la mantecadora. El resultado es un surtido de seis sabores que ya cuenta con parroquianos fieles, principalmente mallorquines -quienes acuden a por helados para compartir en comidas y cenas familiares-, aunque también hay algún que otro turista que ha oído hablar de estas delicias. Los helados del Convent de Santa Clara son de crema de queso, limón (procedente de los limoneros del convento), chocolate, avellana, almendra mallorquina tostada y café, para los que usan productos de primerísima calidad. Los ingresos que obtienen, al igual que con los otros dulces, ayudan a las hermanas a mantener el convento, ya que viven de la caridad. Los sirven de 120 ml, medio litro, 1 litro y, por encargo, de 5 litros.

Si desean degustarlo tan solo hay que acudir al convento. Los horarios del torno son los siguientes: de lunes a sábado, de 9 a 15 horas y de 16.15 a 17.30 horas; mientras que los domingos es de 9 a 11.30 horas y de 16.15 a 18.45.