na noche con Vivaldi. Tuto Vivaldi. Buenos títulos para ese concierto memorable que nos ofreció una reducida sección de cuerdas de nuestra Simfònica en Bellver el pasado jueves, dentro del ciclo Estius Simfònics, con un invitado de lujo, nada menos que el violinista Giuliano Carmignola, uno de los grandes del repertorio clásico y, sobre todo, barroco. Sus grabaciones de los conciertos de Mozart, de Haydn, de Bach y de Vivaldi han merecido los elogios más emotivos. En particular el Vivaldi con moto (en la portada sale él sobre una Harley (?)) con algunos de los conciertos del músico veneciano menos interpretados. No está el RV 208, llamado El Grosso Mogul en referencia a Akbar, el emperador mogol, gran mecenas de las artes y que es de una enorme dificultad interpretativa. Para poder tocar bien ese concierto, harmónicamente adelantado a su tiempo, el solista debe poseer una técnica y una musicalidad fuera de lo normal. Y Carmignola las tiene. Lo demostró sobradamente ofreciendo una versión electrificante de esa partitura adelantada a su tiempo. Eso sí, acompañado de una grupo de músicos que podían seguirle al mismo nivel.

En efecto, ese grupo selecto de nuestra Simfònica ya había demostrado, sin director, su musicalidad barroca con dos Conciertos sin solista que sirvieron para abrir la velada.

Pero eso no es todo, en la segunda parte Carmignola y nuestros/sus músicos volvieron a transportarnos al Ospedale della Pietà, junto al Gran Canal veneciano, el lugar en el que Vivaldi compuso buena parte de sus composiciones instrumentales. Y lo hicieron a través de una peculiar lectura de Las Cuatro Estaciones. Uno puede encontrar versiones muy buenas de esos cuatro conocidos Conciertos para violín y Orquesta, pero difícilmente encontrará ninguna como la que pudimos escuchar la otra niche en Bellver. Eso solamente puede ofrecerse en directo. Y es que el solista se permitió personalizar y trastocar a Vivaldi, pero de forma vivaldiana, eso sí. Sus enlaces entre frases, sus inclusiones de puntuales pizzicatos, sus originales improvisaciones, todo ellos dio a esas cuatro obras tan populares un nuevo aire, convirtiéndolas en nuevas.

Y pregunto: ¿No es eso lo que convierte un intérprete muy bueno en un intérprete genial?