La historia de amor entre Mané Capilla, músico, y Ciutadella es larga y correspondida. Desde 1980 este mallorquín acude, casi sin falta, a su cita con Sant Joan. Han pasado muchos años, pero la ilusión de volver sigue intacta: "El año pasado no pude ir, me coincidió con el festival Vida y la verdad es que ya tengo 'mono".

Este sábado Mané regresa a Ciutadella donde se quedará hasta el lunes. A principios de la década de los 80, cuando fue por primera vez a Sant Joan, tenía 18 años. Han pasado cerca de cuatro décadas y el cambio más importante es el número de personas, la mayoría mallorquines y, en menor medida, catalanes, que visitan la isla esos días: "En los Jocs del Pla, recuerdo estar ahí con espacio y ahora es casi imposible".

Otra cosa que también ha cambiado es el modo en que él vive la fiesta: "Las primeras veces iba 'de mallorquín' a divertirme con mis amigos. Con el tiempo he ido conociendo menorquines y ahora veo Sant Joan desde el punto de vista del menorquín". Y es que después de casi 40 Sant Joan vividos, Mané puede presumir de disfrutarlos como un menorquín más: "Sant Joan es algo muy suyo, con ellos entras en la fiesta de otra manera. La gente te abre las puertas de su casa, conoces los protocolos y sabes dónde tienes que ir".

En definitiva, una manera de estar en la fiesta muy alejada de los excesos y que le ha llegado después de entablar sólidas amistades: "Mi núcleo de la fiesta es gente de Menorca y ya soy uno más. Por eso me sigue gustando venir. Es un grupo de gente que se junta cada año. Algunos ya no viven en la isla, pero no faltan por Sant Joan".

Mané Capilla tiene claro que lo que hace especial esta fiesta es el componente de los caballos: "Es espectacular verlos en el centro del pueblo. Impresiona verles saltar y sobre todo ver la pasión con la que lo vive la gente de allí. Hay muchos protocolos que siguen siendo los mismos: el primer Toc de Flabiol, el caragol de Santa Clara, las visitas a las casas de los amigos€ Durante dos días los protagonistas son los 'caixers' y los caballos. Eso sigue igual, no han añadido complementos."

Para la gente joven que llega desde Mallorca, San Joan sigue siendo, según opina Mané Capilla, la primera escapada: "Ahora lo veo con mis sobrinas. Para mí fue igual, una de las primeras salidas que hice. Sigue viniendo gente muy joven, pero multiplicado por cien".

La masificación

Precisamente porque los menorquines viven Sant Joan como algo muy suyo, es lógico que la masificación se haya convertido en un problema y que exista la sensación de que la fiesta se les ha ido de las manos: "Está muy masificado y eso es algo incómodo, pero hay opiniones de todo tipo. No todo el mundo está en contra de que venga mucha gente, ni todo el mundo está a favor", argumenta.

El aumento del número de visitantes ha traído algunos cambios que no han sido del agrado de todos: "Han puesto seguridad para acceder a los Jocs des Pla, la policía no te deja entrar botellas, también han instalado megafonía avisando de cuando corren los caballos€ les toca que se hagan cosas que antes no se hacían".

El hecho de que la fiesta se base en protocolos establecidos hace que la gente de fuera no siempre sepa cómo comportarse: "Pasa a veces cuando no conoces bien la fiesta, pero los menorquines se encargan de decirte cómo funciona". En cuanto a las escenas de 'desmadre', Mané piensa que son ajenas a la fiesta, que quizás se dan más en las zonas de marcha donde dice haber visto "alguna pelea".

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