Su entorno la conoce con el nombre de Almendra, así como firma sus piezas. Sin embargo, su nombre real es Carolina Concha. Desde el sur de Chile, donde nació, llegó a Mallorca hace unos 14 años -desde el primer momento se instaló en Ciutat y no se ha movido-. Por aquel entonces ya viajó con sus joyas bajo el brazo. "Me metí en el mundo de la artesanía a los 15 años -ahora tiene 36- por curiosidad e interés. Aprendí a trabajar alambres de manera autodidacta, tal y como lo he aprendido todo". Es a partir de la observación y de los errores que aprendió diferentes técnicas para realizar sus joyas esmaltadas. Estas son su micromundo, y gracias a ellas mantiene a sus tres hijos. "Es complicado, pero se puede", dice.

Cuenta, mientras manipula un alambre con un alicate desde su puestecito en Hort del Rei, que las joyas le "van saliendo". El cobre y la plata son los materiales que más utiliza. Como suele pasar con el trabajo artesano, cada pieza es diferente, aunque hay algunas formas que se repiten, sin ser estas nunca exactas. Predominan las figuras orgánicas como flores, nubes, hojas. Incluso tiene unos pendientes con forma de libélulas. También hace muchas piezas circulares porque, dice, "son las que más se venden". No obstante, "a mí me encanta hacer todo tipo de flores". Con su nombre artístico, Almendra firma pendientes, collares y anillos, aunque en algunas ocasiones también ha hecho brazaletes . "Si no hago más formas o complementos es porque no tengo tiempo", señala.

Trabaja en el taller que tiene montado en su casa, sobre todo por las noches "cuando los niños duermen". Aunque gracias al apoyo de su amiga Toñi puede cogerse algún día libre de mercados y ferias y aprovechar el día para trabajar tranquilamente en casa. Durante el verano cuesta más encontrar tiempo para confeccionar sus piezas, porque suele estar casi todos los días en uno u otro mercado, compaginándolos con algunas ferias, aunque de estas también hay en invierno. "Creo que he hecho todas las ferias de la isla", recuerda sonriendo. Es también durante la época más fría del año que realiza más encargos: "Como no hay tanto trabajo en mercados, tengo algunas tiendas que me encargan piezas. Unas están en la Península, una en Bruselas y otras en Mallorca".

Hay muchos feriantes que se cansan en los mercados porque no siempre hay venta. Pero Carolina tiene claro lo que hay que tener para estar bien con este trabajo: "Para vivir de esto hay que tener paciencia", asegura, algo que ella promete poseer. "Está claro que sería genial vender cada cinco minutos, pero no es así. Igualmente, no me importa, es la vida que he elegido y me siento a gusto con ella. Decidí trabajar de esto para que nadie me mandara nunca", sentencia.