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Con Ciencia

Una nueva especie

Una nueva especie

Es común en la historia de la paleoantropología humana que el hallazgo de nuevas especies lleve, por una parte, a la sorpresa y por otra a tener que cambiar los modelos acerca de cómo evolucionó nuestro linaje. Del esquema más simple, el de una evolución lineal en la que las distintas especies se sucedían a lo largo del tiempo como la cadena de padres a hijos, dando por supuesto que en cada época habría una sola especie humana, se dio paso a mitades del siglo XX al convencimiento de que las cosas nunca son tan sencillas. A partir de los trabajos de pioneros como Raymond Dart, Robert Broom o Louis y Mary Leakey, fueron apareciendo más y más especies. Cada una de ellas, con los enigmas acerca de cómo se relacionaron con las demás colgando de la mochila.

En los últimos años, las sorpresas han abundado al aparecer evidencias acerca de tres nuevas especies: el Homo floresiensis, los enigmáticos denisovanos y ahora mismo, el Homo luzonensis. Las tres son asiáticas, cosa que ha llevado a la revista Nature, donde Florent Détroit, investigador del departamento de " Homme & Environnement" del Museo Nacional de Historia Natural de París, y sus colaboradores han publicado su hallazgo, a dedicar a éste la portada en la que puede leerse " Out of Asia". Se trata de un guiño a los especialistas, dado que el modelo " Out of Africa", que sitúa en el continente africano los primeros seres del linaje humano, es el aceptado de forma general. Ese inicio de la humanidad tuvo lugar hace 7 millones de años, así que estamos hablando de un tiempo muy anterior al de los fósiles descubiertos en el norte de la isla de Luzón, doce ejemplares procedentes de al menos tres individuos, que se unen al metatarso aparecido en 2007 con una edad todos ellos de alrededor de 67.000 años.

Asia, como decíamos, se convierte pues en el continente en el que coexistieron diversas especies humanas en los últimos 100.000 años: la nuestra, la de los neandertales, la de los denisovanos, Homo erectus, Homo floresiensis y Homo luzonensis. De las tres últimas no se dispone de material genético pero el análisis comparado del ADN de las tres primeras ha llevado a concluir que experimentaron diversos cruces, lo que implica de manera necesaria que interactuaron. Quizá lo hiciese también Homo luzonensis, aunque resulta difícil determinar qué relaciones evolutivas guarda con el resto de los humanos de la época.

Los primeros análisis ponen de manifiesto que Homo luzonensis posee caracteres anatómicos primitivos que la alejan de nosotros y la acercan a los australopitecos. Igual, por otra parte, que sucede con Homo floresiensis., Y tal vez los rasgos peculiares se deban al hecho de que esas dos últimas especies descubiertas proceden de islas muy alejadas del continente. La insularidad trae aparejada una evolución singular. Y los autores del hallazgo advierten de que serán necesarios más estudios para poder aclararla.

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